La música en vivo en espacios cerrados está una vez más suspendida, debido a las nuevas restricciones sanitarias adoptadas por el gobierno nacional ante el creciente aumento de contagios de Covid. Por eso, una buena forma de transitar el aislamiento social y apoyar a los artistas musicales es compartir, descubrir y reproducir su música en plataformas digitales. De este modo, Página/12 propone un breve recorrido por diez discos de música de raíz folklórica que se destacaron en 2020. Una decena de discos que construyen un mapa sonoro actual, que abraza nombres como el inspirado compositor cordobés Juan Pablo Toch o la ya consagrada cantora bonaerense Luciana Jury, pasando por la joven pianista platense Mariel Barreña o el cantautor rosarino Julián Venegas. Y, como siempre en estos casos, se trata solo de una mirada posible dentro de un amplio y diverso abanico de obras publicadas recientemente en el país.
Abrazo, Luciana Jury
En un año en el que el abrazo fue un territorio vedado, la cantora y guitarrista bonaerense Luciana Jury resignifica esa palabra como gesto de esperanza. En su cuarto disco, Jury profundiza en su búsqueda de la memoria colectiva a través del cancionero popular latinoamericano. Si bien Jury se distingue por el desborde y desgarro de su voz, en este disco encuentra una interpretación más serena y luminosa que pone por delante la canción y su contenido político y social. Es que Abrazo es una síntesis de dos procesos que la atravesaron en los últimos años: el avance de la derecha en Latinoamérica y la revolución del feminismo. Por eso, en el repertorio conviven canciones como “Mi querencia”, del venezolano Simón Díaz; y “Luz de luna”, del mexicano Álvaro Carrillo y popularizada por Chavela Vargas; con el joropo anónimo “El gavilán” y la cueca “Si cruzas por mi camino”, de la joven chilena Camila Vaccaro.
Juanpaio Toch, Juan Pablo Toch
Grabado en la Ciudad de México, el primer disco solista del cantante y compositor Juan Pablo Toch encuentra el pulso justo entre la canción folk y el folklore argentino. Oriundo de Gonzáles Chaves (Buenos Aires) pero criado en Córdoba, Juan Pablo encontró su lugar en la música con la mestiza y festiva banda Toch; pero en este disco solista despliega su costado más minimalista, reflexivo y despojado. Son nueve canciones a guitarra y voz bañadas con el carisma de las sierras y el río. Desde la chacarera “Atrapasueños” hasta la yupanquiana “La vida linda te llama”, pasando por la telúrica “Día de lluvia” o la andina “Reciclar veloz”, todas las canciones invitan a transitar un viaje profundo desde los asuntos internos hasta el vínculo con la naturaleza. "Cambiando, siempre cambiando, como la cara del río”, canta el también productor.
Viva. Destino Del Canto, Mariel Barreña
Desde obras de Rubén Rada hasta de los Hermanos Núñez, Eduardo Falú y Violeta Parra, la pianista, cantante y compositora platense aborda el folklore de la región a partir de un interesante trabajo arreglístico que transita con soltura por el jazz y la música académica. Editado (y elogiado) primero en Japón, el disco de Barreña no solo recorre el cancionero popular, sino que también le da espacio a composiciones propias, como “Hermano Huayno”, una pieza instrumental que explora el terreno de la improvisación. Además de estar acompañada por un cuarteto, tiene como invitada a la notable cantora platense Silvia Gómez en “La flor del jardín” (Andrés Chazarreta) y en “Añorando el carnaval” (Julio Domingo Ayunta). La perlita del disco es “Candombeando”, de su autoría, en la que el ensamble despliega todo su virtuosismo.
Choques, Julián Venegas
¿Qué tienen en común Sig Ragga, Ramón Ayala y El Mató a Un Policía Motorizado? Que todos esos nombres confluyen en armonía en el disco del intérprete, guitarrista y compositor rosarino, que logró llevar a su terreno canciones populares de paisajes, poéticas y tiempos disímiles. “Un repertorio heterogéneo de guitarreada”, define el concepto del disco. Pero es mucho más que eso. En su sexto disco, Venegas logra cohesionar y hacer convivir piezas folklóricas como “Algarrobo algarrobal” (Lía Cimaglia y Juan Ponferrada) o “Pan de agua” (Ramón Ayala) con canciones urbanas como “El Tesoro” (El Mató) o “El balcón” (Eruca Sativa). Y temas propios, como la litoraleña “Sueños sencillos” (compuesta con Juan Barreto) o “Carta para Sara”. Y nada suena forzado. Porque el hilo conductor es la intimidad y calidez de su voz y su guitarra. Y una idea que tomó de Liliana Herrero: la de armar y desarmar las canciones, y ponerlas en tensión. O en choque.
Otrx, Valen Bonetto
Después de incursionar en el rock, el cantor y compositor cordobés se dio cuenta que la música de raíz folklórica era un lugar fuerte de pertenencia. O el “canal más amoroso y amable” para decir lo que necesitaba en este momento. Y el resultado es Otrx (Goza Records), un EP que aporta nuevas poéticas al cancionero popular argentino. “Una simple chacarera”, por ejemplo, está atravesada por la lucha del feminismo y el transfeminismo. “Lucha disidente que vino para conquistar", canta Bonetto entre guitarras criollas y bombo legüero. En “Ahora” entrega su voz más intimista y en la chacarera “Comadre” potencia su canto en dupla con Micaela Vita, de Duratierra. En apenas cuatro canciones, este músico de 24 años reivindica aquellas palabras de Víctor Jara sobre el “sentido y la razón” que simbolizan la guitarra.
Pasionarias, Silvia Iriondo
Silvia Iriondo, siempre dispuesta a los desafíos musicales, se propuso en su nuevo disco homenajear a cuatro mujeres fundamentales de la cultura popular latinoamericana: las cantoras Violeta Parra, Chabuca Granda, Leda Valladares y la pintora Frida Kahlo, cuyas ilustraciones y textos acompañan la versión física y artesanal del disco. A partir de su interpretación vocal –que busca más el decir que sobresalir-, Iriondo teje un viaje narrativo que enlaza las afinidades entre la vida, la obra y el carácter de estas artistas. La transgresión, la valentía y la pasión, por ejemplo. Desde ese lugar, entrega una versión criolla de “La jardinera” (Violeta Parra), con el pianista Carlos Aguirre y su Quinteto de guitarras como invitados; una sentida versión con piano, vientos y voz de “Ese arar en el mar” (Chabuca Granda), y actualiza también a “Quien ama y sufre” (Leda Valladares).
Octógono, Rodrigo Carazo
Grabado en Unquillo, el tercer disco del cordobés Rodrigo Carazo se expande hacia el mundo. El guitarrista, cantante y compositor parte desde la música de raíz folklórica, pero propone una canción abierta, universal, lúdica, desafiante y en diálogo con músicas del mundo. Una línea estética que lo asemeja a autores como el trovador porteño Edgardo Cardozo o el pianista entrerriano Carlos “Negro” Aguirre. La de Carazo es una música expresiva con una destacada riqueza armónica y tímbrica. “Salto al mundo, traigo un instante, puedo decírtelo”, invita Carazo ya en la primera canción, “Antes del tiempo” y luego apela a la sutileza percusiva y al juego de su voz en “Mis ideas”, hasta llegar a “Só para ficar”, cantada en portugués, y compartida con el guitarrista brasilero Tó Brandileone y el cantautor español Pedro Pastor. Y en “Nósmica” conecta, tal vez, con el espíritu folk de Sui Generis y el primer rock argentino.
Trazos, Sara Mamani
La salteña Sara Mamani es una amante de la poesía. Y le pone cuerpo, música y sentimiento a la palabra poética. En su disco anterior, Re-vivir (2019), Mamani había musicalizado a poetas clásicos como García Lorca, Manuel J. Castillo, Gloria Fuertes o Rafael Alberti, pero aquí elige musicalizar a poetas de este tiempo. De esta manera, construye músicas para “Ofrenda”, de Fernando Noy; “Al mismo tiempo”, de Cintia Bravo, o al poema “Escuchar a Joan Báez”, de Miguel Gaya. “Estoy buscando entre las sobras una madera vieja para dibujarte”, canta la salteña mientras se desgarra, en “Estoy buscando”, de Lucía Lascano. Es un disco melancólico, sí. Y Mamani exalta ese sentimiento con su voz profunda, serena, telúrica y para nada estandarizada. El disco se corona con la sublime “Palabras”, con letra suya y música de Luciana Jury, que también participa con su voz, claro.
Creciente, Sisa Quinteto
En su disco debut, el ensamble bonaerense integrado por Florencia Cagnone (bajo), Florencia Knoblovits (guitarra), Florencia Marino (violín), Marcela “Nige” Achy (percusión) y Mariana Hernández (voz principal) pone el foco creativo en la música de raíz afroperuana y afrobrasilera. Son diez canciones propias que ponen en valor la presencia afro en las músicas de este continente y rescatan una tradición musical forjada a base de luchas y resistencias. En ese recorrido, aparecen el festejo peruano “Fuerza y color”, las chacareras “Anochece” y “Cualidad ancestral”, el samba brasilero “Sisa” o la andina “Corazón de tinaja”, todas construidas e interpretadas con una fuerte impronta colectiva, percusiva y rítmica. Un espíritu tribal y festivo que late con fuerza en todo el disco.
Hilos de la voz, Mariela Cusa
“Y ahora que estamos juntas / y ahora que si nos ven / mil reflejos, mil latidos son”, canta Mariela Cusa como signo de época en “Y ahora que estamos juntas”. Con la producción del correntino Yacaré Manso, la cantora y compositora bonaerense recorre en su segundo disco ritmos folklóricos de diferentes regiones del país, pero con especial acento en la música andina y su filosofía. En ese plan, sobresalen la festiva “Abya Yala” y “Nubecita” y “Huellas”, dos canciones dulces en las que Cusa se ocupa del charango. En “Plegaria”, en tanto, viaja hacia la comunidad mbya guaraní y explora otros colores de su voz. Suena también un acordeón (Laura Katz) en “Inmensidad” y un bombo legüero en “Tejedoras”, una paleta de sonidos que afianzan el sonido acústico y orgánico del disco de la también docente.