No habría Psicosis hitchcockiana sin mansión Bates. Ahora bien, ¿por qué? Basta con repasar de memoria algunos títulos del cine de terror para comprobar que la presencia de la “casa” es recurrente. O como dice Marcelo Vieguer: “es uno de los tópicos fundamentales del cine de terror en particular y del cine en general”. Un lugar por demás atractivo para sumergirse en la lectura de su más reciente libro: La Casa en el Cine de Terror (Ciudad Gótica), volumen 26 de la colección Estación Cine que dirige Sergio Luis Fuster.
“El libro surgió a partir de un seminario que dictamos con Pablo Funes en 2018, donde se nos ocurrió pensar algunas particularidades específicas que aparecían en algunas películas del cine de terror, entre ellas la casa y la máscara. Yo ya había desarrollado en forma escrita algunos tópicos sobre el tema, pero esto me dio pie para profundizar. La casa no es el único tópico del cine de terror, pero aparece rápidamente desde un primer visionado. A partir de ahí, lo que hice fue desarrollar históricamente el concepto, y pensar en cómo el cine, una de las artes fundamentales del siglo XX, va a recuperar su sentido sagrado, para ponerlo en escena en el cine de terror. Justamente, creo que la casa es el primer lugar donde el mal, digamos, intenta incursionar”, explica Vieguer a Rosario/12.
-Al respecto, pienso en los miedos de la niñez, en quedarse solo en casa, en las sombras de las ventanas y tanto más.
-La casa es nuestro hogar y dentro de la casa también aparecen zonas ligadas a lo nocturno, a la oscuridad, a lo que no se puede discernir o conocer, a lo que uno completa de alguna manera porque ésa es nuestra forma de pensar: constantemente estamos completando algo para darle un sentido. La oscuridad es algo que, siendo niños, siempre provoca algún tipo de escozor. Yo tenía en mi casa una iluminación exterior y un árbol, cuyas ramas se movían y formaban figuras en la ventana; algunas noches cuando había alguna brisa aparecía esta cuestión del miedo, que es bastante común en todas las culturas.
-Está la casa propia, pero también la casa ajena.
-Si bien el tópico de la casa aparece en toda la historia del cine, el puntal fundamental es Psicosis, con esa casa de alquiler a la que llega Marion Crane (Janet Leigh) para pernoctar su última noche. La casa tiene una doble función: puede ser una protección pero también una enemiga, alguien que me protege y alguien que me acosa. En El Exorcista, el mal se hace presente en la casa de la niña. La casa tiene esa ambigüedad, que en realidad es el valor que tiene todo símbolo, porque opera por una doble oposición, es dos cosas a la vez. La casa siempre cumple esa doble función. El “departamento” es otra cosa, es una tabula rasa de sentido, cuando la casa siempre tuvo un sentido mucho más alto y ligado a lo vertical, relacionado a otra esfera. El departamento es una cierta democracia alisada, como propiedad horizontal, es como la casa del motel en Psicosis respecto de la otra casa, que se yergue vertical en la colina.
-Donde habitan los fantasmas, donde puede haber una huella familiar.
-Justamente, la casa comienza a adquirir cierto espíritu, un cierto carácter inmaterial. La casa no es solamente una construcción material, originalmente nunca se constituyó de esa manera. En la antigüedad, el centro de las casas estaba dado por el fuego, por el lugar de la cocina, de allí el término “hogar”. Desde la modernidad, las casas han cambiado el sentido. Si se quiere, el espacio más vistoso o lujoso de cualquier casa contemporánea es el living, que es el lugar de recepción de visitas, y no es el lugar o centro espiritual de los habitantes. Es un lugar para mostrar al exterior, algo que se da en todos los órdenes de la vida moderna, donde se empieza a vivir para afuera, a partir de un mundo de apariencias, de mostrar a otros lo que se tiene. Así es cómo la casa empieza a perder todo su sentido, y el cine de terror lo recupera.
-Siendo un género a la vez resistido o menospreciado.
-Yo intento explicar por qué el terror es un género devaluado, y se debe a una cierta “inteligencia” cultural en occidente. Para que una película de terror sea considerada una obra maestra tiene que pasar muchos filtros. En la historia del cine, tal vez cuatro o cinco películas lo han logrado. Y es un terrible error, pero no es casual. Es un error conceptual. El género está devaluado de entrada, por ser género, porque conlleva una cierta sistematización en cuanto a su forma de presentación, que hace que pareciese que no tiene un sustento creativo detrás. Sólo se validan aquellas películas que holgadamente se desmarcan dentro de un género, estirando los límites muy lejos. El resto cae en el lugar común de películas del montón, y es un grueso error. Particularmente, El Exorcista no es sólo la mejor película de terror de todos los tiempos sino una de las obras maestras de toda la historia del cine. El cine de terror ha mostrado facetas que otros géneros no quisieron o no pudieron mostrar en toda su dimensión. Recuerdo que Ángel Faretta decía que El Exorcista es una especie de tratado teológico y creo que es así. Una de las aristas que desarrollo en el libro tiene que ver con que el menosprecio al género de terror es por estar tan ligado a eso otro, a ese otro mundo, o a eso que no es parte de la materialidad del mundo en el que vivimos.