No alcanzó con el rechazo a las malas condiciones laborales y a un sistema de vigilancia permanente que opera sobre sus casi 800 mil empleados en Estados Unidos. Tampoco con las palabras del presidente Joe Biden, quien llegó a asegurar que "cada trabajador debería tener la opción libre y justa de afiliarse a un sindicato". A pesar de ser el blanco de una intensa campaña, Amazon logró frenar el intento de sindicalización más importante de su historia. El recuento de votos demostró que 1.798 trabajadores de un almacén de Alabama votaron en contra de unirse al Sindicato de Tiendas Minoristas, Mayoristas y Grandes Almacenes (RWDSU) y apenas 738 lo hicieron a favor. "Amazon se jactó de que ya estaba pagando 15 dólares la hora, esa zanahoria se combinó con un intenso procedimiento operativo y coercitivo que inundó a los trabajadores
con mensajes antisindicales", explicó en diálogo con Página|12 el director del Centro para el Estudio del Trabajo de la Universidad de California en Santa Bárbara, Nelson Lichtenstein.
"Amazon busca extraer la última gota de sudor y esfuerzo de sus trabajadores, y es mucho más fácil hacerlo si no tienen una voz colectiva. Existe una enorme brecha entre el mundo de fantasía de Amazon en el que todos están en el mismo barco trabajando para deleitar a los clientes, y la dura realidad del ritmo de trabajo acelerado en los almacenes y rutas", expresó por su parte el profesor visitante de la Universidad George Washington, Robin Gaster. Parte de esa lógica laboral quedó expuesta cuando días atrás y luego de un sostenido silencio, la compañía terminó reconociendo que sus conductores son obligados a orinar en botellas de plástico por falta de baños y de tiempo.
La principal excusa que Amazon esgrimió para frenar la sindicalización es su salario mínimo: 15 dólares la hora. "Esto está muy por encima del mercado laboral donde Amazon recluta a sus trabajadores, es decir, por encima del pago en comidas rápidas, hospitalidad, hogares de ancianos, etc. Esos salarios son los que Bernie Sanders y la izquierda demócrata quieren aprobar ahora en el Congreso", reconoció Nelson Lichtenstein. Una bandera sostenida por la mayoría de los trabajadores estadounidenses en un país en el que el salario mínimo lleva años congelado en 7,25 dólares la hora.
Aunque Amazon lleva más de 25 años operando en Estados Unidos, sus trabajadores no cuentan con ninguna representación gremial. Para Robin Gaster la ausencia de sindicatos en la firma se debe fundamentalmente a un modelo de empleo basado en unos altos niveles de rotación. "La sindicalización requiere que los trabajadores desarrollen la confianza y la solidaridad. Eso es difícil cuando los trabajadores entran y salen todo el tiempo", apuntó el autor del libro Behemot, la subida de Amazon.
Por su parte Ruth Milkman, socióloga laboral en la Universidad de la Ciudad de Nueva York, hizo hincapié en la estrategia de Amazon para desmotivar a sus trabajadores. "La compañía apostó a una gran demora en la votación para intimidar a los trabajadores y bloquear los esfuerzos de los organizadores para interactuar con ellos, desde cambiar la duración de un semáforo cerca del centro de distribución (al no tener acceso a la planta, los delegados intentaban hacer campaña afuera), hasta colocar volantes anti-sindicatos en los baños". También organizaron reuniones de "audiencia cautiva": convocatorias en horario laboral a las que los trabajadores debieron asistir, y en las cuales la dirección ejecutiva expresaba su postura contra el sindicato.
Según revelaron varios trabajadores de distintas partes de Estados Unidos, Amazon se convirtió en una suerte de Gran Hermano debido a su enorme capacidad de vigilancia. En los centros de distribución las cámaras monitorean a los empleados las 24 horas. Miden cuántas cajas se empacan o cuántos códigos de barras se registran. Incluso implementaron brazaletes para los trabajadores con los que vigilan los movimientos de sus manos e identifican dónde se encuentran en todo momento. Parte de ese trabajo bajo presión está muy bien retratado en la pelicula Nomadland, dirigida por Chloé Zhao y firme candidata a los premios Oscar.
Aún frente a esa atmosfera opresiva, Amazon logró torcer la voluntad de sus trabajadores. Entre las causas del fracaso de la votación, Nelson Lichtenstein aseguró a este diario que "la campaña sindical actual se inauguró demasiado rápido y sin un desarrollo organizativo necesario para librar una batalla real". En cualquier caso, el RWDSU no aceptará tan sencillamente el resultado. La gremial que representa a más de 60 mil trabajadores anunció que denunciará a Amazon por "prácticas laborales injustas" ante la Junta Nacional de Relaciones Laborales de Estados Unidos. Su presidente Stuart Appelbaum asegura que la empresa "interfirió" con el derecho de los trabajadores a votar “en una elección libre y justa".
"El RWDSU presentará quejas ante los reguladores de Trabajo de Estados Unidos sobre las irregularidades en las elecciones. Éstas podrían tomar tiempo hasta ser procesadas, pero existe una probabilidad razonable de que tengan la oportunidad de volver a realizarse elecciones en una fecha futura. Sin embargo, sin cambios en las reglas sobre las elecciones sindicales, será una batalla cuesta arriba", explicó la socióloga Ruth Milkman. Más aún si se tiene en cuenta que la junta está, a pesar del cambio de gobierno, dominada por una mayoría de vocales republicanos nombrados por el expresidente Donald Trump.
Como corolario de esta dura derrota, los analistas se preguntan si el modelo desarrollado por los trabajadores de Amazon en Alabama podrá impactar en nuevos intentos de organización sindical. "Una gran pérdida como ésta no alentará a los trabajadores de otros almacenes a correr el riesgo de organizarse. Amazon ha sido acusado de despedir a trabajadores en otros almacenes por querer organizarse", aseguró Robin Gaster. "La legislación laboral de Estados Unidos exige que cada almacén se organice por separado. Esa es una barrera enorme, es como luchar en la Primera Guerra Mundial, trinchera por trinchera", agregó el economista que hace años estudia el comportamiento de Amazon.
En cambio, Nelson Lichtenstein elige ser un poco más optimista: "Una derrota es una derrota, pero en este caso hay un giro. Si bien el fracaso en Alabama demuestra que incluso los trabajadores afroamericanos no son inherentemente pro-sindicato, el enorme esfuerzo realizado por la empresa y el enorme interés y apoyo mostrado por los demócratas, del presidente Biden para abajo, indica que lo que solía ser conocido como 'La cuestión laboral' vuelve ahora a la agenda social y política".
En un país en el que la representación sindical cayó del 20 por ciento en 1983 al 11 por ciento en 2020, según la oficina de Estadísticas de Trabajo de Estados Unidos, el historiador cree que los demócratas finalmente se están dando cuenta de que el declive del sindicalismo exhibe las dificultades del partido dentro de la clase trabajadora: "Los latinos y los negros son distritos electorales fundamentales para el partido, pero movilizarlos de manera permanente requiere más que hacer anuncios en las vísperas de las elecciones y salir a golpear puertas. Los sindicatos alguna vez organizaron al electorado del sector trabajador y pueden hacerlo de nuevo".