La actriz y performer jujeña Sara Pérez llegará a Salta para brindar un taller sobre poética y teatralidad descolonial y antirracista con el objetivo de crear nuevas poéticas a través del deseo propio, las historias y el conocimiento previo que lleva consigo cada persona. Con ello, se busca cuestionar la ideología occidental que impregna y se sostiene en ciudades que se ven desarraigadas de sus culturas indígenas.
Es por eso que la artista de 32 años y coordinadora de eventos teatrales, busca basarse en las propias prácticas culturales que están presentes en la región norte del país. Dentro de sus talleres hay danzas, como el tinku, y celebraciones, como la Pachamama y el Carnaval. "Son realidades que existieron desde mucho antes", con su rasgo característico de la horizontalidad y la reciprocidad.
Como integrante del Colectivo Antirracista Identidad Marrón, Pérez se permite cuestionar esa estructura occidental que instaló relatos en el país, sosteniendo que las primeras comunidades se construyeron con la llegada de los barcos, dando a entender que parecía "ser un papel en blanco". "Nuestros rasgos y color de piel dan cuenta de esa resistencia indígena", que permiten pensar nuevos relatos, como los que lee constantemente de Chana Mamani, migrante boliviana que reside en Buenos Aires.
Destaca sus textos eróticos y políticos, que además fusionan los idiomas aymara, quechua y castellano. "Son hablados desde una persona racializada", subrayó ante Salta/12, además de resaltar que guardan otras estructuras narrativas que se despegan de la aristotélica, resumida en inicio, nudo y descenlace. "Muchas veces pensamos que tiene que ser así, pero si tomamos los tiempos andinos, también sabemos que esos tiempos son cíclicos, en donde nuestro pasado y presente está adelante y nuestro futuro atrás, porque no lo vemos", expresó.
En el mismo sentido, también puso el foco en que las personas andinas, marrones e indígenas no cuentan de mucho tiempo para la escritura, si desean hacerlo. Esto por cuestiones de dinámicas y clases sociales impuestas. Por eso, insiste en que se debe pasar de la decolonialidad (teoría) a la descolonización (acción). Explicó que en sus talleres sea va "a accionar, a crear y a hacer", desde un sentido comunitario en el que se logre habitar la danza ritual como eje principal para el entrenamiento del cuerpo.
Para la artista, trabajar desde la comunidad "es algo que está innato en cada une" porque "sabemos que las solución del problema se resuelve desde el encontrarnos y hablarnos para poder recién construir". En ese sentido, dijo que las prácticas que se conocen como "sororidad", conceptos instalados desde el feminismo occidental, ya se practicaban en las regiones andinas, como sucede con las comadres. "Es lo que ya sabemos y lo hay que volver a revindicar", sostuvo.
Poner en relevancia toda esas prácticas culturales lleva a terminar con el silenciamiento de las culturas indígenas, que además han sido perseguidas por ese "blanqueamiento" que guardó -desde sus orígenes- la intención de "amaestrar al indio salvaje", recordó. "Hay que volver al orgullo, a esas prácticas que no fueron violentas y hacerlas orgullo; y la mejor militancia es mostrar el color de nuestra piel y ponerse en escena", declaró.
Revindicar la música propia
Pérez afirmó que con la revindicación de las culturas ancestrales "cada une puede crear desde su saber propio" junto al cuerpo en exposición. "El objetivo es reconocer como ese cuerpo no hegemónico se mueve dentro de la escena", destacando esas prácticas andinas que ya tienen incorporada el uso de la corporalidad en cada movimiento y en cada ritmo.
En diálogo con Salta/12 la performer manifestó que reconocer esos movimientos es pensar incluso en la cotidianidad de las vidas que transcurren en el norte: "no somos tan acelerades" y "nuestra forma de hablar no es la misma", subrayó, en comparación con otras culturas que se han ido mixturando e instalando en las grandes ciudades del país. Criticó que en varios espacios de formación, como en el teatro, se corrija para "hablar bien".
"Quitarnos esa tonada es desarraigarnos de nuestra identidad porque si hay una musicalidad propia en nuestra habla, es nuestro", expresó. Actualmente Pérez está haciendo su residencia del profesorado de teatro en el Instituto de Educación Superior N° 4 de Jujuy. Hoy y mañana la jujeña dará sus talleres bajo todos los protocolos sanitarios en el centro cultural Arpías, ubicado en la calle Catarmarca 13 de la ciudad de Salta.
La artista aseguró que el mundo académico muchas veces viene a privar esa "música propia", poniendo por delante prácticas coloniales que luego son reproducidas de forma masiva, cuando en realidad se debe deconstruir esa colonización. "Es necesario deconstruir desde nuestros saberes", puntualizó, para poder poner en evidencia que sobrevuela un discurso argentino que tiende a decir que en el país no hay racismo.
A lo largo de su carrera, la actriz estudió diversas técnicas teatrales con artistas reconocidos del medio como Bernardo Brunetti, Marina Rozenvaig, María José Medina y Guillermo Katz (Tucumán), David Picoto y Laura Ortiz (Córdoba), Osqui Guzmán, Carmen Baliero y Leticia González de Lellis (Buenos Aires), Iván Santos Vega (Jujuy) y Marabunta Teatro (Mendoza).
"No blanco, popular y transfeminista"
Además de formar parte de Identidad Marrón, Pérez también integra la Colectiva Feminista de Actrices Jujuy, la Colectiva Performática Fuegas, Producciones la Vuelta del Siglo y Circo Cromático. Desde esos lugares también vienen repensando otras ramas del feminismo que se instala como un feminismo "no blanco, popular y transfeminista".
La artista afirmó que como habitantes del norte argentino "sabemos que la mayoría somos marrones y hay muchas marrones trans e indígenas", a ello se suma, el contexto popular donde se vive. En esos mismos lugares es donde se destacan las referencias feministas a Bartolina Sisa y Micaela Bastidas.
"Ellas estuvieron en la lucha, forman parte de la historiza invisibilizada y son nuestras primeras feministas", que llevaron acciones para la liberación de los pueblos del Abya Ayala. Por eso insiste en la construcción de un relato en donde cada une se pueda pensar a partir de las distintas identidades, en un actividad que integre el entrenamiento corporal y la memoria emotiva.