Lo que había ocurrido en la cancha de Boca una semana atrás se repitió ayer en el estadio de River. Un equipo que muestra argumentos para quedarse con al victoria, apenas convierte un gol, y termina frustrado porque el triunfo se le escapó en el tramo final. Aquélla vez fue Patronato el que amargó la salida del líder, y en esta oportunidad fue Sarmiento el que impidió que el conjunto de Núñez pudiera acercarse a la cima. La distancia sigue siendo de seis puntos, pero la frustración en el Monumental fue muy grande. Con la igualdad, el equipo cortó una racha de cinco triunfos consecutivos, más dos de la Copa Libertadores, pero la sensación que quedó fue que lo de ayer fue lo más parecido a una derrota.
El caso de River resulta curioso. A pesar de que en el juego fue apenas superior, no pudo ante un plantel que se encuentra en zona de descenso, y que utilizará el gol de Pérez Godoy como la plataforma para intentar mantener la categoría.
La falta de puntería en la definición, más las grandes atajadas del ex River Julio Chiarini, provocaron que el local no pudiera lograr el éxito que lo hubiera dejado a sólo cuatro unidades de su máximo rival. Si bien le costó exhibir superioridad en el campo, sobre todo en el primer tiempo, las individualidades de River siempre estuvieron por encima de las de Sarmiento. Gonzalo Martínez manejando los circuitos ofensivos, y Driussi y Alario generando peligro constante con sus apariciones en el área. El que no pudo sumarse a ese trío fue Ignacio Fernández, quien se mostró impreciso en la entrega de la pelota, y abusó mucho de los pases hacia atrás en lugar de apuntar hacia el otro lado.
De la otra vereda, la propuesta de Sarmiento fue saludable. Con Astina como hombre más creativo en la mitad de la cancha, apostaban a los tiros cruzados para las llegadas de Núñez y Di Renzo por los costados. El que esperaba en soledad era el uruguayo Balboa. Con eso se las ingenió para construir algunas situaciones de peligro, y sorpresivamente llegó al empate cuando le costaba más llegar al área de Batalla.
Alario y el ingresado Auzqui tuvieron oportunidades claras para aumentar la diferencia, pero por diferentes circunstancias no las concretaron. El que aprovechó su chance fue Driussi, que en el inicio del segundo tiempo convirtió el gol con un toque de derecha para ubicar la pelota al lado del palo, después de capturar un rebote dentro del área.
La diferencia sirvió para que River adquiriera mayor tranquilidad para manejar el desarrollo, y las situaciones favorables fueron apareciendo con frecuencia. Sarmiento sintió el golpe anímico y ya no tenía la fluidez anterior para acercarse al arco de Batalla.
Pero como suele ocurrir, la mínima ventaja no termina de sentenciar un duelo, y el mínimo detalle puede desencadenar el desconcierto. De esa manera, una acción detenida terminó con el gol de Pérez Godoy que hizo silenciar a todo el estadio. La ruta de River continuará el jueves próximo en Ecuador, para enfrentar a Emelec, y tratar de olvidar rápido lo que sucedió anoche. Pero el pensamiento de lo ocurrido también puede actuar como factor negativo para lo que viene. De River dependerá exclusivamente si lo que pasó ante los de Junín fue apenas un desacierto, o se transforma en una marca que perdura en el tiempo.