EFEMÉRIDE FUTBOLERA: Un día como hoy, pero de 1881, se juega en el patio de atrás del Louvre de París un esperado partido desafío por la Copa Libertadores del Arte, el clásico pictórico entre el Deportivo Impresionistas y el Club Defensores del Expresionismo.
El equipo local, dirigido por Edouard Manet, formó con Pierre Renoir en el arco, Claude Monet, Edgar Degas, Auguste Rodin y Seurat en defensa; Gauguin, Matisse y Toulouse-Lautrec (capitán) en la línea media; y arriba Paul Cézanne, Vincent Van Gogh y Pissarro. Por su parte, el cuadro expresionista que tiene a Ernst Ludwig Kirchner por entrenador, alistó a estos once: Modigliani en la valla; Marc Chagall, Soutine, Edvard Munch (capitán) y Rouault en la línea defensiva; Die Brücke, Paul Klee y Kandinski en el mediocampo y a Marc, Schiele y el brasileño Segall en la línea delantera.
Según la revista de la época, “El Pincel Deportivo”, durante el primer tiempo el equipo impresionista cumplió con su estilo y dejó una buena impresión. Tuvo claridad para manejar la pelota y la luz necesaria para alcanzar belleza y balance tanto en la pintura como en el campo de juego. El equipo que defendía los colores (primarios y secundarios, siempre luminosos y brillantes) del Impresionismo parecía una de las bailarinas de Degas, ya que literalmente bailó al cuadro expresionista. Terminó el primer tiempo con un resultado favorable: 2 a 0, con un golazo de Monet y otro del capitán Lautrec.
Cuenta la crónica que al comienzo del complemento hubo un grito, pero no de gol, sino de susto, de parte de Edvard Munch, el popular delantero noruego del expresionismo. Y tras este Grito de Munch, hubo forcejeos en el área, pincelazo en la cara a Gauguin, Van Gogh que reacciona con un óleo color bermellón, Chagall que intenta separar y Paul Klee, que jugaba con un cuchillo entre los dientes, le corta una oreja a Van Gogh. El árbitro decreta tiro libre para el Impresionismo, patea Rodin, pero al pensar demasiado, mucho más que su propia obra “El Pensador”, le quitan la pelota y la inspiración. En los últimos minutos, el conjunto impresionista siguió creando luces dentro de las zonas de sombra del área chica y sombras dentro de las zonas iluminadas del mediocampo y de esta manera llegó al tercer y último tanto, una verdadera obra de arte del “Sordo” Van Gogh.
Del planteo del equipo expresionista sólo podemos rescatar algunas pinceladas de buen fútbol y colores pastel. Fue un clásico sin claroscuros, aunque los colores impresionistas empastados sobresalieron frente a los grises y a la distorsión de la realidad tan propia del equipo expresionista que no logró hacer un mejor uso de la perspectiva y del espacio.
La actuación del árbitro del encuentro, el pintor simbolista Gustav Klimt, fue una pinturita.