Una enfermera del Hospital José María Penna falleció después de esperar 48 horas en una silla de ruedas que le consiguieran una cama, según denunciaron sus colegas. Se llamaba Gilda Zurita y tenía 52 años. Su fallecimiento fue el sábado pero la noticia se conoció en las últimas horas. Beatriz Chivel, compañera suya en consultorios externos aparte de amiga, dio detalles del caso a Página/12.
Zurita esperaba que le consiguieran una cama en terapia intensiva en el sanatorio Julio Méndez, de la obra social que atiende a los empleados municipales de la Ciudad. "Pasó 48 horas sentada en una silla de ruedas, tapada con una toalla, con un tubo de oxígeno común, con un reservorio. No estuvo internada en una habitación", denuncia Chivel. El sábado la enfermera murió en una clínica de Avellaneda, en la que finalmente le habían conseguido cama tras la espera. De acuerdo a lo que manifestó otra colega a C5N, el sanatorio Méndez cuenta con apenas 14 camas para más de 100 mil afiliados.
Por "estrés", dice Chivel, Zurita se había enfermado de artritis reumatoidea, motivo por el cual no iba a trabajar desde mediados de 2020 pues formaba parte del grupo de riesgo. Un médico le había aconsejado no vacunarse contra el coronavirus. "Era una luchadora por los derechos y sufría persecuciones", recuerda su amiga. El lunes, los trabajadores del Penna le hicieron un homenaje. Chivel armó una bandera con una foto que le había mandado el marido de Gilda, en la que se la veía en silla de ruedas, a la espera de la cama. "Gilda fallece por violencia institucional", sentenciaba la bandera. "Tenemos 200 enfermeros muertos por covid en todo el país. Nadie del gobierno nacional ha hecho un minuto de silencio. Las familias han quedado sin nada, no cobran pensión, y nosotros estamos cobrando 30 mil pesos mensuales", se queja Chivel.
Estuvo en contacto todo este último tiempo con Gilda y con su esposo, que está internado por coronavirus. Ella misma intentó conseguirle cama a Zurita en el Penna; también en el Muñiz. Supo que había sido trasladada a una clínica de Avellaneda --no sabe el nombre--, donde "aparentemente no le podían conseguir respirador".
Para ella, el caso se enmarca en un "abandono de persona", y sus críticas apuntan a la Obra Social de Trabajadores del Estado de la Ciudad de Buenos Aires, al Sutecba y al gobierno porteño. "No puede ser que a una persona que paga su obra social se la maltrate de esa manera y que haya tanto maltrato al personal de salud. No queremos que nos pase esto con otros colegas, que nos ninguneen, que no tengamos la posibilidad de llegar a una cama o respirador", expresa. Y agrega: "Los enfermeros estamos al límite. Cuando los compañeros se contagian no toman personal, aparte de que echaron a muchos precarizados".