Se lanzó ayer Máma Comunidad de Arte, una tienda virtual en la que artesanxs indígenas de los departamentos Orán y San Martín empezaron a comercializar sus productos. La iniciativa surgió con el apoyo de la ONG Programas Sociales Comunitarios (PROSOCO), la cooperación internacional alemana, el gobierno provincial y la municipalidad de Tartagal.
Hasta el 25 de abril además hay una exposición de esas artesanías en la Casa de la Cultura de la ciudad de Salta. Artesanxs de los pueblos wichí, chané y guaraní estuvieron en el lanzamiento de estas dos actividades y contaron sobre los procedimientos para generar lo que producen, el contexto en el que surgen sus artesanías, y las dificultades que afrontan para comercializarlas en la pandemia.
Además, las artesanías se venderán durante estos días en la plazoleta IV Siglos por la tarde. El lanzamiento de la actividad se hizo con la presencia de la secretaria de cultura de la provincia, Sabrina Sansone; la ex directora de Cultura y Turismo de Tartagal, Claudia Sanchez, la actual subsecretaria de Cultura y Turismo de Tartagal, Karina Zuleta, entre otrxs funcionarixs.
Las comunidades expusieron sus trabajos realizados en arcilla, madera, chaguar, bejuco, cuyas técnicas y modos de producir se han transmitido de generación en generación. Genaro López es un artesano chané de la comunidad Tutiaiti, asentada en Campo Durán, en el departamento San Martín, quien realiza máscaras talladas en madera de palo borracho y yuchán.
"Yo hago esto para que la cultura nuestra no se pierda", manifestó López. Él viajó en representación de otrxs 30 artesanxs de su comunidad para exponer, vender sus artesanías y dar a conocer cómo las producen. "Somos diferentes artesanos, tallamos diferente. La pintura es toda natural, de piedra, arcilla, el negro es carbón, el blanco es arcilla blanca del cerro, todo natural. y para fijar la pintura se usa la resina del árbol", explicó a Salta/12. En su pueblo también hay mujeres que se dedican a las artesanías en arcilla.
López contó que aprendió a tallar las máscaras con motivos de animales a los 9 años observando a su padre, y ahora tiene un hijo que también es artesano y a quien ha podido transmitir sus saberes. Las máscaras se utilizan "para bailar" en la época de Carnaval.
El Pueblo Chané está en un proceso de lucha por el reconocimiento del título de la propiedad comunitaria. López explicó que anhela la tierra y la propiedad colectiva para poder sembrar yuchán (palo borracho), porque ya no hay cerca, dijo que esto se debe al desmonte, con la expansión de la frontera agrícola en la que "arrastran todo y no queda nada". "Nos queda a 17 kilómetros para ir a traer yuchán, y tenemos que pagar flete, ir en moto o caminando", manifestó.
Antes de la pandemia, "iban compradores de Salta, de Buenos Aires, de Tucumán". Con la pandemia, en el caso de López, ha tenido que adaptarse a los encargos que le hacen por teléfono y vender y enviar mediante encomiendas. Ahora espera poder comercializar sus artesanías por la tienda virtual.
Marcela Gómez y Luisa Pérez son artesanas del Pueblo Wichí que llegaron desde la comunidad Kilómetro 6, cerca de Tartagal, ambas se dedican desde niñas al tejido de chaguar. "Es una planta parecida a la aloe vera, tenemos que conseguirla del monte", explicó Gómez. El problema que se les presenta, como a López, es que esa materia prima que requieren ya no se consigue cerca.
La artesana señaló que para conseguir chaguar deben viajar hasta Santa Victoria Este. "Muchas veces vamos en colectivo, o pagamos un vehículo entre todas y vamos, pero es muy difícil, cuesta mucho. Antes había en Tartagal, pero ahora hay muchas fincas y ya no tenemos el monte como antes, por eso tenemos que viajar", relató.
Gómez luce un barbijo de chaguar, tejerlo le puede llevar un día o dos, pero hay un proceso mucho más complejo para la producción de este producto o de las típicas yicas (carteras). A la planta le deben sacar las espinas, secarla al sol, machucarla para luego hacer los hilos. "Cada trabajito lleva tiempo", expresó.
Detalló que para buscar la planta pueden demorar una semana, tienen que remojarla, ponerla al sol, deben machucarla, sigue el teñido, la tinta se extrae de la corteza de los árboles y plantas y después recién lo pueden tejer, todo este procedimiento les puede llevar un mes.
"El problema de nosotros es que muchas veces la gente no nos quiere pagar cuando ponemos precio, nos dicen 'no, está muy caro'", contó Gómez. Sus tejidos se venden a $400 o $500. Detalló que en la tienda virtual tienen fotos de todos los trabajos que realizan "vamos a ver cómo nos va. Con lo que está pasando (la pandemia) ya no podemos vender en las calles, antes caminábamos la ciudad, ofreciendo casa por casa. Es un trabajo que nos cuesta mucho, de eso vivimos. No queremos dejarlo porque eso nos dejaron los abuelos, las madres. Para nosotras es algo especial, que no tenemos que perder", expresó Gómez.
La artesana indicó que toda su comunidad vive de las artesanías. Dijo que algunos varones también tejen, o les ayudan a conseguir el chaguar, y también otros que hacen trabajos en madera, máscaras en palo borracho, sillas y camas con otras maderas y artesanías en mimbre.
También "es muy difícil de encontrar la madera", añadió Gómez. "No tenemos ya como antes monte, por las fincas que hay a la vuelta, de poroto, de soja. Nosotros estamos en el medio", relató. También indicó que hay fumigaciones áreas con agroquímicos sobre esos sembradíos, y teme que afecten la salud en su comunidad, aseguró que hubo muertes por cáncer y teme que se relacione con la cercanía que tienen a estos campos.
Además, señaló los problemas que tienen respecto al agua, al lugar donde ella vive llega a través de un caño, pero más las familias que viven más lejos ya no tienen esta posibilidad y deben esperar a que la municipalidad les lleve el agua. "Muchas cosas sufrimos que muchas veces se desconocen. Quisiera que la gente conozca, que valore mucho lo que hacemos", sostuvo.
Las artesanías se producen en contextos de pueblos cuyos derechos siguen siendo vulnerados. "Muchas veces no nos alcanza, hay días que no comemos", relató Gómez. Respecto a las autoridades gubernamentales, y también los caciques de su comunidad, la artesana sostuvo que "sería lindo que escuchen a las mujeres (y) madres, porque saben bien cómo está la comunidad".
En cuanto a las artesanías, consideró que necesitan un espacio en el municipio para comercializarlas, ya que les invitaron a vender en ferias que se hacen una o dos veces al mes, pero hay días en que no venden. También expresó que quisiera tener un espacio donde enseñar y retransmitir su arte a lxs niñxs, adolescentes y jóvenes.
Felisa y Francisca Mendoza son artesanas guaraníes. La primera vive en Tartagal y la segunda se mudó hace 40 años a Aguaray. Hacen artesanías en telar y cestería con bejuco. Felisa lleva en sus manos el libro "Gritos de las madres del monte. Voces de mujeres en lucha", del que participó junto a mujeres de otros pueblos indígenas. Allí cuenta cómo es la producción de sus artesanías.
Felisa narró que muchas veces los compradores que llegaban a su comunidad les pagaban miserias por sus artesanías, pero que hace 4 o 5 años trabaja con Prosoco que les ha posibilitado un préstamo para poder conseguir materiales con los que producen.