El 44° Abril Cultural Salteño trajo consigo una variedad de exposiciones a través de la virtualidad, una es la muestra fotográfica Caldereños, del artista plástico Jorge Barbatti. En ella se puede contemplar una serie de retratos de los pobladores de La Caldera, localidad ubicada a 25 kilómetros de la ciudad de Salta, que muestra el juego entre el paisaje rural y urbano.
Los rostros, la mayoría en primer plano, dejan visible el tono y los rasgos presentes en el norte argentino. Pero Barbatti quiso ir más allá y buscó habitar un espacio no sólo desde el significado de ser "vecino” del pueblo, sino en la posibilidad de anudar las imágenes de ese lugar. Es así que en 25 tomas se pueden apreciar las miradas de niños, jóvenes, mujeres, hombres y ancianos del pueblo de La Caldera.
El artista contó a Salta/12 que la idea del proyecto surgió dentro del contexto de la pandemia, y casi como una trabajo antropológico. En un principio buscaba registrar el cambio que hubo en la última década en el pueblo, donde se vio notablemente la transformación de un lugar "de campo" a una ciudad. "Quería registrar ese cambio en donde lo rural iba siendo invadido por lo urbano", visto a través de la presencia de motos, celulares e incluso, por políticas públicas como el Procear, donde nuevos habitantes llegaron al pueblo.
Esa idea quedó de lado tras el primer contacto que mantuvo con los vecinos porque cuando decidió trabajar con retratos de lugareños, el artista le ganó al documentalista. El artista plástico ya traía consigo la frase de la destacada fotógrafa Sara Facio, quien dijo una vez que "un rostro es el mejor paisaje”. Solo que, en vez de fotografiar, como Facio, a personalidades de la talla de Julio Cortázar, Jorge Luis Borges o Pablo Neruda, retrató a caldereños, no a todos, la gran mayoría descendientes de pastores de los cerros, que hoy son sus vecinos.
Barbatti se dispuso a retratarlos en un estudio fotográfico y los diálogos que allí se generaron hicieron mutar cada vez más el proyecto y lo llevó a centrarse en la vida de cada uno de los que participantes. Trasladar a los vecinos a un estudio "ya cambiaba la perspectiva de todos", tanto de los fotografiados como el fotógrafo. Contó que cuando los invitaba para retratarlos casi todos le preguntaban: “¿Me visto de gaucho? ¿qué me pongo?”. A pesar de que no era la búsqueda, algunos de ellos trajeron espontáneamente un sombrero o vistieron a su hijo de gauchito.
El otro gran interrogante que les surgía era: “¿Por qué a mí?”. Para la mayoría de ellos fue su primera experiencia de ser retratado y para Barbatti lo mágico del estudio es la posibilidad de hacer esa operación de extracción de sus roles o de sus contextos. Un lugar en este caso en donde se los despoja de las miradas folklorizantes, sacudiendo el eslogan turístico de “tierra gaucha” para iluminarlos desde otro lugar, desde su cotidianeidad.
"Cuando empecé a retratarlos empezamos a tener intimidad y muchos se quedaban sorprendidos al visitar por primera vez un estudio", recordó Barbatti. Allí encontró el hilo conductor de todo su trabajo, que se centraba en la mirada de sus protagonistas. Reconoció que al momento de dar el disparo final con la cámara "hay un especie de comunicación del protagonista con la lente" y ese "limbo de comunicación" es el que quedó plasmado en las capturas.
Barbatti contó que al mostrar los resultados fotográficos quienes participaron se sintieron revalorizados e importantes. "Valoran lo que hacen ellos mismos", subrayó. Por eso, dijo que con la muestra quiso lograr algo simple y, a la vez, muy complejo: "rostros soberanos de estas tierras que sean recordables por la belleza de sus miradas".
Para el artista, homogeneizar su trabajo en la mirada de sus protagonistas también involucraba una búsqueda de la territorialidad de la gente y además, "guardaban ese respeto que nos iguala", ya que la idea de que sean primeros planos, reforzaba esa idea de igualdad.
"Conocí la vida de cada una de esas personas, donde algunas vivían hace años en los cerros y tuvieron que bajar de ellos para adaptarse a lo semi urbano". Barbatti dijo que encontró en este trabajo una "salvación" ante el escenario pandémico que llevó a que gran parte de su labor esté frenado. Una apuesta a futuro es que la muestra, que aún puede verse en la página del Abril Cultural, se pase al papel y mediante gigantografías sean colocadas en las distintas calles de La Caldera.
Si bien la muestra es virtual, el artista no dejó de lado el detalle de que se puede apreciar de mejor manera en el papel, sosteniendo que "no hay que quitar esa comunicación que hay entre la obra y el espectador". Por lo que aseguró que la presencia física es necesaria e irreemplazable. De la misma manera destacó la importancia del retrato en el tiempo de las "selfies", afirmando que "la profundidad que encontrás en una mirada (retrato) es impagable".