El próximo 3 de julio se conmemorará medio siglo de la muerte de Jim Morrison, uno de los socios más ilustres del llamado Club de los 27. Si bien muchos artistas fallecieron a los 27 años, por diferentes motivos, los músicos de rock generaron ese mito y también la membresía. Todo comenzó con Brian Jones, exguitarrista de los Rolling Stones. Luego de los decesos de Janis Joplin y Jimi Hendrix en 1970, el líder de The Doors alardeaba en sus juergas por los bares de Los Angeles con que sería el próximo. Y cumplió con su profecía.
Sin embargo, a diferencia del cantante y guitarrista, quien murió ahogado en su propio vómito, y de la vocalista, de la que se supo que falleció a causa de una sobredosis de heroína, la muerte de Morrison sigue siendo un misterio. Eso alimenta su mito, al punto de que aún se cree que él mismo escenificó su óbito para zafar de la fama. A pesar de que se lo pudo ver por París con un cuaderno de anotaciones, porque en teoría deseaba dedicarse de lleno a la poesía, su entorno francés asegura que desde su llegada allá, el 11 de marzo de 1971, sólo se abocó al desmadre.
Existen varias teorías sobre su defunción: tuvo una sobredosis de heroína en el baño del club Rock & Roll Circus, y lo llevaron a su departamento para dejarlo en la bañera. Volvió a su hogar, se metió en la bañera y sufrió un infarto. O regresó a casa, esnifó heroína y se sumergió en la bañera. Lo cierto es que cuando el mánager de The Doors, Bill Sidons, llegó a París, tres días más tarde, se encontró con un certificado que decía que había muerto de un infarto agudo al miocardio y con el ataúd sellado. La última en verlo fue su novia Pamela Courson, a la que se vinculó sentimentalmente con el que posiblemente le suministró la dosis mortal a Morrison: el fallecido conde Jean Breteuil. El millonario francés, dueño de una reputación despreciable, blanqueó en aquella época su noviazgo con la cantante Marianne Faithfull, que aseguró en una nota de 2014 para la revista británica Mojo que fue él quien mató a Morrison. Mientras el enigma está latiente, los restos del icono del rock descansan en el cementerio parisino de Père Lachaise. Adonde irá a rendirle honores un batallón de fans, si el coronavirus lo permite.