En septiembre del año pasado, Kevin Parker, líder de Tame Impala, se dio un regalo pandémico: compró por 2,75 millones de dólares el icónico estudio de grabación Wave House. Ubicado en la ciudad de Yallingup, en Australia Occidental, el estudio albergó en el pasado a artistas como Beastie Boys y Fatboy Slim. También recibió a la banda neo psicodélica australiana para plasmar los dos álbumes que la convirtieron en una de las máximas referencias de la música popular contemporánea de lo que va del siglo XXI: Innerspeaker (2010) y Currents (2015). Justo ahí, con el Océano Índico recibiendo la caída de la tarde como telón de fondo, el cuarteto celebró el miércoles la primera década de su disco debut a través de una transmisión por streaming. 

En realidad, la performance fue grabada previamente debido a que se difundió por zonas. Al mejor estilo de los festejos por el Año Nuevo, la emisión comenzó en Oceanía, continuó por Europa y terminó en el continente americano. En Argentina, donde la entrada para verlo era más accesible a la de los streamings locales (costaba alrededor de 1100 pesos), largó a las 22. Aunque para algunos comenzó unos minutos después debido a que había que volver a cargar la página de la tickera desde la que se transmitió el streaming. La sugerencia la hizo uno de los usuarios del chat que estaba al costado de la pantalla, mientras los demás no paraban de arengar a Parker y los suyos. 

Publicado el 21 de mayo, Innerspeaker se convirtió en uno de los batacazos entre los lanzamientos discográficos de 2010. Al punto de que en la mayoría de las encuestas de diciembre fue votado como “disco del año”. Si bien la neo psicodelia no era ninguna novedad en aquel entonces, estaba dominada por los artistas estadounidenses e ingleses. Por lo que su sonido redimía al de sus antepasados. Sin embargo, la aparición del laboratorio sonoro australiano significó no sólo una novedad, sino que también le inyectó frescura y hasta contemporaneidad al género. El gran mérito de ese álbum fue que bebió del pop para llevar a las masas un estilo de nicho. Reforzado por la particular voz del frontman, que era una suerte de desdoblamiento en la que John Lennon y George Harrison dialogaban.

A manera de preludio de lo que iba a ser ese disco, uno de los mayores éxitos musicales de la década pasada, los de Perth lanzaron como primer single el elocuente “Solitude Is Bliss”, acompañado por esa maravilla de video que tenía como escenario un mundo al borde de la distopía. A pesar de que la canción no iba a faltar en esta celebración, había que esperar un rato. Y es que la propuesta era respetar el orden del repertorio. Así, el streaming arrancó con el ensimismado “It Is Not Meant to Be”, al que le secundó el raudo “Desire Be Desire Go”. Una vez que quedó atrás el épico “Alter Ego”, la consigna era clara: se trataba de lo más parecido a un ensayo. La impronta de la grabación, al igual que la interacción entre los integrantes del grupo, era tan familiar que, a medida que avanzaban las canciones, fue siendo cada vez más inclusiva. Representando de esta forma el espíritu de Innerspeaker, que recién fue presentado en Buenos Aires dos años más tarde. Aunque la espera valió la pena porque el cuarteto ofreció sendos shows memorables en Niceto Club.

Sin presentaciones, intervenciones ni comentarios nostálgicos, el show continuó. Invocaron el rockerísimo “Lucidity”, así como la oda lisérgica “Why Won't You Make Up Your Mind?” (es un fijo en sus shows en vivo). Entonces aparecieron “Solitude Is Bliss” y el instrumental “Jeremy's Storm”, que allanaron el camino para la emotiva y otoñal “Expectation”. Ahora sí, con la noche envolviendo a Wave House, Tame Impala, que fue cabeza de cartel en 2016 del Lollapalooza Argentina (Kevin Parker regresó al mismo festival, al año siguiente, con su proyecto junto a Mark Ronson, productor de Bruno Mars), sacó sus cartas debajo de la manga. Desempolvaron el blusero “The Bold Arrow of Time”, tocada por primera vez en 10 años. El mismo tiempo pasó desde la última ocasión que interpretaron “I Don’t Really Mind”. Aunque antes desenfundaron “Runway, Houses, City, Clouds”, que formó parte del repertorio de la banda hasta 2013 y sigue siendo una de las mejores suites que se hayan hecho hasta ahora en la psicodelia de los últimos tiempos. El streaming hizo justicia.