Se acaba de publicar el primer Manual de atención de la salud transgénero de habla hispana, un libro que recoge años de experiencia del Grupo de Atención de Personas Transgénero (Gapet) del Hospital Durand. Tanto el manual como el Gapet son coordinados por Adrián Helien, médico especializado en sexología clínica y educación sexual. Además, por primera vez en su historia, que comenzó en 2005, el Gapet tendrá un espacio físico para funcionar como servicio y como equipo interdisciplinario. “Nosotros hemos luchado por tener un servicio con un nombre que nos represente. La visibilización y la despatologización van de la mano concreta de la creación de este servicio”, apunta Helien, quien reclama además --con el apoyo de la Dirección del Hospital-- que el Gobierno de la Ciudad otorgue la estructura en el escalafón del Hospital, un pedido que lleva cinco años en espera, y que garantizaría que el servicio siguiera funcionando más allá de las personas que trabajen en él, los cambios políticos y de gestión.
Helien cuestiona la formación médica universitaria, que está ajena a estos temas y todavía patologiza a las identidades trans. “La salud trans no se enseña en ninguna facultad. En todo caso se nos enseña a patologizar la diversidad y nos siembran la semilla de la discriminación de todo lo que no sea cisheterobinario. Lamentablemente al día de hoy existen profesionales que continúan patologizando a las personas trans. De hecho recuerdo que en los años 2000 cuando quería armar el equipo, mis colegas me preguntaban ‘¿Adónde los vas a atender? ¿Con las personas?’. Tenemos que deconstruir nuestra ‘formación médica’ y sobre todo aprender a escuchar a las personas trans, a validar sus relatos y a respetar la autodeterminación y autonomía. Los cambios más importantes para trabajar en la temática vienen de la mano de las ciencias sociales y de los derechos humanos”, explica.
El manual es para llenar un vacío en la formación, para capacitar sumando su experiencia apuntando a los más altos niveles de atención de la salud trans. Por otro lado, dice Helien, “al estar bajo nuestra Ley de identidad de género, la atención es diferente al resto del mundo en general. Tenemos que aprovechar las experiencias que tenemos en nuestro país en la atención con mayores evidencias y que se ajusten a las buenas prácticas. En ese sentido el Gapet y el Ganat tienen la mayor experiencia del país y de Latinoamérica”.
La publicación del Manual es, además, un aporte para mejorar la calidad de atención. Sirve de guía para quienes trabajan en la atención de la salud trans. “Propone un modelo de atención despatologizante y reafirmativo de todas las identidades, producto de más de 15 años de trabajo. Queremos que sea un libro de interconsultas, para que cada profesional o equipo que acceda al mismo, se apropie de lo escrito y pueda construir su propia versión, sumando la enorme riqueza que cada persona y cada contexto aportan. Esperamos y agradecemos que esta publicación llegue a manos de otrxs que la deconstruyan, renueven y multipliquen”, explica.
Antes del año 2005, no existía ningún tipo de atención de la salud trans. Hoy el Gapet sigue siendo único en Latinoamérica por la enorme complejidad de atención que brinda. “Tener un servicio de estas características tiene una potencia simbólica enorme. Pasar de no existir a dar vida a un espacio dentro de un hospital público es un gran paso. Ahora las personas trans van a poder ir a un lugar físico concreto para ser atendidas”, apunta Helien. Esta atención integral abarca la niñez, adolescencia y adultez, de manera interdisciplinaria en un mismo lugar. El Gapet (adultxs) ofrece cirugías de reafirmación genital de género tanto masculina como femenina, de masculinización de tórax y de feminización facial; tratamientos de reafirmación hormonal masculinos femeninos y no binarios y talleres de reafirmación vocal. El Ganat (niñez y adolescencia) brinda atención integral de la niñez, adolescencia trans, tratamientos hormonales en adolescencia, atención familiar y grupos de acompañamiento para familiares y jóvenes trans.
En una investigación sobre riesgos de suicidio en la población usuaria del Gapet, el 52 por ciento dijo que alguna vez había intentado suicidarse. “El trabajo de acompañamiento transicional por parte de nuestro equipo para quienes así lo desearon y eligieron con nuestro equipo, descendió enormemente el riesgo de suicidio”, dijo Helien. A quince años de la creación del Gapet hubo cambios significativos respecto a que las personas que concurren lo hacen en un amplio espectro de rango etario, pero sobre todo disminuyó la edad de la primera consulta por debajo de los 18 años y sigue descendiendo. Hay una mayor aceptación y acompañamiento familiar que antes. “También vemos una mayor integración social tanto en estudios como en inserción laboral. Creo que todavía falta y por eso hay que apoyar el cumplimiento de la ley de identidad de género y el cupo laboral trans”, explicó.
--¿Y cómo cambió la atención?
--Es bueno recordar que antes de la promulgación de la Ley de identidad de género las personas trans tenían que hacer un juicio al estado, para que luego de un diagnóstico que lxs patologizaba y que avalara su pedido, fueran sometidxs a innumerables pericias, que iban a durar años y que no tenían ningún sentido. Un juez iba a decretar según sus criterios (políticos) si le otorgaba la identidad a la persona y autorizaba la intervención quirúrgica en el caso que la persona la hubiere solicitado. Una enorme injusticia, ya que la identidad y el cuerpo son de la persona y constituyen el derecho humano más básico a tener una identidad y poseer un cuerpo. Esto termina en 2012 con la Ley.
--¿Cuáles son los desafíos que tienen por delante?
--Hasta ahora tenemos un espacio concreto, un servicio, un lugar, con un nombre y un área nueva en el Hospital Durand. Resta que nos den la estructura, nos faltan recursos materiales y profesionales, jerarquizar nuestra tarea, tener más turnos de quirófano para que quienes quieran acceder a las cirugías de reafirmación no tengan que esperar dos o más años. Además, corremos el riesgo de desaparecer y con ello muchos años de trabajo que quedarían en la nada. La consecuencia más inmediata sería que mucha gente trans se quede sin atención nuevamente. Si bien avanzamos hace falta llegar a más lugares, capacitar, crear redes de trabajo, jerarquizar y mejorar la atención de la salud trans en todo el país.