Cuarenteneros; yavacunenses o prontovacunéitors; cuidandos y cuidandas en sumo grado; distanciados, ades y adas; extrañaabrazos, besos, caricias y demás; sensibles presenciales cada uno en su casa; miranefli y yutúberos de todas las edades; anormales que más bien son anorbienes: es con todos nosotros y, si nos cuidamos, somos más que si no.
Extraños hechos ocurren en extraños tiempos. Don Freud decía, a fines de la década del 1910, que lo siniestro es cuando lo familiar se vuelve extraño. Cuando dar un abrazo o tomar un café se vuelve extraño son tiempos siniestros. Cuando además no damos un abrazo o no tomamos un café para evitar un mal mayor, adquiere un extraño sentido, que retorna furibundamente a lo siniestro si quienes se autodenominan líderes desmienten la necesidad de cuidados arriesgando(nos) a perder la salud o la razón, bien tan escaso en estos tiempos.
Hace una semana, me arriesgué a hablar de Antonio Gramsci en esta misma columna, sin ser yo un erudito ni mucho menos. Dije que Gramsci proponía andar por la vida con el optimismo de la voluntad –esos serían militantes– y el pesimismo de la razón –eso seríamos los humoristas- (lo que va entre guiones es de mi propia cosecha).
Perdonen, lectóribus, pero no aclaré la semana pasada que Gramsci era un hombre “de izquierda”. Quizás no hizo falta, y muchos crean que, hoy en día, la razón y la voluntad son también “de izquierda”.
No sé si es así o no. Lo que sí puedo afirmar es que nuestra derecha no utiliza ni razón ni voluntad, sea porque no son negocio o simplemente porque las ignora. Pero, a falta de razón y voluntad, la derecha utiliza –y vaya si lo hace– la fe:
* Dejad que los niños vengan a la escuela en forma presencial, porque más allá de lo que afirman saduceos, fariseos o kirchneriseos; más allá de lo que confirman científicos no crédulos, el virus no penetrará las santas burbujas, tal como los camellos no atraviesan los ojos de las agujas.
* Bienaventurados los que salen de noche a tomar cerveza, porque ningún ser humano debe ser tan soberbio como para creerse capaz de saber cómo se puede contagiar o cómo no.
* Quien esté libre de barbijos que tire la primera jeringa. Quien elija el camino vacunatorio por falta de fe en la divina cloroquina, sufrirá un cambio en su ADN que lo llevará al limbo populista.
* Que sean los jueces quienes decidan cuán grave es la ola, ya que ellos, aunque no sepan microbiología, pueden eventualmente condenar al virus a la cárcel.
Y así podríamos seguir.
No hay razón ni voluntad posible cuando se obliga a chicos, docentes, no docentes, madres, padres, transportistas y un montón de personas más a arriesgar su vida en nombre de una educación pública que ellos mismos se encargan de desechar y desestimar cada vez que pueden, y cuando existen herramientas para que el daño que causaría la no presencialidad se pueda compensar, mientras que el daño por la pérdida de vidas es definitivo.
No hay razón ni voluntad posible para no frenar las fiestas clandestinas, los encuentros no esenciales de personas, el no uso de barbijos.
No hay razón ni voluntad posible para hacer una campaña en contra de las vacunas, decir que son venenos y luego decir que son pocas.
Se trata de fe. De creencia. Y no me refiero a ninguna de las religiones que conozco y reconozco, que en general apuestan a la vida y, salvo deshonrosas excepciones, estimulan a sus creyentes a cuidarse. Me refiero a una extraña FE. Con F de finanzas y E de engaños.
Es la FE en que es el poder lo que salva, en que existe la impunidad biológica y en que un grupo de Apuéstoles puede traicionar al resto y cobrar no 30 dineros, sino muchísimos millones, y decir que en el segundo semestre resucitó y que su reino es del Primer Mundo, o cualquier otra cosa que no sea inteligible en castellano ni en arameo.
Son, o parecen ser, devotos de la Iglesia de la Sagrada Negación. Esa es su creencia.
Etceterexit.
Sugiero acompañar esta columna con el video “RS+ te lo avisó-Los Barbieri” , posteado en el canal de Youtube de los autores (que recomendamos visitar y suscribirse):
* Agradezco a Nicolás Rudaeff por esta idea.