MI ZOE, MI VIDA - 6 PUNTOS
(My Zoe / Reino Unido, 2019)
Dirección y guion: Julie Delpy
Duración: 100 minutos
Intérpretes: Julie Delpy, Sophia Ally, Gemma Arterton, Richard Armitage, Daniel Brühl y Lior Ashkenazi.
Disponible en Flow.

Es muy probable que lo primero que devuelva el cerebro cuando se menciona el nombre de Julie Delpy sea, dependiendo del conocimiento cinematográfico de cada quien, su imagen en la trilogía de los colores de Krzysztof Kieslowski, o bien la de ella hablando con Ethan Hawke mientras camina por las callecitas de Viena, París y de un pueblito en la península del Peloponeso. Tres países distintos aunque englobados dentro de otra trilogía. Se trata, claro está, de la “trilogía Before” de Richard Linklater, integrada por Antes del amanecer, Antes del atardecer y Antes de la medianoche, todas coguionadas a seis manos por el director y la pareja protagónica. 

Es cierto que su reconocimiento internacional está mayormente asociado a esas películas. Tan cierto como que Delpy es mucho más que eso: su carrera ya lleva treinta años y ha pendulado entre la escritura del guion, la dirección y la actuación, cuando no las tres juntas. Así lo hizo no en una ni en dos ocasiones. ¡Siete! películas ya tiene la rubia concentrando roles, la última de las cuales se llama Mi Zoe, mi vida y acaba de llegar la plataforma Flow.

El universo creativo de Delpy no es el de Linklater, aunque los puntos de contacto los vuelven familiares cercanos. Y de familias, justamente, suele hablar ella. De familias elegidas (las amables rispideces románticas de Looking for Jimmy, Dos días en París y Dos días en Nueva York; los encuentros y desencuentros de Lolo, el hijo de mi novia) y sanguíneas (la reunión multigeneracional en Le Skylab). Mi Zoe… hila ambas vertientes en una trama que presenta a la actriz en la piel Isabelle, una inmunóloga divorciada hace unos años y que ahora tiene la custodia compartida de Zoe con su ex. 

No son sencillas las cosas entre ambos, con Isabelle ocultándole su flamante relación con otro hombre y él ex aprovechando cada encuentro para pasarle factura por una separación que no parece haber sido de común acuerdo ni en buenos términos, como demuestra las citas regulares en un juzgado para ajustar la letra chica de la tenencia. “Siento que me estoy perdiendo la mitad de su vida”, dice ella en los primeros minutos, preludiando así una tragedia que hará añicos el endeble entramado familiar.

Zoe vuelve de la plaza con su niñera, quien omite contarle a Isabelle el detalle del golpazo en la cabeza. Primero hay dolores. Luego, cansancio corporal. Y, finalmente, un sueño prologando del que ya no despertará. Si hasta ahora en sus películas Delpy había apelado a conflictos mayormente leves y vinculados con las dificultades relacionales, aquí se sumerge en las tinieblas del duelo materno, llevando a Mi Zoe… a situaciones propias de los dramas a la vieja usanza, aquellos que perseguían el objetivo de arrancar lágrimas. 

Pero en lugar de regodearse en su dolor, protagonista y película intentan dar vuelta la página recurriendo a un ginecólogo especialista en tratamientos de fertilización y de dudosa ética profesional. Tan dudosa como para intentar una clonación usando una fragmento de piel robado del cuerpo de Zoe, para disgusto de la esposa del médico. ¿Que no es verosímil? A Delpy le interesa menos el trasfondo cientificista del asunto que mostrar hasta qué punto puede llegar la obstinación de una madre por su hija. Una obstinación capaz de llevarse puesta toda lógica impuesta por la razón.