Una colonia 6 Puntos
Une colonie, Canadá, 2018
Dirección: Geneviève Dulude-De Celle
Guion: G. Dulude-De Celle y Valérie Beaugrand-Champagne
Duración: 102 minutos
Intérpretes: Emilie Bierre, Jacob Whiteduck-Lavoie, Irlande Côté, Cassandra Gosselin-Pelletier, Noémie Godin-Vigneau
Estreno en Mubi.
Mylia es rubia, callada, solitaria y está incómoda. Acaba de terminar la escuela primaria y el colegio secundario no queda cerca de la zona donde vive junto a sus padres y su hermana menor, Camille. Está en esa edad en que un poco se juega con los hermanos menores y otro poco se lucha por diferenciarse de ellos. En el colegio todos se conocen, fueron juntos a la primaria, ella no. La única conocida es su prima, con quien tiene una relación muy estrecha. La mejor amiga de la prima es frívola, desinhibida y habla de fellatios con las compañeras, como si tuviera una experiencia de años. Demasiado opuesta a Mylia como para que Mylia no la mire con envidia. Para peor, su madre parece atravesar un momento igual de crítico: Mylia no termina de encajar en la adolescencia, a su madre le cuesta asumir que la juventud ya pasó. Premiada en la Berlinale 2019, A Colony (aunque Mubi la exhibe con este título, el título original de esta película francoparlante es Une colonie) es una película sobre el desajuste.
En su primer film de ficción, la realizadora canadiense Geneviève Dulude-De Celle, que tiene un documental previo, no narra la transición de Mylia desde la incomodidad o el desajuste, pero sí desde una cierta distancia, que parece copiar la de su protagonista. Si la contenida Mylia quiere integrarse y no puede, o no le sale, Dulude-De Celles no traslada esa dificultad a la forma. Antes que mimetizarse con su situación, la realizadora mantiene un tono sobrio y una modalidad observacional, producto tal vez de su formación previa (además de su largo anterior realizó varios cortos documentales). Familiarizado con las tribus de los actuales Estados Unidos gracias a la expansión global de la cultura de ese país, el espectador no lo está tanto con los pobladores originales del Canadá. De allí que sea un hallazgo la referencia a los Abenaki, cuyos últimos descendientes viven en una reserva. De ese origen es Jimmy (Jacob Whiteduck-Lavoie), vecino de Mylia y compañero de curso, de quien los otros alumnos temen que “tal vez sea terrorista”, sólo por su diferencia étnica. Gabrielle, a su vez, comenta que su madre no la deja ir sola a la reserva, porque “no se sabe lo que puede pasar”. Mylia tiene una muda simpatía con él, expresada tanto en sus miradas como en el hecho de recurrir a una enciclopedia para informarse sobre los nativos de su país.
Para narrar el decurso de esa narración, Dulude-De Celle respeta la timidez de ambos, eludiendo los facilismos de otros relatos de iniciación. La identificación de Mylia por Jimmy, sin embargo, es un poco demasiado obvia: ella siente que ambos comparten el carácter de distintos. Que en una conversación Jimmy aluda al hecho de que las gallinas picotean a “la diferente” hasta matarla, y que “el más fuerte es el que gana”, es otro símil demasiado visible. ¿Tal vez se trate del más fuerte de la colonia o el grupo, y de allí el título? ¿O a lo que alude el título es a la colonización del Canadá por parte del hombre blanco? Seguramente ambas cosas. La paráfrasis de la ley del más fuerte resuena a su vez con la referencia a la sobrevivencia que hace en clase la profesora de Historia. Durante un paseo por el bosque, por otra parte, Mylia le comenta a Jimmy que tiempo atrás hizo junto con su hermana un escondite, “para ocultarse”. Es el problema de hacer de una ficción la correa de transmisión de una agenda temática previa: los temas no surgen del relato, lo construyen.