Aunque el gobernador Juan Schiaretti por ahora sigue abrazado a su axioma “Córdoba no para y no la detiene ningún covid”, al tiempo que sueña con ser presidente en 2023; la curva ascendente de los contagiados en esta provincia --que se pretende "Isla"-- no para de escalar. Unas 1.760 personas se infectan por día, y cerca de dos decenas mueren cada 24 horas. En lo que va de la pandemia se infectaron 250.560 y murieron más de 3.240 personas.
“Si ahora ellos todavía insisten con las clases presenciales, con tanta gente en la calle sin respetar nada, sin controles de nada; cuando pase esta semana y se sigan saturando las salas de covid, tengamos que trasladar a otros enfermos para ampliar los covid, el tema será la ocupación de camas de terapia en los hospitales”, dijo a este diario Estela Giménez, la titular de la Unión de Trabajadores de la Salud (UTS).
En tono de denuncia y advertencia, Giménez habló con este diario por sus representados: “Nosotros ya estamos detonados por la pandemia, por los salarios que están por el piso; por el cansancio que llevamos acumulado después de más de un año de Covid, por el miedo al contagio por la disparada de infectados”, así que este viernes (30) haremos un paro con movilización para reclamar al Gobierno provincial para que se atienda lo que está pasando”.
Aunque de lo que está pasando Schiaretti prefiere no hablar. A las medidas decretadas del gobierno Nacional, que se leyeron laxas ante la avanzada de la segunda ola de covid; y la libertad “federal” que se concedió a los gobernadores; en Córdoba sólo se pidió no circular entre las 0 y las 6 horas; y el cierre de bares y bingos. Y el detalle: no hay controles. No hay un dispositivo organizado para eso. Las fiestas clandestinas siguen concretándose y algunas hasta se publicitan por las redes; como en el caso de una organizada por el empresario José Luis Palazzo (el de Cosquín Rock).
Juan Schiaretti viene montado en su propia ola. Está entusiasmado con la idea de ser presidente en 2023.
“Si Joe Biden es presidente con 78 años, ¿cómo no lo voy a poder intentar yo que en 2023 tendré 73?, dijo jocoso en un zoom con aliados cordobesistas que, como él, sueñan con un frente con Sergio Massa.
“Eso es más posible que lo que se dijo por ahí con Horacio Larreta o Roberto Lavagna. Juntarse con Massa sería una continuación de lo que venía haciendo antes de morir el Gallego (José Manuel de la Sota)”, arguyó ante la consulta de este diario “un viejo observador político”, que admitió que en "su lugar haría lo mismo". Decidido "a pelearle a sus problemas de salud, a esos desmayos y a la diabetes que en otros años lo tuvieron muy mal", describió el observador; en las últimas tres semanas “el Gringo” pareció entrar en campaña. Aprovechó la inauguración de un par de obras para repetir encendido su (¿rap?) “Córdoba no para"; esdrujular que "las éscuelas nó se cierran (sic)"; y que los empresarios y la gente del campo de la provincia saben que pueden contar con el gobierno provincial”, y otras declaraciones en el mismo tono. Como si el cordobesismo intravenoso de su discurso pudiese aún más que las dosis vacunas Sputnik V y Sinopharm que van llegando al territorio provincial.
El futuro pandémico ya llegó
Mientras, está ocurriendo lo tan temido: el 78 por ciento de los infectados en Córdoba son menores de 45 años. Los infectólogos coinciden en el diagnóstico social: más o menos cubiertos los mayores de 70 y 60 por las vacunas, aunque sea una primera dosis; se propagan acelerados los contagios por el relajamiento en los cuidados; el uso del barbijo; el cansancio propio de un año y dos meses de pandemia y la apertura de las clases presenciales más las reuniones sociales y fiestas clandestinas. Así las cosas, los nuevos pacientes por covid en los hospitales son jóvenes. La secretaria de Prevención y Promoción de la Salud Salud, Gabriela Barbás, admitió que “el 62 por ciento de los contagiados tiene entre 20 y 45 años. Y de ellos el 16 por ciento tiene menos de 20 años”.
Estela Giménez, desde la Unión de Trabajadores de la Salud (UTS), opinó a propósito de este punto, que “si no hacen algo ya, detonamos. No se puede seguir como si nada pasara. Encima, tampoco nos cuidan como se debe. Ahora nos enviaron un protocolo (desde el gobierno) en el que a los trabajadores de Salud que están vacunados aunque sean contacto estrecho tienen que ir al hospital si los llaman”.
--¿Cómo es eso?
--Si tenés las dos vacunas más los 14 días de la prescripción, podés ser llamado a trabajar (como empleado público) aunque seas contacto estrecho. Te indican que no podés tener contacto con los compañeros de trabajo, pero sí pueden atender pacientes. No se puede creer”, le dijo a Página 12 Estela Giménez.
El viernes harán un paro con movilización por las calles de la ciudad de Córdoba.
“Hubo fotos del Hospital Ferreyra que circularon, con pacientes atendidos en los pasillos. Pero en realidad ellos todavía tienen camas y la posibilidad de armar una terapia covid. Lo que no hay es personal para atender esa sala. En el hospital San Roque que según informó el delegado gremial “en las últimas tres semanas ha vuelto a ser un hospital-covid”, van a trasladar a todos los pacientes de otras patologías para que no se contagien”, explicó la secretaria gremial.
Este diario recibió el audio de una trabajadora del Rawson (especializado en infectología) que estuvo de guardia en la semana. Se escucha su voz agotada por el cansancio de la noche en vela: “¿Qué hacés, Negra cómo estás? Está completo arriba. Creo que 20 camas en el 5 y las 27 del 6. No tengo idea de los respiradores de cama, che. No me dieron tregua. Nosotros con… Arrancamos en un pabellón con 14 pacientes y terminamos con 18, 20. Muchos ingresos. La guardia tiene, la guardia limpia las cuatro camas frías y el shock-room con internados. Y la terapia limpia también, las 6 camas a full… Como 63, 64 camas-Covid ocupadas. Y la covidera estuvo detonada todo el día y toda la noche. Pero la verdad es que no me puedo mover ni del Servicio porque estuvimos con el culo al norte toda la noche”.
Según la información de los colegas de Estela Giménez, “En Marcos Juarez, 100 por ciento ocupados. Lo mismo en Villa María; y hospitales de Punilla y Río Cuarto”.
Ricardo Lamberghini, que integra el Comité Asesor del Gobierno de Córdoba, les dijo hace pocas horas los periodistas de Radio Universidad Nicolás Gerchunoff y Luis Zegarra, que “si no cambiamos de actitud, va a morir mucha gente, van a morir muchos argentinos”.
“La verdad es que la situación después de revisar los datos objetivos hablan por sí solos –-apuntó el infectólogo--. Resulta difícil hacer análisis sobre el análisis ya hecho que es contundente. Estamos de acuerdo con la doctora Carla Vizotti. Y esta segunda ola supera con creces la gravedad de la primera. De modo que reflexionar sobre lo necesario para controlar una pandemia fuera de control resulta bastante raro”. Lamberghini explicó que el “incremento de los contagiados conduce a una saturación progresiva de las camas de los hospitales y esa saturación, sin dudas, va a conducir a una mayor mortalidad. Es lineal el análisis: si no se toman medidas categóricas que de alguna manera disminuyan la circulación de las personas en el país y en nuestra provincia, pues bien: la situación irá empeorando día a día hasta llevarnos al lugar a donde ninguno de nosotros quisiera llegar o haber llegado. Así que mi visión en estas condiciones es pesimista. No encuentro la manera de razonar en forma más optimista. Porque si se pudiera decir que tenemos disponibilidad de vacunas para ganarle en velocidad al virus, vacunar a una franja porcentual muy importante de la población, podríamos cifrar esperanzas en eso. Y si bien en los últimos días tenemos buenas noticias con la llegada de nuevas dosis; no será suficiente para parar lo que parece imparable. Así que mi visión al respecto es bastante pesimista”.
Cuando se le consultó por la presencialidad escolar y la batalla política al respecto, Ricardo Lamberghini intentó separar la paja del trigo: “Ninguno de nosotros podría argumentar en contra de que los chicos estén en el colegio es necesario. Pero si vos tenés un desplazamiento de la edad de la población a menores de 6 a 19 años; tenés una gran cantidad de aumento de casos desde el inicio de la presencialidad, más allá de los protocolos. La escolaridad presencial promueve una gran movilidad de personas. El otro día escuché que Semana Santa incrementó los contagios, que movilizó 3 millones en el país en un fin de semana largo, imagínense si para la presencialidad en las aulas se trata de 12 millones de personas para la movilidad diaria habitual. Es otra vez un análisis claro: cualquier publicación como Science, Nature de diciembre de 2020, dicen que las medidas más efectivas es reducir las reuniones sociales en espacios cerrados, y que la segunda medida más importante es el cierre de las escuelas (…) ¿Es tan difícil de comprender que si tengo 10 camas y todos los días interno a cuatro más, se llenará?. Y Me parece que es un análisis que hay que centrarlo básicamente en lo político. Creo que lo que prima es el enfrentamiento lamentablemente político entre el Gobierno y la oposición. Y la oposición secundada y ayudada por medios de comunicación que transmiten información falaz y anti-científica. Que no tienen manera de probar, pero sin embargo (le apuntan al) miente miente que algo quedará”.
En cuanto a la celeridad con que deberían hacerse las restricciones, Lamberghini dijo a Radio Universidad: “Me parece que hay que presumir que si no hay un cambio radical, contundente que implica además de las medidas implementadas por la autoridad gubernamental, un cambio que se traduzca en cambio de conductas de la sociedad, que tomen debidamente lo que nos está pasando, que eviten las fiestas clandestinas que están siendo llamadas en las redes sociales, que el Estado controle. No nos gusta el autoritarismo, pero que se entienda: estamos ante una situación en la que si no cambiamos de actitud, va a morir mucha gente, van a morir muchos argentinos, muchos cordobeses. Está muriendo gente joven. Leía hace un rato, que en Santa Fe que asumió una postura enfrentada al gobierno nacional, ha muerto la familia del fotógrafo del gobernador (Omar) Perotti: él, su esposa y su hijo de 39 años ¿No moverá esto al gobernador a pesar de que esto, el camino tomado en contra de las medidas restrictivas es equivocado, que debe corregir esta conducta?”, se preguntó. El profesional no quiso desenlazar la pandemia de la gestión política estatal, ya sea nacional o provincial: “Yo creo que hay que asumir los costos políticos que a la larga van a ser de beneficio para aquellos gobernantes que se dediquen a cuidar la salud de su pueblo y a preservar la vida de sus habitantes”.
Recién este sábado el intendente capitalino Martín Llaryora se animó a decir algo sobre la posibilidad de una cuarentena estricta ante la disparada de casos --y las nuevas cepas de Manaos y Gran Bretaña que ya han llegado a Córdoba-- “Si lo tenemos que hacer, lo vamos a hacer tomando el costo político que haya que tomar”.
Así, como si fuera un sacrificio. Antes resaltó, como lo hace Schiaretti cada vez que toca, que “se aumentaron las camas para atender a los infectados”. Un pivote como si tener camas dispuestas habilitara a que esta Córdoba no se detenga hasta tenerlas llenas.