En estos días parece que ha vuelto el espíritu de Nick Hornby. Su relación simbiótica con el Arsenal inglés –aquella que tan bien retrató en su bestseller Fiebre en las gradas– la exudaron los hinchas del Chelsea y el Manchester United. Se movilizaron contra la Superliga del JP Morgan con perfume a negocio bancarizado y consiguieron detenerla, por ahora. De ese tipo de rebeliones saben demasiado nuestros aficionados al fútbol. Socios o no socios de clubes que sienten como propios, que tienen una sensibilidad especial para detectar cualquier intento privatizador de su pasión. Porque ésta convive en tensión permanente con los intereses de oligopolios, fondos buitres, magnates made in USA o emires con turbante que siempre merodean tajadas de rentabilidad para sus negocios.
Página/12 consultó sobre lo que pasó en Europa a referentes de espacios colectivos como la Coordinadora de Hinchas, la Coordinadora de Derechos Humanos del Fútbol Argentino, el Foro Social del Deporte, departamentos de Cultura y agrupaciones de clubes con una mirada social integradora. No nos importaba tanto la opinión de dirigentes, entrenadores o futbolistas sobre el rechazo a la Superliga. Ellos suelen tener micrófono disponible. Quisimos saber qué piensan nuestros hinchas de lo que consiguieron sus pares en Inglaterra.
Germán Roitbarg, hincha de River, Coordinadora de DD.HH: “Lo que pasó en Europa con la suspensión de la Superliga me parece que es un halo de esperanza por los tiempos que corren de un fútbol totalmente privatizado, salvo pocas excepciones como en España que siguen siendo asociaciones civiles algunas, pero el fútbol en general es un fútbol de dueños, muy poco interesados en lo que sucede con los hinchas, con el club. Lo que sucedió sirve para que los hinchas despierten un poco y se den cuenta de que no vale todo. Más allá de este tipo de movimientos y de que se rebelen, y de que en Europa hay agrupaciones antifascistas que cumplen medidas sociales, estamos en un fútbol hipervolcado al negocio y muy poco popular, en un deporte creado por pobres que se han robado los ricos y parecería que por un momento las bases han logrado frenar con una berrerita el impetu de los más poderosos. Veremos hasta donde pueden seguir resistiendo”.
Pablo Rabey, hincha y militante de Boca es Pueblo: “Si esta idea disparatada pudo originarse fue por la codicia del órgano madre del fútbol, el cuál alimentó un fútbol tan mercantilista que terminó por crear monstruos propios, que finalmente vinieron a buscar una porción más grande de la torta. Lo único genuino fue el enojo y la movilización espontánea de lxs hinchxas de la mayoría de los clubes involucrados, que vieron en este proyecto la eliminación de la competencia deportiva y lo entendieron como un límite insuperable. Y también de las protestas se puede ver un hartazgo general de la forma en la que sus clubes son administrados. Las pancartas no solo hablaban de la ‘Super Liga’, sino que exigían otra participación de la gente en la toma de decisiones y ese es, para nosotrxs, el eje de la cuestión. El enojo viene de arrastre y esta fue la gota que rebalsó”.
Silvia Salcedo, presidenta de la Comisión de Cultura de Lanús, integra la Coordinadora de DD.HH: “La intentona de los millonarios dueños de clubes de fútbol de crear una liga elitista con el único fin de obtener más ganancias económicas, despreciando e ignorando el pensamiento y sentir del socio, ha provocado una protesta contundente de sus hinchas y bastaron dos días para volver atrás con la creación de la Superliga Europea. Los simpatizantes en las calles manifestaban ‘el fútbol es de los hinchas’ y en Argentina decimos ‘los clubes son de los socios, no a las Sociedades Anónimas Deportivas’”.
Sergio “Cherco” Smietniansky, socio de Banfield, Coordinadora DD.HH: “En el fútbol, como en la vida misma, los que se benefician en base a privilegios son los poderosos. Pero también tanto en el fútbol como en la vida misma, siempre habrá quienes se organicen para cuestionar y enfrentar ese orden establecido. La Coordinadora de Derechos Humanos del Fútbol Argentino transita ese camino. Las movidas europeas contra la Superliga, también”.
Camilo Balleto, hincha de Gimnasia, colaborador de la comisión de Cultura: “Está claro que la UEFA y la FIFA, o las otras confederaciones, no son los buenos de la película. Pero tampoco lo son los que van detrás del mercado buscando cambiar las reglas del juego y su estructura. No se trata de buenos y malos. Que el fútbol debe avanzar y adaptarse, sí; de eso no hay dudas, pero no a cualquier costo. Siento que el mundo del fútbol se ha ido quedando con pocos protagonistas rebeldes. Por suerte no todo está perdido y otros sí alzaron su voz. Y en especial los hinchas han jugado un rol fundamental, frenando esta escalada elitista. La lucha no termina, recién empieza”.
Gabriela Siri, socia de Temperley, Coordinadora de Hinchas: “Estas desigualdades son las que estamos viendo en el mundo donde unos pocos tienen toda la ganancia. El fútbol en la Argentina es nuestra cultura, nuestra identidad y forma parte de la vida cotidiana y si esto intentaran implementarlo acá sería mucho más dificil porque el arraigo que tienen los clubes en el país es demasiado fuerte como para que vengan distintos inversores y quieran hacer una Superliga”
Mariano Vignozzi, subcomisión de Derechos Humanos de Ferro y Coordinadora de DD.HH: “Lamentablemente vivimos hace años frente a un futbol que es la expresión más descarnada del capitalismo salvaje. La mayor concentración económica de los clubes europeos se tradujo en la intención de crear la Superliga, torneo en el que participarían un puñado de equipos poderosos y de los cuales la gran mayoría son sociedades anónimas, directamente manejadas al antojo de su dueño. La resistencia de los hinchas fue una alarma, un llamado de advertencia frente al poder económico que quiere del fútbol un simple torneo de play station pero con telespectadores”.
Simón Poliak, resonsable de Cultura y de Relaciones con la Comunidad de Atlanta: “Es realmente sorprendente la respuesta de los hinchas europeos a hacer más elitista al deporte más popular. Nosotros en Atlanta y en esta gestión nos hemos opuesto permanentemente y nos seguiremos opiniendo a las sociedades anóminas. Creemos y estamos convencidos de que las SA para el fútbol son un cáncer y por suerte todos los intentos que hubo desde la época del cartonero Báez en Boca han ido fracasando. Creo que por muchos años no van a volver a intentarlo pero eso no quiere decir que no lo quieran hacer”.
Facundo Soukoyan de la agrupación Siempre por Vélez: “Creemos que se bajaron de la idea de una Superliga por dos razones: por la presión política, pero también por la presión popular que se empezó a generar. Tuvo incidencia y la gente logró que los clubes se frenen. Es una reflexión que nos pareció interesante; que la presión popular igualmente tuvo su peso. Hay una especie de propiedad del hincha, que aún cuando no sea dueño, aparece, tiene un peso muy importante. Al mismo tiempo, hay que remarcar que bajo el modelo que hoy tenemos y defendemos en Argentina, este tipo de decisiones sería imposible de tomar”.
La opinión del Foro Social
Pablo Abbatángelo es el secretario del Foro
Social del Deporte, un espacio activo de lucha desde 1998 contra las SA. Su
visión coincide con la opinión mayoritaria de los hinchas y socios en la
Argentina: “La Superliga Europea es un engendro que nació muerto. Los cultores
de las Sociedades Anónimas Deportivas no solo se adueñaron de los más de cien
años de historia, pasión y tradición de los clubes de mayor prestigio del Viejo
Continente sino que pretendieron escindir de la competencia a aquellas instituciones
que no estuvieran en la elite del fútbol europeo. El Foro Social del Deporte
nació en 1998 cuando un desbocado Mauricio Macri pretendía admitir en los
Estatutos de AFA la figura de las SAD con el claro objetivo de que grupos
económicos afines se apropiasen de la gloria alcanzada por los principales
clubes con fútbol argentinos, cincelada a través de generaciones de dirigentes
deportivos que silenciosa y estoicamente los fueran tallando”.