Los fabricantes e instaladores de cercos perimetrales electrificados volvieron a la carga para lograr la aprobación de una ordenanza que los regule y habilite. Lo hicieron de la mano de un proyecto presentado por los ediles del Pro Roy Lopez Molina y Agapito Blanco, quienes lograron que al menos dos firmas dedicadas al rubro fueran escuchadas en la Comisión de Planeamiento del Concejo. También hay otro proyecto de Jesica Pellegrini, Pedro Salinas, Caren Tepp y María Luz Olazagoitía, de Ciudad Futura-FSP, para regular en un caso y prohibir los cercos, en el restante. La concejala Fernanda Gigliani, quien preside la comisión ratificó la potestad del cuerpo respecto a la regulación de la instalación de los cercos eléctricos, en el marco del Reglamento de Edificación."El cerco eléctrico es una herramienta de seguridad para inmuebles que se usa en todo el mundo. Queremos defender el derecho de los rosarinos de vivir más seguros", sostuvo el titular del bloque Cambiemos. "Lo que pretendemos es una discusión seria, lejos de los mitos o de los discursos ideologizados", afirmó López Molina, visibilizando una corriente de pensamiento que preocupa.
De la reunión del lunes participaron Esteban Jäger, de una firma especializada en el tema cercos eléctricos, y Guillermo Valls, integrante de la Cámara Argentina de Seguridad Electrónica. Jäger precisó que “hace 25 años que están homologados, cumplen las normas Iram y no hay antecedentes de fallecimiento, siempre que se cuiden los estándares internacionales”. "La gente no se puede quedar pegada porque es bajo el amperaje” agregó.
Por su parte Valls coincidió en que “tienen casi 25 años y vienen del uso rural en ganadería, que tienen 60 años “ y precisó la necesidad que se respeten “las condiciones de uso”. El mismo expositor detalló posteriormente que “si se lo quisiera fabricar hay que realizar un ensayo previo para verificar que es seguro eléctricamente, hay laboratorios disponibles y se hace el ensayo correspondiente” y luego se efectúan revisiones bianuales. De igual modo indicó que se establece la corriente máxima que puede circular para que no exista fibrilación y sobre la guía de instalación, si es sobre un muro, sobre rejas o un alambrado perimetral, en el caso de una industria que comprenda una manzana. En cuanto a las alturas remarcó que se colocan a entre 2,2 y 2,4 metros. Valls resaltó también que “si se cumplen las normativas no causa daño, ya que son impulsos de bajísima corriente, que provoca un rechazo instantáneo al contacto con el cuerpo”.
Por su parte edil López Molina consultó qué ocurriría en aquellos casos de personas con marcapasos o con afección cardíaca, y en tal sentido, precisó Valls que “sobre los marcapasos no hay daño” e insistió en que si se cumplen las normas “no hay antecedentes ni nacionales ni regionales sobre daños”.
Ante una consulta de la edila Pellegrini sobre casos de fallecidos, consignó Valls que los dos casos, en Mar del Plata y en Córdoba “no eran instalaciones legales, eran fraudulentas”.