Monte Hellman, uno de los últimos rebeldes del cine estadounidense, autor de films de culto como Rumbo al infierno (The Shooting, 1966) y Carrera sin fin (Two-Lane Blacktop, 1971), murió el 20 de abril en el Centro Médico Eisenhower en Palm Desert, California, luego de una caída en su casa el 19 de abril. Tenía 91 años.
Cineasta independiente y siempre inconformista, Hellman fue ampliamente admirado dentro de la industria, donde ganó admiradores como Quentin Tarantino, quien le pidió ayuda para llevar adelante su opera prima, Perros de la calle (1992), y por ello hoy figura en los créditos como uno de los productores ejecutivos de esa película emblemática. En 2010, participó con su último largo, Road to Nowhere, en la Mostra de Venecia, cuyo jurado presidía Tarantino. Su discípulo inventó un León de Oro especial con el que reconoció a Hellman como “gran artista de cine y poeta minimalista”.
En abril de 2005, Hellman vino como invitado estrella al Bafici porteño y en aquella oportunidad hizo por pedido de Página/12 una pequeña antología personal de su obra, que se exhibió en la Sala Lugones: "Two-Lane Blacktop es una película que le va a gustar a los que les gusta manejar y escuchar rock. Ride in the Whirlwind es mi western más clásico, hecho a la medida de los clásicos del género de los años ’30 y ’40. Flight to Fury es para los que les gustan las películas de género. The Shooting es una de esas películas que amás u odias. Si alguien tiene problemas sobre quedar frustrado o confuso después de verla, que no vaya. China 9, Liberty 37 es una película para ver si no tenés problemas en que haya sexo en un western. Y Silent Night, Deadly Night 3: Better Watch Out! creo que es mi película más profesional. Cuando la hice ya había aprendido bien todo lo que sé de mi trabajo. Al menos hasta que haga la próxima.” Que fue Road to Nowhere, premiada por Tarantino.
En una exhaustiva entrevista para este diario, Martín Pérez le preguntó por qué se seguía pensando en Monte Hellman, entonces de 76 años, como un ejemplo de cineasta rebelde, a lo que el director respondió: "Porque he cometido un pecado que es imperdonable: no le he hecho ganar a nadie mucho dinero..."
Amigo de Jack Nicholson, a quien dirigió en cuatro oportunidades, editor de Sam Peckinpah y director para el mítico productor Roger Corman, con quien comenzó -como tanto otros- su obra como cineasta, Hellman también dirigió Cockfighter (1974), una de sus mejores películas, y China 9, Liberty 37 (1978), ambas protagonizadas por Warren Oates.
Su película consagratoria, que aún no ha perdido vigencia, Two-Lane Blacktop, se estrenó en 1971, y aparece definida casi invariablemente como una “road movie existencialista”: sus personajes casi no hablan, no tienen nombres (se los identifica en los créditos como “el mecánico”, “la chica”, “el conductor”, etc.) y los rodea una melancolía insondable. El dinero, el sexo y los autos son los elementos más sólidos que componen el relato, pero no hay realmente relato. Lo que importa no es el destino sino el camino. “No sé qué significa eso de road movie existencialista”, se enojaba Hellman. “Una de mis grandes influencias es el teórico Sigfried Kracauer, quien escribió que las únicas películas auténticas son las películas que se desarrollan en las calles o en la ruta. Y yo creo que todas mis películas son road movies, incluso mis westerns".
Rodada en pleno apogeo de lo que entonces se llamó Nuevo Cine Norteamericano, Two Lane Blacktop fue protagonizada por dos músicos (James Taylor, que aún no era conocido, y Dennis Wilson, de los Beach Boys) y por Warren Oates, con quien Hellman llegó a tener una relación director-actor plenamente simbiótica. Hellman lo había conocido en una puesta teatral de Alguien voló sobre el nido del cucú y Jack Nicholson (que terminaría filmando esa novela bajo la dirección de Milos Forman) los presentó. El personaje de Oates en transmite una enorme tristeza. No es trágico ni sufrido, ni le falta sentido del humor. Es sencillamente triste, como la película, como la ruta, como la chica. “No hubo ningún suceso específico que me llevara a hacer una película triste”, le dijo Hellman a Mariano Kairuz del suplemento Radar en 2005; “sólo una especie de sensibilidad hacia cierta situación en la vida”.
Monte Himmelbaum nació en Greenpoint, Brooklyn, el 12 de julio de 1929 y creció en Albany, Nueva York, donde su padre tenía una pequeña tienda de comestibles. Cuando tenía seis años, la familia se mudó a Los Ángeles. Estudió teatro en Stanford, donde dirigió obras de radio, y después de graduarse en 1951, estudió cine en UCLA. Por esta época, cambió su apellido. En 1952, Hellman ayudó a fundar Stumptown Players, una compañía de teatro de verano, en Guerneville, California.
En 1955, se mudó a Los Ángeles, donde comenzó a trabajar como editor de películas en ABC Studios y en la serie de televisión The Medic. Aún atraído por el teatro, fundó una nueva compañía, Theatregoers Company, que organizó el estreno en Los Ángeles de Esperando a Godot, de Samuel Beckett, que Hellman presentó como un western.
Por aquel entonces, Roger Corman invitó a Hellman a dirigir una película de terror de bajo presupuesto, La bestia de la caverna embrujada (1959), que el director primerizo describió más tarde como "un poco como Cayo Largo, pero con un monstruo ".
Como parte del ejército de jóvenes de Corman, Hellman ayudó a editar las películas de motociclistas The Wild Ride, durante las cuál se hizo amigo de Nicholson, y The Wild Angels. Dirigió algunas escenas de El terror (1963) junto a Roger Corman, y la secuencia de apertura de Dementia 13 (1963), la opera prima de Francis Ford Coppola, en la que un hipnotizador advierte que los miembros de la audiencia con un corazón débil no deben ver la película.
Su contribución a El terror llamó la atención de un ejecutivo de 20th Century Fox, quien lo envió a Filipinas con Nicholson para hacer Back Door to Hell, una película de guerra, y el thriller de aventuras Flight to Fury, ambas estrenadas en 1964. Luego, Hellman se volvió a reunir con Nicholson en dos westerns minimalistas, filmados en seis semanas en el desierto de Utah, que están entre lo mejor de su obra: The Shooting y Ride in the Whirlwind, ambas de 1966. “Son austeros, despojados de todo el lenguaje innecesario y desollados hasta que no quedan nada más que huesos blancos secándose al sol”, escribió Aljean Harmetz sobre ambas películas en The New York Times.