La traumática destitución de Dilma Rousseff había dejado al Partido de los Trabajadores (PT) prácticamente fuera de juego. La izquierda brasileña entendía que la candidatura de Marcelo Freixo a la alcaldía de Río de Janeiro era la única oportunidad disponible para mostrar capacidad de reacción ante el golpe sufrido por la presidenta electa. En pocas semanas, la campaña -financiada en buena parte por sus propios votantes- se federalizó y logró colocar a Freixo en la segunda vuelta. Apenas definido el nuevo escenario, el candidato del Partido Socialismo y Libertad (PSOL) obtuvo un triunfo adicional, menos aparente: reunió detrás de su figura a todas las fuerzas de la izquierda y el progresismo, desde el PT y la Red Sustentabilidad de Marina Silva hasta el Partido Comunista y el trotskista Partido Socialista de los Trabajadores Unificado. Wagner Moura, Caetano Veloso y Chico Buarque respaldaron públicamente a Freixo e hicieron campaña por él.
Pero el 30 de octubre la mayoría de los cariocas eligió al pastor Marcelo Crivella, exsenador y sobrino de Edir Macedo, fundador de la Iglesia Universal del Reino de Dios. No era la primera vez que Freixo quedaba a las puertas de la alcaldía. En 2012 había perdido frente a Eduardo Paes, que buscaba la reelección con ayuda del Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), que preside Michel Temer. Pese a la derrota, Freixo superó el 40 por ciento de los votos, el PSOL salió fortalecido de las urnas y la base que acompañó su candidatura se mantiene y se consolida, en la que fue la mejor performance electoral de la izquierda tras el impeachment y en plena marea conservadora.
Aunque no lo parezca, la balanza se inclina a favor de Freixo, un profesor de historia nacido en la Bajada Fluminense, en la periferia de la ciudad maravillosa. Tranquilo, a salvo de las maneras de los políticos tradicionales, Freixo es pedagógico cuando explica las causas de la violencia institucional que padecen los sectores más pobres de Río y vehemente en su defensa de los derechos humanos y las minorías. Aprendió rápido los riesgos de la política. En 2008, dos años después de asumir como diputado estadual, encabezó la comisión parlamentaria encargada de investigar el accionar de las milicias, grupos paramilitares con luz verde para matar o perdonar la vida. El siguiente paso fue indagar el esquema del tráfico de armas. Para sus detractores, Freixo estaba yendo demasiado lejos en su trabajo. Las amenazas de muerte lo obligaron a exiliarse en España por un breve tiempo.
Aquel joven que inició su militancia en el PT y llevó educación a las cárceles –el director José Padilha se inspiró en él para componer el personaje de Diogo Fraga en la aclamada Tropa de Elite 2– es hoy una figura política en ascenso. Reservado o simplemente despreocupado, sólo Freixo sabe cuándo será el momento de dejar Río y mudarse a Brasilia. A adversarios y partidarios dejó en claro que su carrera es consecuencia del ejercicio persistente de la audacia y la decisión. La pregunta es si habrá lugar para las cualidades de un Marcelo Freixo en las grandes ligas.