Hay un Horacio Rodríguez Larreta que dice: "Desde hace más de un año, venimos haciendo del consenso y la cooperación con todos los sectores económicos y con toda la sociedad nuestra principal bandera". Y también hay un Larreta que dice: "Nos parece particularmente preocupante que frente al fracaso de la estrategia sanitaria del Gobierno nacional la respuesta repetida sea insistir con restricciones excesivas y mal calibradas”.
El primero es el que habló en dos conferencias de prensa la semana pasada para sostener que el Gobierno nacional había roto el diálogo. El segundo es el que firmó un comunicado de Juntos por el Cambio con un tono infinitamente diferente al consensualismo. Este fue el principal reproche que le hizo el presidente Alberto Fernández al jefe de Gobierno en la reunión que tuvieron el viernes: hay veces que parece haber dos Larretas, uno es el que gobierna y otro es que el que se sienta en la misma mesa con Patricia Bullrich y Mauricio Macri. ¿Hay dos Larretas? En el entorno del jefe de Gobierno sostienen que sigue haciendo lo mismo que el año pasado: equilibrio. Y citan un dato: la presidenta del PRO le pidió estar sentado junto con él en la conferencia del viernes. Larreta le dijo que no.
El equilibro es entre el ala dura del PRO y la necesidad de gobernar y negociar con el Gobierno nacional. Pero algo definitivamente cambió. Si a comienzos del año pasado ese caminar sobre la línea lo dejaba más del lado del "dialoguista" y le ganaba reproches del núcleo duro que conducen Macri-Bullrich (hay que recordar el "amigo Horacio" que le propinó Alberto Fernández y el ruido interno que eso produjo), ahora se ve un Larreta mucho más endurecido, con un discurso que se acerca más al del sector de Macri-Bullrich, sin llegar todavía a ser el mismo (ejemplo: Larreta no fue junto con la presidenta del PRO a cacerolear frente a la quinta de Olivos).
Quienes acompañan al jefe de Gobierno, sostienen que el punto de inflexión fue la quita de coparticipación que decidió el presidente el año pasado. Allí Larreta dio su primera conferencia con cara de pocos amigos, que es casi una reminiscencia de las que daba Macri contra Cristina Fernández de Kirchner. Ese conflicto -que seguirá la semana que viene con una audiencia en la Corte- adelantó los planes de Larreta de lanzar su candidatura presidencial e ir cambiando el perfil más componedor con el Gobierno nacional por uno más claramente opositor.
No obstante, durante ese conflicto y más adelante, Larreta siguió cultivando su perfil "moderado", como una forma de distanciarse del sector de Macri-Bullrich, que sigue apelando al núcleo duro. Las estrategias responden a diagnósticos distintos: mientras los últimos consideran que hay que conservar el nucleo duro de votantes, disputado ahora por los liberales del tipo Javier Milei, Larreta cree -junto con María Eugenia Vidal- que esos sectores los seguirán votando y que hay que correrse hacia el centro.
Sin embargo, en los últimos meses se lo vio opinando de forma más activa sobre temas nacionales. En su entorno, buscaron negar que esto se deba al tironeo del ala dura. También Vidal negó esa posibilidad en un reportaje después de la publicación de su libro: "Lo conozco a Horacio hace 20 años y no creo que nadie lo tire para un lado. Yo entiendo la forma que Patricia Bullrich tiene y yo tengo otra, pero eso no la invalida". Pero es evidente que algo de esto hay y lo reconocen dentro del propio Gobierno de Larreta: "Cedimos al ala dura. No tenía sentido mantener una discusión cuando la relación con el Gobierno nacional es fluctuante", indicaba en la sede de Parque Patricios un funcionario que no está dentro del círculo aulico del mandatario porteño.
La semana pasada, en la reunión presencial que tuvieron de la mesa de Juntos por el Cambio, Larreta concendió la posibilidad de que se debían tomar ciertas medidas ante la segunda ola, pero luego terminó firmando un comunicado que rechazaba las restricciones "excesivas", decía que el Gobierno había "fracasado" ante la pandemia y que "frente a la situación que estamos atravesando nos parece inoportuno estar discutiendo sobre cuestiones electorales".
Fue la primera de dos reuniones que tuvieron para definir su postura sobre la postergación de las PASO y en la que terminaron sacando comunicados hablando de otro tema, en una clara señal de que en Juntos por el Cambio no pueden llegar a un consenso interno sobre las elecciones y que, especialmente, eso ocurre dentro del PRO. "Los radicales tampoco se ponen de acuerdo", se defendían en el espacio que fundó Macri.
En la reunión que tuvieron la semana pasada para resolver esa cuestión, terminaron emitiendo un comunicado que hablaba directamente de otra cosa: "La sociedad merece saber por qué no tenemos más vacunas, tanto variantes como cantidad. Lamentablemente el gobierno le debe una explicación a todos los argentinos. No sabemos cuáles son los inconvenientes pasados ni los actuales".
Otra señal de que le vienen marcando la cancha a Larreta la dio el ex presidente cuando, a horas de que el jefe de Gobierno decidiera fijar su posición sobre las nuevas medidas, le soltó este tweet: "No hay dudas de que las escuelas deben seguir abiertas. Mi apoyo a la Ciudad para que actúe haciendo respetar su Constitución y su autonomía".
Fue un evidente intento de condicionar su decisión que, por supuesto, niegan desde todas las partes involucradas. Igual, Larreta intentó ensayar nuevamente su tono "moderado" en esa conferencia y en la siguiente: "Siempre valoro el diálogo. Siempre vamos a apelar al diálogo y a la búsqueda de consensos", dijo Larreta en la conferencia del viernes. Unos minutos antes, presentó un amparo en el que decía que el Gobierno nacional usa la pandemia de "excusa" para arrasar la autonomía de la Ciudad y que "subvierte el orden constitucional". Y, en simultáneo, sus aliados de la Coalición Cívica, presentaron un pedido de juicio político contra el ministro de Educación, Nicolás Trotta. Una forma llamativa de empezar un diálogo.
Alberto Fernández, el día anterior, había sostenido que le da la impresión de que la persona a la que escucha en privado sobre las medidas es distinta de la que negocia en la mesa de Juntos por el Cambio. También indicó que se toman horas en lograr consensos con los funcionarios porteños, para que luego públicamente Larreta salga a anunciar otra cosa. Se refería, puntualmente, a los horarios de cierre de los restaurantes y a la fiscalización defectuosa que hizo la Policía de la Ciudad. Larreta, por su parte, se quejó varias veces de que el presidente no lo consultó antes de tomar la decisión. Está claro por qué los puentes están rotos. No hay confianza de ninguno de los dos lados.
No obstante, en el entorno del jefe de Gobierno rechazan el planteo del oficialismo de que lo "conducen" Macri y Bullrich. Y citan un dato: la presidenta del PRO quiso sentarse al lado de Larreta en la conferencia que dio el viernes. El mandatario porteño, que tampoco la quiere en la cabeza de la lista de Diputados, le dijo que no.