La Unión Europea (UE) inició acciones legales contra la farmacéutica AstraZeneca por incumplir su compromiso de entregar a los Estados miembros las dosis contratadas de su vacuna contra el coronavirus. Por su parte el laboratorio británico-sueco rechazó la acusación, a la que tildó de "infundada". El contrato de AstraZeneca con la UE preveía la distribución inicial de 300 millones de dosis entre los 27 países miembros con opción a otros 100 millones, pero apenas se entregaron 30 millones en el primer trimestre de 2021. Bruselas apostará ahora firmemente por la vacuna desarrollada por los laboratorios Pfizer-BioNTech para 2022 y 2023.
"No se han respetado algunos términos del contrato y la empresa no ha aportado una estrategia fiable para garantizar una distribución oportuna de las dosis", aseguró el vocero de la Comisión Europea, Stefan De Keersmaecker, quien precisó que Bruselas actuó tanto "en su propio nombre" como "en nombre de los 27 Estados miembros" que "están totalmente en línea" con la decisión.
AstraZeneca reaccionó con un comunicado en el que consideró "infundada" la acción legal iniciada por la UE, y planteó que se defenderá "firmemente" de un "litigio que carece de fundamentos". La compañía con sede en Reino Unido aseguró haber "respetado plenamente" su contrato con Bruselas y espera tener "la oportunidad de resolver esta disputa lo antes posible".
La biofarmacéutica argumentó además que está en camino de entregar 50 millones de dosis hacia fines de abril. "Las vacunas son difíciles de fabricar, como han demostrado los problemas experimentados por varios grupos en Europa y en todo el mundo. Estamos avanzando en la resolución de los problemas técnicos y nuestra producción está mejorando", planteó la empresa.
La vacuna desarrollada por AstraZeneca ha sido fundamental para la campaña de inmunización de Europa y un eje de la estrategia mundial para llevar las vacunas a los países más pobres, pero la lentitud de las entregas frustró a los europeos.
En las últimas semanas el fármaco también fue cuestionado porque se detectaron efectos secundarios, la producción de trombosis en un estrecho margen de pacientes jóvenes, en su mayoría mujeres. La situación llevó a varios países a poner restricciones para su administración a determinadas franjas etarias e incluso algunos dejaron de utilizarla por completo, como en el caso de Dinamarca.