PáginaI12 En Gran Bretaña
Desde Londres
La Unión Europea (EU) comenzó a jugar sus fichas en la elección británica del 8 de junio. Con la vieja estrategia del palo y la zanahoria, el presidente del Parlamento Europeo Antonio Tajani dijo que el Reino Unido sería recibido con los brazos abiertos si da la espalda al Brexit en las elecciones.
En una entrevista publicada después de su encuentro con la primera ministra Theresa May, Tajani señaló que el procedimiento era muy claro en caso de que los británicos cambiaran de parecer. “Si quieren retirar el artículo 50 no hay problema. Todos estaríamos a favor. Me haría muy feliz”, señaló.
El comentario choca de frente con la posición de Theresa May, que reiteró al convocar a elecciones anticipadas el martes que no había marcha atrás con el Brexit y que el objetivo de los comicios era ampliar su mayoría parlamentaria para poder llevar a buen puerto las negociaciones con la Unión Europea.
Consciente de que las chances de que los británicos den marcha atrás son escasas, un documento europeo filtrado a la agencia de noticias británica Reuters reveló la dura estrategia que los 27 países restantes de la UE se aprestan a acordar en una cumbre el 29 de abril. Según el documento, el Reino Unido tendrá que pagar durante años a la UE, seguirá sujeto a la Corte Europea de Justicia aún después del Brexit y deberá autorizar a los parientes de inmigrantes europeos a residir en el país, todos temas centrales en el referendo del año pasado.
El documento interno europeo no especifica la cantidad de dinero que deberá pagar el Reino Unido –informalmente se ha hablado de unos 60 mil millones de euros– pero deja en claro que el acuerdo deberá fijar un “monto global” para honrar obligaciones financieras contraídas como miembro de la Unión Europea y “un plan de pagos anuales” que reflejará los préstamos y garantías adoptados por el Reino Unido como miembro del bloque europeo.
A nivel político estos pagos son dinamita porque tienen el perfume de las contribuciones que los perdedores de una guerra están obligados a pagar al ganador y porque revelaría en todo su miserable esplendor una de las mentiras más extendidas de la campaña del Brexit: que el Reino Unido ahorraría el equivalente a más de 400 millones de dólares por semana, que podría destinar al financiamiento del Servicio Nacional de Salud, si dejaba la Unión Europea.
El documento, que detalla la estrategia que adoptará al jefe de negociadores europeos Michel Barnier, contiene otro fuerte golpe al orgullo nacional británico. En el período de transición hasta la plena salida británica de la UE, la Corte Europea de Justicia será la encargada de dirimir las diferencias entre ambas partes, es decir, que la justicia británica deberá subordinarse a sus fallos. La necesidad de recuperar la plena autonomía judicial, incorporando o desechando la legislación europea adoptada durante más de cuatro décadas, fue uno de los caballos de batalla al que más apeló el peculiar nacionalismo insular de los británicos.
En el tema inmigratorio, tan central en el Brexit, los europeos quieren que se garantice a los familiares de residentes europeos el derecho a vivir en el Reino Unido y que se eliminen las engorrosas trabas burocráticas para este procedimiento. Es interesante que los mismos conservadores, seguros de su fortaleza electoral, han comenzado a suavizar su postura frente a la inmigración. A diferencia de los plataformas electorales previas, en la actual los torys han insinuado que no van a fijar ninguna cifra concreta para el control inmigratorio. “No es un problema de números sino de atraer a la gente que necesitamos, a los más brillantes, a los mejores”, indicó la ministra de Cultura Karen Bradley el pasado jueves.
Este cambio podría indicar que la ventaja de 20 puntos en las encuestas le ofrece a Theresa May un mayor margen de maniobra. Diluída la amenaza por derecha de los nacionalistas británicos del UKIP, May puede intentar ocupar el evanescente centro con sus promesas de una ecuánime unidad que trascienda los colores partidarios. En resumen, como la única opción real para llevar adelante un Brexit moderado.
En estos primeros días de campaña han florecido los rumores de pactos entre los partidos de oposición para enfrentar a los conservadores con un “voto táctico” Según una alta fuente del Laborismo citada por el matutino pro laborista Daily Mirror con solo arrancarle a los conservadores 40 escaños, quedarían en una situación de paridad.
En este “voto táctico” el tema europeo será fundamental. La abogada que forzó una votación parlamentaria para abrir negociaciones con la UE, Gina Miller, lanzará una campaña, Best for Britain que fue desbordado por la contribución de votantes interesados en el proyecto. El palo y la zanahoria de la UE parecerían apuntar en esta dirección.
La economía podría dar un mano. El temor a una desaceleración profunda de la economía por el Brexit se materializó por primera vez con los datos revelados ayer sobre una caída del consumo de un 1,8% en marzo que confirma la disminución en los dos primeros meses del año. El consumo venía sosteniendo la idea de un Brexit indoloro pero el impacto de la caída de la libra sobre los precios y el contínuo aumento de la deuda individual de un gasto individual más sostenido por la tarjeta de crédito que por el aumento salarial, están golpeando al gobierno justo al comienzo de la campaña electoral.