La brújula no miente. Desde hace 83 años, cuatro hachas apuntan a los puntos cardinales de la ciudad. Esta crónica arranca con el aviso de un transeúnte que mataba minutos caminando por la plaza de la Legislatura. Seguramente le llamó la atención la gran bandera nacional en lo alto del mástil en su pelea contra el tiempo o la desidia para que el viento no la deshilache. Al bajar la mirada, tal vez fue el manso resplandor del sol de esa mañana el que develó las cuatro figuras blancas, casi impolutas. Fascios decoran la base del mástil y sostienen cada cara del volumen cuadrangular. Los planos contienen unas siluetas que parecen simular pergaminos y un escudo antiguo de la provincia de Salta.

¿Usted conoce el simbolismo de ese mástil? Preguntó Salta/12 a la concejala Frida Fonseca (PJ) apenas concluyó su breve discurso en la antesala del acto central por la fundación de la ciudad de Salta. Corría la mañana del viernes 16, con Hernando de Lerma en lo alto y el mástil de fondo. La funcionaria miró con sorpresa a la cronista y aseguró no saber con certeza ni recordar otra consulta tan particular. La misma respuesta la dió un sargento de Gendarmería Nacional. La suerte no cambió con un periodista de exteriores, que finalizaba su trabajo informativo. “No, nunca me preguntaron, pero si querés te averiguo”, prometió mientras se perdía tras la parada de una línea de colectivo. Pero esa misma mañana, antes del acto, y como si fuese una oyente más, este medio apeló a la memoria del periodista Jorge Villazón. En pleno desarrollo de su programa matutino, respondió la consulta: “La historia del mástil no la conozco, pero en la base tiene cuatro fascios, el símbolo que Mussolini tomó del Imperio Romano para su régimen”.

Durante la semana, una ronda de consultas virtual transcurrió dentro del grupo “Nuestra Salta de Ayer” que arrojó casi la misma respuesta. Miguel Rosales, docente universitario en la carrera de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Nacional de Salta (UNSa), cerró hilos de discusión ya abiertos con un contundente “es el símbolo del fascismo”. Hasta su respuesta, se desviaban hacia el escudo y su decorado, todos iguales en cada plano. “La bandera de Salta tiene la misma estrella”, aportaba Roberto Steren, que continuó con capturas de pantalla de un artículo publicado por el sitio web El Portal de Salta. Allí la historia transcurre por las avanzadas realistas desde el Alto Perú, por la Quebrada de Humahuaca, y la defensa de la ciudad de Salta al mando de Güemes y sus Infernales entre abril y mayo de 1817. Pero al final del diálogo asincrónico, fue Yoli Alba quien se situó a fines del siglo XX. “La actual bandera de Salta ignoró la ya existente (...) cuando comenzó la apropiación de los símbolos gauchos por parte del político de turno". Alude a la gobernación de Juan Carlos Romero en 1997.

José Alfonso de la Guarda de Ponte, a cargo de El Portal de Salta, desconocía la historia del mástil. Su respuesta colaboró para situar el curioso rostro del centro del escudo entre los años 1907 y 1937. “Es Febo Niño, que representa al sol naciente. Con respecto al contorno (por los vértices) es un Haz de Varas usado por la República Romana”. Carlos Humberto Binda, integrante de la Sociedad Italiana de Salta, respondió a la consulta lanzada por Salta/12 al interior de la asociación. “En los ángulos de ese mástil hay una reminiscencia del fascio de Mussolini. Representa el inicio de la unidad italiana después de la primer guerra mundial. Se concreta con el Pacto de Letrán y el anexo de Trento y Trieste”. La charla lleva a los años dorados de Benito Mussolini entre guerras. “¿Había anarquistas en Salta por los años treinta?”, consulta la cronista. “No había corrientes anarquistas en Salta”, afirmó contundente Chochó, por su apodo. La pregunta apuntaba al hecho de que entonces, la comunidad italiana en Salta era muy grande, y a que los fascios del mástil parecen enfrentar –aunque años más tarde - a la justicia sin vendas en los ojos que mira desde las molduras sobre la ventana principal del Parlamento salteño. Hay versiones que aseguran que esos relieves figurativos fueron instalados por italianos anarquistas que formaron parte de la mano de obra migrante que construyó el Palacio Legislativo entre 1893 y 1902.

La Justicia sin venda en el Palacio Legislativo. 

Cuestiones de contexto

¿Quién o quiénes proyectaron el mástil? Podría ser un dato escondido en el diario de sesiones del Parlamento salteño, si ese archivo no estuviese de mudanza por estos días. Roxana Solá, del Registro Parlamentario de Salta, se disculpó por no poder profundizar la indagación. “Tenemos todo embalado. Seguramente la semana que viene podrá consultar”. La investigación pretendía indagar si alguna versión taquigráfica podría contener un relato más preciso en boca de representantes de entonces, que los arrojados por el navegador remoto del boletín oficial salteño.

El 1 de octubre de 1935, la ley 652 fue el instrumento que autorizó al Poder Ejecutivo a destinar la suma de 8 mil pesos (moneda nacional) “para la construcción de un mástil de bandera”. Se colocaría “en el centro de la rotonda de la Plaza General Güemes de la ciudad de Salta”. Además encargaba a la Dirección General de Obras Públicas de la provincia “proyectar y construir la obra”. El siguiente hito aparece el 2 setiembre de 1941. Autorizaba pagos diversos, entre ellos, 60 pesos (moneda nacional) por “una placa de bronce para el Mástil en Plaza Güemes”. Lo adeudaba a Capobianco Establecimientos Metalúrgicos.

Hoy esa placa no existe. ¿Se la habrá llevado el vandalismo? Lo cierto es que el mástil fue construído por esos años, dato que corrobora la única foto del mástil en la Memoria de Obras Públicas de la Provincia de Salta de 1936 a 1940. Eran tiempos en que gobernaba Luis Patrón Costas y Ceferino Velarde era el intendente capitalino. Aunque cabe aclarar aquí, que la ley que destinó los fondos para su construcción fue aprobada mientras Avelino Aráoz gobernaba la provincia.

Fasci para armar

1935 no es cualquier año y los 30 no son cualquier década. Habían pasado tan sólo tres años desde que el salteño José Felix Uriburu dejara el sillón presidencial -robado a Yrigoyen- al general Agustín P. Justo. De hecho, los seguidores de Uriburu consideraban que las posiciones de Justo, en palabras de hoy, lo ubicaban más bien por “Corea del centro”. Sin mención al mástil o su historia, Gregorio Caro Figueroa, en un artículo publicado por el sitio SaltaLibre.net en setiembre de 2014, desarrolla el frustrado golpe al general Justo en junio de 1935. Relata que fue organizado “por oficiales y políticos nacionalistas de extrema derecha, opositores al presidente de la República (...) y fervientes admiradores del fascismo”. Siempre en función al posible contexto histórico del mástil y sus fascios, el historiador salteño aporta que “el plan golpista había previsto (...) la sublevación de los jefes de la Guarnición Salta, la adhesión del presidente y vice de la Cámara de Diputados, y de algunos ministros del gobernador Avelino Aráoz”.

¿Existió la internacional fascista o Fasci Italiani all'Estero en Salta (organizaciones fascistas que comenzaron a surgir de manera espontánea en el mundo)? ¿dejaron su marca en el mástil de la Plaza Güemes? La última pregunta es una incógnita. Sin embargo, para la primera, hay bastante tela. Bruno Cimatti, de la Universidad Nacional del Sur, abre pistas en una nota al pie de un artículo académico. Indica que dos historiadores argentinos -Fernando Devoto y Leticia Prisle- mencionan en libros de su autoría que tratan sobre la migración italiana y el fascismo argentino, “el accionar de los fasci (...) en las ciudades de Rosario, Santa Fe, La Plata, Junín, Bahía Blanca, Córdoba, Mendoza, Tucumán, San Juan, Salta y Jujuy, entre otras localidades del interior del país”.

Los diarios no hablan, los pañuelos sí

El viaje en el tiempo por los diarios El Intransigente y El Norte de octubre de 1935 no encuentra interés alguno por dilemas parlamentarios locales, el futuro mástil en la Plaza Güemes, o algún representante del Fasci Italiani all'Estero en la cittá. No, al menos, en los que atesora la hemeroteca del Archivo Histórico.

Diarios salteños de 1935.

Sus noticias y publicidades se orientaban al gran público migrante de Salta, compuesto por diversas nacionalidades desde la colonia. Aquel octubre, la Liga de las Naciones batallaba contra el miedo a una nueva guerra mundial, la guerra que libraba Mussolini en Etiopía (África), las amenazas de Alemania y el Vaticano pidiendo por la paz. Las publicidades de las transnacionales del petróleo y el salitre se entremezclaban con el negocio del azúcar, el devenir de la clase dirigente y sus consumo relacionado con los viajes. Lo más cercano a “lo popular” llegaba por el deporte, con el básquet como disciplina principal y un fútbol local en ascenso.

SAETA era una Sociedad Anónima Exportadora de Textiles y Aceites, no la empresa de transporte de pasajeros actual. En su publicidad, Pan Sansone aseguraba ser el más barato y Luis Bartoletti era el dueño del almacén de ramos generales más importante en la calle Florida. Las enfermedades como la rabia, la parálisis infantil en Estados Unidos, la gripe y la neumonía, ganaban caracteres casi twitteros, como la disertaciones del doctor Chagas en el Club 20 de Febrero. El ejército soviético ganaba un lugar fuera de las principales páginas, se anunciaba que León Trotsky estaba exiliado en Noruega, mientras el actor Clark Gable partía de gira a Europa.

Mudo testimonio de otra época, el mástil, el escudo y sus fascios, hoy combinan pañuelos blancos de madres y abuelas de Plaza de Mayo alrededor. Una intervención de marzo de 2018 que respondió a una consigna de pintarlos por todo el país. Quienes los pintaron no conocían la historia del mástil ni advirtieron el simbolismo de sus fascios. Quizás, como al transeúnte que mataba minutos, al principio solo vieron la bandera.