La soja siguió este lunes su racha alcista y cerró en 572 dólares la tonelada en el mercado de Chicago, un nuevo máximo en el curso de los últimos ocho años. En la comparación interanual, el avance es de casi el 90 por ciento medido en dólares, un rendimiento totalmente extraordinario. Una dinámica similar se registra en el resto de los commodities agrícolas, particularmente el maíz, que a diferencia de la soja --cuyo destino es la exportación-- se utiliza en buena medida en el mercado local como insumo del sector ganadero, entre otros. En este contexto de rentabilidades fabulosas para el campo y fuerte alza de los precios de los alimentos, el gobierno analiza una suba de retenciones, lo cual a corto plazo tendría impacto positivo sobre las arcas fiscales y sobre los precios internos de los bienes que tienen insumos exportables.

También avanzan fuerte los subproductos de la soja. El aceite de la oleaginosa ya cotiza a 1436 dólares la tonelada y la harina, a 473 dólares, muy por encima de los 680 y los 316 dólares, respectivamente, pactados en mayo del año pasado. Se trata de subas que superan el 100 por ciento medidas en moneda dura. El Índice de Precios de los Aceites Vegetales que elabora la FAO marca el máximo nivel en la última década. “Los precios de los principales aceites vegetales comercializados en el mundo no paran de crecer. Esta sólida suba del índice se apoya fundamentalmente en las cotizaciones alcistas de los aceites de palma, soja, colza y girasol”, indica un reciente informe de la Bolsa de Comercio de Rosario.

En el caso del maíz, la jornada de este lunes cerró con una cotización de 268 dólares la tonelada, unos 4 dólares por encima del registro del viernes. Hace un año, los contratos de maíz cotizaban a 120 dólares la tonelada, un incremento del 121 por ciento en el período. En el trigo, que tiene amplio utilización en el mercado interno para la producción de pan y panificados el último cierre es de 272 dólares la tonelada, su mayor valor en ocho años, con un incremento del 70 por ciento interanual.

A raíz de la suba de los precios globales de commodities agrícolas, la inflación en alimentos en Estados Unidos duplicó la inflación general y en Brasil, la triplicó. En paralelo a la notable suba de los precios en el mercado externo, la cotización en pesos en el mercado local voló por los aires, gracias al impacto adicional del efecto cambiario. En el país, el dólar oficial subió de 59,60 pesos el 10 de diciembre de 2019 a 98,80 pesos en este momento, un aumento del 66 por ciento.

Las carnes también muestran una fuerte tendencia alcista, aunque ésta provenga no tanto del incremento de los precios internacionales como del impacto cambiario junto a la mayor porción de la producción con destino a la exportación, principalmente a China, que sufre una retracción de la oferta interna de proteína cárnica a causa de la fiebre porcina africana. En las carnicerías del AMBA, el precio asado de tira, uno de los cortes más populares, presenta una suba interanual del 84,2 por ciento. Mientras las exportaciones de carne vacuna son récord histórico, el consumo interno es el más bajo en 100 años.

En este contexto, el Gobierno analiza una suba de las retenciones a las materias primas agropecuarias que se exportan, para desacoplar los precios internacionales de los locales y, de ese modo, moderar los aumentos de los alimentos en el mercado doméstico.

Desde que asumió, el Gobierno subió dos veces las retenciones a las exportaciones. En el caso de la soja, en diciembre de 2019 llevó los derechos de exportación de 24,5 por ciento a 30 por ciento. En marzo de 2020 elevó la tasa máxima a 33 por ciento para los productores de soja de más de 1000 toneladas anuales, y segmentó las retenciones para los pequeños y medianos productores. Para los más chicos significó una baja de 3,5 puntos, hasta 21 por ciento. También dispuso una baja de retenciones para producciones regionales, como legumbres, arroz, maní, porcinos, ovinos, embutidos y maíces especiales, entre otros.