Este 30 de abril, Dia del Coraje Civil, en reconocimiento a la primera ronda de Madres de Plaza de Mayo, en 1977, lo conmemoraremos en un mundo puesto en jaque por la pandemia del Covid-19. Un virus letal cuya magnitud y efectos no tiene precedentes causa una crisis de devastadores efectos socioeconómicos, humanitarios y de derechos humanos. A comienzo del año 2020 se inicia una inusitada ola de contagios, que por su dimensión supera las posibilidades de respuesta de los sistemas de salud, incluso en países desarrollados que cuentan con un sistema sanitario eficiente. Un aumento general de las internaciones en terapia intensiva provoca un colapso que lleva al personal de salud a la dramática opción de elegir a quién se le suministrará un tubo de oxígeno y a quién no. Ante el dolor de la pérdida de miles de vidas, la humanidad queda sumergida en la incertidumbre y la angustia. Los gobiernos adoptan medidas de restricción estrictas contra la pandemia de coronavirus para evitar una rápida propagación del virus, reducir el número fatal de víctimas y ganar tiempo para que la ciencia desarrollara una vacuna. Los altos niveles de transmisión comunitaria y los sistemas de salud sobrecargados hicieron que el cierre de escuelas fuera inevitable. Sin embargo, en países como Alemania que condena institucionalmente el nazismo, sectores negacionistas con fuertes raíces ideológicas fascistas organizaron protestas a través de las redes sociales convocando a sabotear las medidas preventivas de cuidado. Fanáticos enardecidos ganaron las calles desafiando la pandemia y sus consecuencias con la intención de capitalizar la insatisfacción y el descontento para volver al poder. En este nuevo tiempo histórico que parecería reiniciar las ideas totalitarias propagan impune su cultura del odio, discriminación y muerte en Occidente. En nuestro país el aislamiento social, preventivo y obligatorio fue una medida excepcional que el Gobierno nacional adoptó en un contexto crítico, destinada a mitigar la expansión del coronavirus Covid-19. El sistema sanitario fue robustecido y preparado para enfrentar la pandemia. Las clases presenciales se interrumpieron y se garantizó la continuidad educativa a través de distintas estrategias tecnológicas y por la producción de millones de materiales impresos. No obstante, hubo que lamentar la pérdida de vidas, enfrentar la partida de seres queridos en duelos desde la distancia y ver crecer los índices de pobreza y desempleo. En este 2021, lejos de menguar, la pandemia se expresa con una intensidad que, en la Argentina, nos pone en riesgo de colapso sanitario; con un número de muertes diarias aquí y en el mundo que podría, no obstante, rápidamente disminuirse si las vacunas hoy existentes, fueran un patrimonio de la humanidad distribuido igualitariamente. Viejos problemas que resuenan y requieren de un debate profundo en el que la dimensión histórica de lo que ha sucedido se torna sustantiva. En este contexto internacional y nacional, las resistencias, tal como iniciaron las Madres de Plaza de Mayo, se multiplican y recrean. Hoy presentamos la versión digital en inglés del libro: Identidad, educar en la memora, editado por la UNTDF. La era de la globalización nos permite asumir el desafío de socializar entre estudiantes y docentes de distintas latitudes una propuesta que invita a reflexionar sobre el valor de la enseñanza de los derechos humanos en la escuela. Las historias vividas por las víctimas de la última dictadura cívico-militar y registradas en el marco de un trabajo escolar desarrollado en instituciones educativas, llegará a lectores de pueblos de distintas culturas e idiosincrasias. Estoy convencido de que la memoria no tiene fronteras. Asumimos el desafío de socializar las voces de las abuelas, madres, nietos restituidos y militantes de derechos humanos para que infancias, jóvenes y adultos de otros territorios abrazando su noble causa se sensibilicen ante las injusticias del presente. Sostenemos la esperanza de alumbrar conciencias que actúen como antídoto necesario para oponerse con firmeza y convicción a los rebrotes de ideas xenófobas, racistas y discriminatorias que atentan contra la democracia y sus instituciones. Queremos construir puentes entre aquellxs que bregan por construir sociedades más justas, solidarias y democráticas y hermanarnos con quienes desean superar las graves desigualdades sistémicas expuestas por la pandemia. “Si supiera que el mundo se acaba mañana, yo, hoy todavía, plantaría un árbol”, dijo Martin Luther King. Hago propias estas palabras.
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