La ministra de Educación porteña continúa con su despreciable saga de atropellos y desatinos.
Con clara terquedad y arrogancia ha dejado inscriptas frases y actitudes en el transcurso de su función, nada de aptitudes, que han provocado asco en todos y todas para quienes educar requiere de varios principios, entre los cuales sobresalen el de transmitir, el de amar y el de modificar.
Está claro que por algún lado se le cuela la imagen priebkiana de gerenciar escuelas.
Con forzado manierismo intenta emanar cariño hacia les infantes, en forma torpe muestra su vacío cuando asume arriesgar alguna consideración “pedagógica”.
Claro que al hablar de les docentes surge con transparencia irrebatible más que una elaboración de conceptos, el destilar de una suciedad malsana.
Su auténtica estampa la percibimos ya hace muchos años, de manera prístina, cuando hablando de chicos pobres auguró pronósticos de rara virtud artística: “a esos (sic) solo chinchines y toc-tocs, porque un oboe o clarinete se lo fuman”.
Sigue ahora en pandemia su luctuoso devenir, que gesticula más que gestiona, que suprime, que apaga.
Cuenta para eso con su socio y jefe, con quien rompe, antes con globos ahora con burbujas, el más mínimo apego a la verdad. Un mentir que por cierto y lamentablemente ya no nos asombra, pero que debe encender nuestra conciencia y despertarnos a la acción de manera urgente.
Afortunadamente han reaccionado padres y madres que junto a maestros, maestras y dirigentes sindicales protegen a sus hijos e hijas, niños, niñas y jóvenes de la cruzada CABISTA, mostrando y enseñando que la vida tiene otros contenidos y otros saberes a los que falsamente se refieren Soledad Acuña y Horacio Rodríguez Larreta.
No existe en esta dupla ninguna apuesta altruista ni solidaria al futuro.
Su libro de texto es una guía práctica para futuras compulsas que profundiza el dolor en medio del terror planetario.
Nunca ha quedado más claro en cuestión de vida o muerte quiénes somos unos y quiénes son los otros.
El autor es ex director de las orquestas infantiles de la Ciudad de Buenos Aires