“La vacuna fortaleció la relación con China y es actualmente el eje del vínculo bilateral, lo mismo que pasa más o menos para toda América latina”, sostiene Néstor Restivo, historiador y director periodístico de la revista Dang Dai, especializada en China. En diálogo con este diario, Restivo destaca el carácter histórico de la buena relación bilateral, desde Juan Perón hasta Alberto Fernández. Sostiene que si bien “China no te regala nada, a la hora de recibir inversiones con financiamiento chino, ellos están dispuestos a ceder, pero falta capacidad de negociación de nuestro lado. Ellos, nos guste o no, son serios. Y de este lado siempre hay improvisación”. También destaca la relevancia de subir escalones en el agregado de valor a través del pasaje de la exportación de maíz a carne de cerdo.
“Argentina y China siempre han tenido muy buena sintonía, inclusive antes de las relaciones diplomáticas, que arrancaron en 1972. El mismo Perón después del ‘49 tuvo políticas de ayuda. Y todos los presidentes de los últimos 50 años viajaron a China, inclusive Videla. En términos generales, China tiene muy buena relación con toda América latina. Pero con Cuba, México y Perú tiene el antecedente negativo de la mano de obra prácticamente esclava en siglo XIX. Si bien China tiene relaciones muy buenas con esos países, queda ese resabio. Eso con la Argentina no se dio, la relación no tiene esa mancha del pasado. El vínculo con la Argentina también tiene la conexión por el lado del colonialismo, ellos con Taiwán y nosotros con Malvinas. Y China ve en la Argentina un país potencialmente más rico para sus intereses que otros de la región. De todas formas, China se acerca a todos los países, desde el tratado de libre comercio con Chile hasta Venezuela, que es el país que recibe más financiamiento chino”, dice Restivo.
“El salto cualitativo en el caso de la relación bilateral de dio en 2004 con Néstor Kirchner. Allí se firma la asociación estratégica, lo cual otorga un salto en el comercio, las inversiones y la cooperación financiera. Esto se consolida con Cristina, ya que la relación se eleva a la asociación integral. Inclusive se mantiene con Macri, aunque hay una interrupción en el tema de inversiones por las represas y la central atómica por presiones de los Estados Unidos. De todos modos, Macri es el presidente argentino que más se vio con Xi Jinping. Sí hubo avance en temas comerciales, que ya se venían trabajando desde hace varios años antes. Alberto Fernández llega para retomar la agenda de mayor acercamiento con China. Esto implica, más allá de continuar con la cuestión comercial, retomar la agenda de inversiones, en donde sobresale la central atómica, la expansión del parque solar de Jujuy y trenes. El tema de la agenda de inversiones se complicó por la pandemia, pero sin embargo la relación se fortaleció por la vacuna, que es actualmente el eje del vínculo bilateral, lo mismo que pasa más o menos para toda América latina”, agrega.
-- Teniendo en cuenta que China financia pero vende también la tecnología y las máquinas, ¿hasta qué punto la búsqueda de financiamiento para las grandes obras de infraestructura es más fuerte que la necesidad de que la industria nacional sea parte de esos proyectos?
-- Está claro que China no te regala nada y sigue sus objetivos. Y que si te puede vender todo hecho y se puede llevar toda la materia prima cruda, lo va a hacer. Sin embargo, creo que hay flexibilidad para negociar otras cosas. Recuerdo cuando se negoció la cuarta central atómica, en donde se había definido un porcentaje de provisión nacional para la obra fuera del reactor y una transferencia tecnológica para el capital nacional. En el caso de los trenes, trajeron hasta los tornillos, la industria local sólo se pudo insertar en el último puñado de locomotoras. Lo que pasa es que Argentina no cumple, las pymes no llenan los casilleros y ese espacio lo ocupa China. En la medida en que China tiene grandes necesidades agroalimentarias, no le quedan muchas más opciones que comprar a Argentina y Brasil, además de los Estados Unidos. Si se hubiera negociado junto con Brasil, se podría vender harina o aceite en lugar de porotos de soja, por ejemplo. Yo creo que los chinos están dispuestos a ceder, pero falta capacidad de negociación de nuestro lado. Ellos, nos guste o no, son serios. Y de este lado siempre hay improvisación.
-- Si se miran las exportaciones argentinas a China, no ha habido un gran avance en los últimos diez años. Sin embargo, en este período China duplicó sus importaciones en general. ¿Cómo lo explica?
-- Creo que el tema del estancamiento de la oferta exportable argentina no es algo exclusivo con China sino a nivel global. Sin embargo, hay casos puntuales de éxito de empresas argentinas en China, como Satellogic, que fabrica pequeños satélites para evaluar temas climáticos del agro. También Biogénesis Bagó, que fabrica en China las vacunas antiaftosa. Son nichos, pero está claro que lo grueso es soja y carne, y es difícil salir de ahí. Creo que una gran oportunidad es el turismo, lo cual compensaría mucho a la balanza de pagos. Si se facilita la hotelería y la conexión, los chinos van a venir más a la región, a pesar de las distancias. También está el tema minero, que les permite a Chile y a Brasil equilibrar sus balanzas con China.
-- ¿Cómo evalúa el proyecto inversión china en el sector porcino?
-- En principio, se comunicó muy mal, con errores muy grandes en las cifras. Pero a nivel conceptual si creemos que Argentina tiene que exportar con valor agregado, ¿por qué no producimos más cerdo y lo exportamos? Con China está abierta la oportunidad. Hay planteos críticos que son interesantes, sobre el tamaño, sobre los actores participantes. Si se pueden atender, puede ser un proyecto que genera trabajo y permite exportar valor agregado. Pero bueno, se hizo una campaña muy grande en contra. Hubo adendas por los reclamos ambientales y ahora la aprobación pendiente está del lado chino. No hay que dejar de tener en cuenta que los países que más exportan carne de cerdo son más chicos e incluso más desarrollados que la Argentina, como los casos de Dinamarca, Alemania o Japón.
-- ¿Qué potencialidad tiene China a la hora de la expansión global de su moneda nacional?
-- Ellos tienen la ambición de que su moneda sea plenamente convertible y la van trabajando muy despacio. Van con pie de plomo. Aceptan las reglas de juego de posguerra, a pesar de que saben que están perimidas. Por eso entraron en todas instituciones como la Organización Mundial del Comercio (OMC), el FMI y Naciones Unidas. Pero en paralelo van haciendo su propia institucionalidad, desde el Banco Asiático, la Ruta de la Seda y el acuerdo asiático de libre comercio hasta la expansión de los bancos chinos como el ICBC y el Bank of China.