La crisis sanitaria sigue potenciando las desigualdades. Unos pocos países desarrollados empiezan a levantar las restricciones a la circulación en la medida que la cantidad de población vacunada se acerca o incluso supera al 50 por ciento de sus habitantes. En el otro extremo los países de menores recursos registran porcentajes de vacunación inferiores al 5 por ciento y en 50 casos no alcanzan ni al 1 por ciento de la población. Los datos pueden consultarse en el monitor público de Our World in Data de la Universidad de Oxford.

Las economías pobres enfrentan dificultades para sostener el rebote económico este año por esa falta de vacunas. La expansión de nuevas olas de contagios las obliga a anunciar frenos de la actividad. El problema se potencia por otra desigualdad: la situación financiera. Con esta lógica se resumen los informes de los principales centros de estudio globales.

Los últimos indicadores sobre deuda de las economías más vulnerables (en la jerga de los organismos internacionales se las llama mercados de frontera) muestran que el año pasado se alcanzaron picos de endeudamiento sin precedentes para esto países. El ratio de deuda/PIB se elevó al 110 por ciento. Se trata de un crecimiento en 10 puntos porcentuales respecto de 2019 marcando la tasa de crecimiento más importante de toda la serie.

El informe del Instituto Internacional de Finanzas (IIF) en el que se estiman estos números indica que los datos deben interpretarse con precaución. Parte de la suba del ratio de endeudamiento ocurrió por el desplome del PIB de estas economías y no por una ampliación del financiamiento para enfrentar las dificultades de la crisis sanitaria.

“El aumento del crédito para los mercados de frontera fue limitado en comparación con los mercados emergentes (países de ingresos medios) donde la relación deuda/PIB subió 30 puntos y de los mercados maduros (economías ricas) donde aumentó 38 puntos”, se explica en el informe. Para agregar que medida en montos la deuda de los países pobres subió en 2020 por debajo del promedio de los últimos 15 años. El aumento del año pasado fue de 120 mil millones de dólares cuando desde 2005 se venían colocado 150 mil millones al año. Bangladesh, Costa de Marfil y Rumania fueron los principales emisores.

En total, las economías pobres adeudan unos 3 billones de dólares. Esta cifra equivale a unas ocho veces el PIB de Argentina. O para ponerlo en datos modernos a 1,5 veces la capitalización del mercado de las criptomonedas. Gran parte de la nueva deuda de los países fronterizos en el mercado internacional fue colocada por el sector público.

El documento del IIF muestra un problema evidente para las economías de menores recursos. Cayeron fuertemente el año pasado y este año –mientras los países que consiguen las vacunas ganan margen para recuperarse- enfrentan serias tensiones en su capacidad de sostener el rebote de la actividad.

En la medida que siguen perdiendo PIB sus ratios de endeudamiento avanzan y los fondos de inversiones internacionales se muestren más reacios a entregarles crédito. Por ello en los próximos meses no solamente deberán lidiar con la crisis sanitaria sino con un escenario cada vez más hostil en términos financieros.

El interrogante de los financistas es cómo pagarán los países pobres los 190 mil millones de dólares de deuda que vencen en 2021 (35 por ciento en moneda extranjera). Angola, Nigeria y Pakistán son algunos con el menor margen de maniobra en un escenario en que los desequilibrios se potencian para 2022. 

En el caso de que se paguen, ¿de dónde saldrán los recursos para costear la recuperación de sus economías? Las desigualdades sanitarias en lugar de potenciar la colaboración entre los que más y menos tienen suma desequilibrios financieros y acelera la inequidad entre los países ricos y los países pobres.