En los tribunales de Comodoro Py, hoy se realizará la segunda jornada del juicio oral a Luis D’Elía, Lito Borello y Luis Bordón por la toma de la comisaría 24ª, ocurrida en 2004, tras el asesinato de Martín “Oso” Cisneros. Está previsto que en la audiencia declare Borello. Fundador del Comedor Los Pibes, una histórica organización social del barrio de La Boca, el dirigente era uno de los compañeros más cercanos al militante asesinado. En diálogo con PáginaI12, recordó qué hechos los llevaron a la ocupación, y remarcó que “sin la protesta, la policía no hubiera detenido al asesino”.
“La toma fue el 25 de junio de 2004 –dijo Borello–, pero seis meses antes ya veníamos avisando que recibíamos amenazas. Habíamos hecho la denuncia, tanto en el Ministerio de Justicia como en el de Seguridad.”
–¿Qué tipo de amenazas?
–Por ejemplo, robaron la casa donde, seis meses después, iban a asesinar al Oso, y el autor del robo fue la persona que después se convertiría en su asesino, Juan Carlos Duarte. Tras ese robo, Duarte desapareció por un tiempo, amparado por la policía, pero reapareció a los tres o cuatro meses. Otra vez lo volvimos a denunciar... En Seguridad se había abierto hasta un expediente interno, producto de que manifestábamos la clara relación que tenía este dealer con la comisaría 24ª. En aquel momento la 24ª era una comisaría paradigmática por la cantidad de denuncias de corrupción en su contra.
–Entonces, eran aprietes de un sector narco...
–Las organizaciones como las nuestras terminan confrontando con los narcos porque son, en los hechos, las que están en el territorio, reconstituyendo el tejido social, cuidando a los pibes. Nuestra organización ya llevaba en ese momento diez años de trabajo en La Boca. Después, en 2007, terminamos armando Madres en Lucha contra el Paco, pero ya en 2004 teníamos presencia, tocábamos intereses. Y fue clara la complicidad de la policía, que liberó la zona para que Duarte matara al Oso.
–Desde el primer momento, sin embargo, la toma de la comisaría fue enfocada por los grandes medios como un hecho de violencia infundado: el planteo fue que la ocuparon porque eran piqueteros.
–Eso fue construido maliciosamente. Se pone en cualquier zócalo y no dicen que estábamos reclamando a la policía que actuara ante un asesinato. Cuando a Martín lo matan, los vecinos nos avisan. Este dealer, con otro que por ser menor zafó, desde 40 metros antes se fue acercando a la casa disparando como si estuviera en el far west, hasta que una de las balas le da en el pómulo a Martín. Él muere dentro de su casa. Duarte se escapa, y cuando todos los vecinos le decían a la policía quién era y dónde se había ido a esconder, la policía miraba para otro lado y decía que no tenía órdenes. Por eso surge de manera visceral ir a la comisaría, estando a cinco cuadras. A esto los titulares no lo cuentan. Ni tampoco que una hora después del crimen se cumplía un aniversario de la masacre de Puente Pueyrredón. Es decir que eligieron esa fecha para golpear a una organización popular.
Los acusados por la toma enfrentan cargos por privación ilegítima de la libertad, atentado a la autoridad, daño agravado a bienes de uso público, amenazas, instigación a la violencia, lesiones leves y otros delitos que podrían llevarlos a prisión. En la audiencia de la semana se leyeron las imputaciones. Luego, D’Elía comenzó a declarar: denunció la mano del macrismo tras el juicio.
“Lo que vemos es que hay una gran construcción para condenarnos en el marco de la coyuntura actual, donde el gobierno de Mauricio Macri criminaliza, judicializa, estigmatiza a los movimientos populares, a sus dirigentes y militantes, porque sabe que somos la punta de lanza de la resistencia a este modelo –coincidió Borello–. Esto está puesto en la misma coyuntura de Milagro Sala presa. Las amenazas a Roberto Baradel, el atropello al comedor Los cartoneritos en Lanús, la muerte de Iky Julián y de César Méndez, del Movimiento Popular La Dignidad”.
–En la etapa de instrucción, ¿la Justicia no tomó en cuenta los motivos de la toma?
–No veo que haya una mirada sobre lo que planteamos. Obviamente, explicamos que fuimos a pedir que la policía actuara, que se hiciera justicia. Si los policías que estaban en el barrio no accionaban, ¿dónde íbamos a reclamar?
–¿Qué pasó con el autor del crimen?
–Fue detenido y condenado a 18 años de prisión. Lo encontraron culpable por el asesinato, y eso demuestra la certeza de nuestro planteo. Después lo dejaron libre cuando cumplió los dos tercios y lo mandaron a vivir a 40 metros de la cooperativa donde trabajaba el Oso. Duarte volvió haciendo ostentación de la venta de drogas, decía que tenía armas y se iba a vengar. Si no fuera por los vecinos, que rápidamente salieron a pegatinar el barrio advirtiendo que había un asesino libre, que tenía causas por violación, que era quien era, se hubiera quedado. Y hubiera vuelto a llevarse puesta a alguna compañera o compañero de la organización, así lo manifestaba él mismo.
-Si no hubieran tomado la comisaría…
-Hubiera seguido libre, como siguió libre después del robo.