Pese a la reiterada estrategia de hacer política con muertos de la principal fuerza de la oposición (Cromañón, Nisman y ahora la pandemia) y de los brulotes de economistas mediáticos, algunos de ellos responsables del fracaso macrista y otros campeones de pronósticos fallidos, el equipo económico del gobierno de Alberto Fernández puede mostrar los siguientes méritos:
* Refinanció la deuda con acreedores privados, internacionales y locales, extendiendo los plazos, con período de gracia y bajando la tasa de interés.
* Reconstruyó el mercado de deuda en pesos, fulminado con el insólito default de pasivos en moneda nacional ("reperfilamiento" en lenguaje de marketing) del último ministro de Economía de Macri, Hernán Lacunza.
* Ordenó las cuentas fiscales en un escenario económico muy adverso por la herencia macrista y luego por la pandemia.
* Pese a la restricción de recursos diseñó un dispositivo efectivo de protección económica de empresas, trabajadores y grupos sociales vulnerados por la crisis del coronavirus.
* Ajustó el régimen de administración de divisas que permitió primero frenar la corrida cambiaria, para después comenzar una constante compra de dólares.
* Definió un marco de negociación con el Fondo Monetario Internacional que acercó la posibilidad de un acuerdo en condiciones relativamente aceptables para no abortar la recuperación de la economía.
* Avanzó en la posibilidad de refinanciar los vencimientos de deuda con el Club de París.
En este recorrido favorable, la evolución de la inflación no está incluida. El principal y complejo desafío de cortísimo plazo que tiene el ministro de Economía, Martín Guzmán, es bajar fuerte el ritmo de aumentos de precios. La tasa acumulada del primer trimestre ha sido dura, con un 4,8 por ciento en marzo que enciende luces de alerta.
Manuales
A diferencia de experiencias pasadas que pensaban que la inflación es un fenómeno exclusivamente monetario, ignorando que la devaluación cabalgando al galope lanzaba nafta al fuego de los precios, el equipo económico ampliado del gobierno de Fernández tiene criterios sensatos y avanza simultáneamente en varios frentes.
Esto significa registrar que la inflación tiene origen multicausal, como reconoció hasta el Fondo Monetario Internacional, lo que ha generado urticaria emocional a la grey doméstica de la ortodoxia. Tan impactados han quedado algunos de sus miembros que dicen que descreen de la existencia de ese comunicado oficial del Fondo, y otros directamente lo han ignorado cuando hasta hace poco cualquier mención del staff técnico era considerada palabra santa.
Poner el foco en los diversos impulsores de la inflación no asegura resultados pero, al menos, se aleja de concepciones teóricas y prácticas obsoletas que sólo han provocado daños al tejido social y productivo.
Como ya se precisó en esta columna, la particularidad de la economía argentina de ser bimonetaria, muy endeudada en dólares, de ingreso medio y elevada inflación exige un esfuerzo adicional para abordar esa complejidad.
Con décadas de anotar cifras de inflación altas y muy altas queda en evidencia que los manuales tradicionales son insuficientes para aplicar en la economía local, situación que reclama amplitud en el análisis y en la utilización de instrumentos de la política económica.
Misión
El equipo económico admite que la inflación enero-marzo está fuera de los parámetros esperados y que es elevada. El objetivo explícito que tiene es buscar reducirla en forma gradual junto a la recuperación del poder adquisitivo del salario.
Tras esa meta, señala tres indicadores para reforzar la estrategia oficial:
1. El tipo de cambio no está actuando como impulsor de la tasa de inflación, como lo hizo el año pasado.
2. Los sindicatos que cerraron paritarias lo han concretado en línea con los objetivos de política macroeconómica definidas por el Gobierno.
3. La política fiscal continúa en un sendero progresivo de consolidación de la mano de una recuperación gradual y heterogénea de la actividad económica.
Para disminuir la tasa de inflación, misión en la que se juega no sólo la cuestión económica sino el proyecto político del Frente de Todos, el voluntarismo no conduce a un sendero apacible; más bien orienta a abrazarse a la frustración de las buenas intenciones.
En estos meses el combo de fuerte repunte de los precios internacionales de las materias primas agropecuarias con recomposición acelerada de márgenes de rentabilidad provocó el salto inflacionario.
Un informe de Economía indica que en el primer trimestre de 2021, el índice de precios de las materias primas que elabora el Banco Central aumentó 14 por ciento, acumulando un incremento de 34 por ciento desde septiembre de 2020, explicado fundamentalmente por el alza del precio de los productos agropecuarios.
Este impacto en los precios locales es lo que se denomina "inflación importada". Es uno de los aumentos de las materias primas más fuertes de los últimos años, alcanzando máximos que no se observaban desde 2014.
Si bien el alza de estos precios mejora las condiciones del sector externo, ha significado también una presión continua sobre los precios internos, en particular aquellos vinculados con la canasta alimentaria.
Expectativas
La inflación de estos meses es expresión de la tradicional puja distributiva que, como ya ha quedado probado, en la economía argentina adquiere una intensidad que otras no tienen.
Tan es así que la inflación ha marcado cifras mensuales elevadas a lo largo de la pandemia sin importar el derrumbe de la actividad al comienzo de la crisis del coronavirus, el congelamiento de tarifas, la limitación de la demanda por la reducción de la masa salarial global y la relativa contención cambiaria.
En los peores meses de la pandemia los precios siguieron subiendo y se aceleró la tendencia cuando empezó la reapertura de la economía, que derivó en recuperación de la actividad en la mayoría de los sectores.
Guzmán está convencido de que utilizando los instrumentos tradicionales de política económica (fiscal, monetaria y cambiaria) podrá alinear la tasa de inflación para evitar que se replique en los próximos meses la dinámica registrada en el primer trimestre.
A la vez, en el equipo económico indican que al mismo tiempo se necesitan acciones inmediatas directas (control e intervención en mercados sensibles) para que el indicador de este y el próximo mes se ubique en escalones inferiores al de marzo.
En el texto oficial explicando la batería de medidas que se implementarán para desacelerar la suba de precios se señala que "se observan aún comportamientos en la formación de precios que internalizan expectativas que no están alineadas a los principios del marco macroeconómico".
Agrega que "es necesario en este sentido profundizar la coordinación, mediante acuerdos y regulaciones que permitan una mayor previsibilidad para los próximos meses, que serán acompañados de controles y monitoreo sobre los formadores de precio, de modo que eviten la generalización de conductas especulativas".
Política
En la economía argentina la inflación no es solamente un fenómeno económico; es también político. Es una definición que muchos economistas rechazan pero así les fue con esa actitud cuando tuvieron responsabilidad de gestión.
Las señales en ese sentido son tan transparentes que no considerarlas constituye una ingenuidad asombrosa teniendo a mano enseñanzas de experiencias pasadas. Guzmán lo traduce diciendo que los empresarios no tienen que creer en las estimaciones de las consultoras de la city, que generar expectativas de inflación al alza.
Esas proyecciones son evidentemente políticas. Las empresas formadoras de precios ajustan de acuerdo a las expectativas de subas de acuerdo a lo que insisten en sus informes la secta de economistas especializados en errores de pronósticos.
Guzmán trata de contrarrestarlas diciendo que no hay que creerles porque se han equivocado en el pasado por sesgo ideológico. Durante el gobierno de Macri siempre estimaron una tasa de inflación más baja que la efectivamente registrada. El año pasado, por esa tendencia política conservadora, las proyecciones fueron en otro sentido. En una y en otra oportunidad se equivocaron.
Lo que sucede es que esta construcción de expectativas no es solamente una cuestión técnica derivada de la incomprensión acerca del funcionamiento de la economía, sino que es un posicionamiento eminentemente político.
Conducción
En esa disputa de construcción de expectativas, un protagonista principal es la conducción política del poder económico. Está lanzada a erosionar al gobierno de Alberto Fernández y a que el oficialismo tenga un revés en las elecciones de medio término.
Lo hace en varios campos de batalla, desde la oposición a las políticas sanitarias de cuidado colectivo y alimentando versiones sobre la efectividad y la disponibilidad de vacunas hasta la promoción de la desestabilización económica-financiera. En ese último frente se destacan los siguientes movimientos:
* Cuestiona los programas de administración de precios (Cuidados y Máximos).
* Resiste el Sistema Informativo para la Implementación de Políticas de Reactivación Económica (Sipre), al cual las grandes empresas tienen que suministrar datos vinculados a costos y niveles de producción.
* Busca disminuir la capacidad de financiamiento del fisco judicializando el Aporte de las Grandes Fortunas.
* Exigen una suba de la tasa de interés para financiar al Tesoro vía la compra de títulos de deuda en pesos.
* Desde hace unos días empezaron a alimentar expectativas de una brusca devaluación para después de las elecciones legislativas a través de operaciones en el mercado de dólar futuro.
* Ignora las firmes señales de recuperación económica y de los diversos programas de financiamiento oficial al sector productivo.
* Critica simples medidas de transparencia en las exportaciones de carne vacuna pese a que se descubrieron diversas maniobras de subfacturación.
* Impulsa el endurecimiento de la conducción de la Unión Industrial promoviendo la candidatura a presidente del abogado y lobista Daniel Funes de Rioja. Si Techint termina imponiéndolo hundiría a la UIA en un cuadro patético: una cámara industrial relevante del país tendría como titular una persona que no es industrial.
En los próximos meses el desafío del gobierno de Fernández es consolidar la estrategia económica para provocar un sendero de desaceleración del alza de precios. Para tener éxito en esa misión debe fortalecer la estrategia política frente al poder económico porque en ese terreno también se juega cuál será la trayectoria inmediata de la tasa de inflación.