"Quilmes es mi casa, es todo", asoma la joven María Becerra, quien a pesar de sus millones de views, de su tendal de seguidores y de su presente inmejorable, no olvida ni un segundo sus orígenes, su barrio, su familia. Por estos días, mientras ensaya coreografías para su nuevo videoclip, la conurbana de 21 años anda feliz por el resultado de su Live Show Experience, un concierto exclusivo para la plataforma Flow en el que recorre distintos momentos de su vida profesional.

"Esto es un viaje", dice. Y, por caso, ese recorrido que hoy acaricia la estratósfera tuvo un comienzo bien doméstico. De hecho, el kilómetro cero se configuró en el cuarto de su casa sureña, en la que vivía junto con sus padres Irene y Pedro y sus hermanos Geraldine, Aylín y Juan. Allí grabó videos, conquistó YouTube, hizo comedia y, desde 2017, comenzó a cantar delante de las cámaras.

Se animó a un Roast Yourself rapeado en el que embestía contra la gilada de Internet y, apenitas un año después, ya con producción de Big One (que metió créditos con Paulo Londra, Lali y TINI, entre otros), subió de nivel con Dejemos que pase, el tema que le dio confianza, la hizo pisar firme y la imantó inquebrantablemente al reggaetón.

"Ahí me empecé a preguntar qué onda", sostiene María, quien no deja de sorprenderse y mirar todo con ojos de niña. Sigue: "En Dejemos que pase me empecé a encontrar más confiada. Creo que el éxito, una vez que llega, influye en el autoestima, en la confianza, en darte cuenta de un montón de cosas. Fundamentalmente, de lo que podés hacer."

Antes de eso, su EP 222, de 2019, y High, que ya se había convertido en un éxito arrollador. "Venía encontrando mi manera de escribir, buscando qué era lo que me gustaba y qué no. En High plasmé un momento que estaba pasando. Fue un descargo que se convirtió en canción. Fue puro. Me sentía así y lo quise escribir. Me di cuenta de que las cosas que sentía las podía expresar de esa manera. Cantarlas y que a la gente le gustara. Supe que tenía una buena forma de contar las cosas", recuerda.

High Times

Con High, María Becerra encontró una zona en la que moverse cómodamente, en el espacio que mejor la hace brillar: el dancehall, el afrobeat y, claro, el reggaetón. "Antes me costaba fluir. Sobre ese tipo de beat, con esas letras más explícitas y sensuales, encontré lo que más me gusta y lo que saca lo mejor de mí", comenta.

Sonó acá, allá y en todos lados. High comenzó a engordar de forma grosera el contador de visitas y María Becerra se colocó rápidamente en la primera línea de las artistas urbanas con más proyección. Hasta que un remix llevó todo hacia otro nivel y realmente, ahí sí, se fue todo al carajo. "No lo podía creer", recuerda María, refiriéndose al suceso que causó High (Remix), junto a TINI y la española Lola Índigo. "A nivel personal, hasta mis viejos me empezaron a mirar de otra manera", sostiene.

¿Qué te decían tus viejos?

--Fue todo una locura. De repente, para mi mamá era como "¿Qué onda mi hija?". Yo ya estaba ganada, me había comprado un autito, andaba súper flex. Y a mi mamá le daba vergüenza llamarme porque pensaba que estaba ocupada. Ahora no, ya es la misma de siempre. Es que mi familia es súper simple, van sin llamar la atención, con sus plantitas y sus perros. En un momento todos empezaron a saludarlos y a felicitarlos. Es un viaje para ellos y los entiendo.

Entretanto, fue Confiésalo, el hitazo que hizo junto a Rusherking, el que se convirtió en uno de sus temas más queridos. "Fue el estribillo que más rápido saqué en mi vida. Big One puso el beat y, a la segunda vuelta, tiré el estribillo entero. Es el mejor que hice. Lo habremos escuchado 300 veces seguidas sin cansarnos. Fue increíble poder encontrar el mood de una canción, la buena vibra y que no te resulte pesado", revuelve. "Es algo re mágico eso."

Animal(es)

En la actualidad, Chola (así le dicen su mamá y sus hermanas en homenaje a una niñera que la cuidó de pequeñita, y a quien María no paraba de nombrar y nombrar) está preparando la segunda parte de Animal, un disco cortado en dos partes. Animal Pt. 1 consta de cuatro temas entre los que sobresalen Animal, junto a Cazzu, y la pegadiza Acaramelao. En la letra, María tira la siguiente frase: "Amo tus ojito' chino'/ Lo' tiene' como Kung-Lao". ¿¡Qué!? ¿¡María Becerra juega al Mortal Kombat!? Pero claro: le da duro al Mortal Kombat 11 de PlayStation 5 junto a sus amigos y, para pelear, suele elegirse a Sindel.

En una época con mucha predilección por los singles y los EP, ¿por qué decidiste lanzar un álbum?

--Creo que sigue siendo algo histórico. Un álbum te termina de consagrar. Es medio una meta para nosotros decir "saqué mi álbum", eso siempre va estar. Es increíble tener tu material, todo en un mismo concepto. Trabajar sobre eso tantos meses creo que también tiene esa meta.

¿Y por qué decidiste sacarlo en dos partes?

--Nos gustó el concepto. Estaba ahí la idea del disco y pensamos: "¿Lo sacamos de una, como se suele hacer? ¿Y si mejor vemos qué pasa?" Ahí empezaron a rondar ideas. "Hagamos algo más loco, con otra estrategia", dijimos. Queríamos que tuviera distintos momentos, que se hiciera desear. Y lo logramos: generamos expectativa.

El dato: la segunda parte de Animal, el primer disco de María Becerra, estará disponible para mayo. "Ahora va a salir el corte del álbum y en breve el resto. También se vienen singles con otros artistas, algunos feat que la gente espera", adelanta.

Mientras tanto, la meteórica carrera de Becerra encontró otro punto álgido en Además de mí (Remix), compartiendo cartel con pesos pesados del género como Tiago PZK, Khea, LIT killah, Duki y Rusherking. A propósito, se siente en sintonía con "los pibes" y los considera "como de la familia". De su boca: "Los amo, son personas increíbles", señala.

Da la impresión de que los artistas de las nuevas camadas no tienen problema en mezclarse con otros que vienen de otros géneros.

--Totalmente. Todos tenemos esa cabeza. Eso de no encasillarse en algo y demostrar que okay, puedo ser buena en esto, pero también puedo salir de mi zona de confort. Quizás no de la misma manera, pero de eso se trata, al fin y al cabo. Las nuevas generaciones son algo zarpado en ese aspecto. Tenemos eso de probar, experimentar y fluir. Por ahí hacemos reggaetón pero tal vez aparecen cantantes de pop o cumbia y nos llevamos re piola. Los prejuicios quedaron muy en las cabezas de piedra, que había muchas.

Flow de barrio

A la sazón, todo este raid artístico tiene un debe: los shows con público. Debido al COVID-19, María Becerra aún no pudo presentarse en vivo. "Estoy súper ansiosa", reconoce. "Estamos preparando un show presencial para julio." Sin embargo, ella sabe bien que todo dependerá, obviamente, de la situación epidemiológica y de cómo vaya evolucionando la pandemia. "Esperemos que se pueda dar", anhela.

Así las cosas, mientras sigue girando su show en Flow ("Fue un viaje armarlo y estoy feliz por toda la repercusión") y aglutina colaboraciones cada vez más power (el freestyler Dani, la mexicana Paty Cantú, el español Beret), Becerra avisa que durante estos meses estará publicando muchas canciones. "Se viene picado", tira.

A todo esto, ¿estamos, acaso, en las postrimerías de un Music Sessions con Bizarrap? "En algún momento pasará. Queremos que sea cuando nadie se lo espere. Hemos hablado y las ganas están. Falta que suceda, nomás. Y que podamos coordinar."

Siendo un piba de barrio que "lo logró", ¿qué consejo le darías a esas chicas que también sueñan con vivir de lo que les gusta?

--Que sepan que nada es un impedimento. Las cosas se ven lejanas cuando alguien no es de Capital, donde están las oportunidades, los métodos y la gente. Con mi mamá nos tomábamos el tren hasta Constitución y después el colectivo 39 hasta la calle Talcahuano para ir a la academia de canto. Ella me esperaba hasta que termine y se quedaba dos horas por ahí bancándome. Tengo que agradecer los padres que tengo. Pero, si las ganas están, hay que buscarse las oportunidades. Hay que estar ahí, no van a caer del cielo. Incentívense, motívense. Si es lo que les nace, inténtenlo, arriésguense y no le tengan miedo al fracaso. Es parte del aprendizaje. Lo lindo es saber que lo intentaste.