El fútbol es un abrepuertas colosal y otra vez volvió a demostrarlo. La Conmebol se convirtió en la primera organización deportiva internacional en hacerse de vacunas. Quizás también en la primera entidad civil del mundo que lo logra y no representa a un Estado. El laboratorio chino Sinovac Biotech le donó 50 mil dosis gracias a una gestión del gobierno uruguayo. Con esa cantidad buscará inmunizar con dos dosis a unos 25 mil futbolistas, entrenadores, árbitros y personal auxiliar que participarán de la próxima Copa América y otros torneos sudamericanos. La información así planteada sugiere un plan ambicioso que ignora ciertas inequidades. Basta mencionar los países que todavía no recibieron suficientes antígenos para contener al virus. Son demasiados.
Detrás de esta historia en la pandemia hay preguntas que quedan picando. ¿Por qué el presidente Luis Lacalle Pou se involucró en la misión sanitaria? ¿Por qué habrían crecido ahora las chances para que la final de la próxima Copa Libertadores se juegue en el estadio Centenario de Montevideo? ¿Por qué no se analizó que la Argentina -una de las sedes de la Copa América- todavía no autorizó por la ANMAT a la vacuna china? O, ¿por qué Alejandro Domínguez, el máximo dirigente de la Conmebol, no recibió el cargamento en Paraguay donde tiene su sede la Confederación Sudamericana?
En Uruguay hubo medios que cuestionaron la decisión del presidente por el contexto en que se definió. Una crecida exponencial de los contagios, un país que tiene la mayor tasa de infectados del mundo por cada millón de habitantes y una situación que el diario El Observador definió el viernes con el título: “Lacalle Pou estuvo en un asado de AUF (Asociación Uruguaya de Fútbol) y Conmebol pese a haber pedido no hacer asados de 20 personas”. Aunque eran catorce comensales entre integrantes del gobierno y las dos instituciones deportivas, la contradicción quedó expuesta. El ministro de Salud Pública Daniel Salinas se había preguntado el 13 de abril en una visita al Congreso: “¿Hicimos todo lo que debíamos o seguimos con los asaditos, las fiestitas y los cumpleaños?”.
Lacalle Pou, el secretario de la Presidencia Alvaro Delgado, el secretario de Deportes Sebastián Bauzá y su segundo, Pablo Ferrari, son los que mejor podrían responder a la pregunta del ministro Salinas. Después de que llegaron las 50 mil vacunas de Sinovac a Montevideo se reunieron a cenar en el predio de la Selección uruguaya, La Celeste, ubicado en el departamento de Canelones, con autoridades de la AUF y de la Conmebol. Para Bauzá “lo más importante es lo que se logró para el fútbol y pensar ahora que tenemos la posibilidad de jugar una final”.
A buen entendedor… Se refería a la chance de que el estadio Centenario sea utilizado como escenario de la final de la Copa Libertadores 2021. Todo indica que sería así después del encuentro al que Domínguez, máximo dirigente de la Conmebol, llegó eximido de hacer la cuarentena obligatoria que se le exige a los extranjeros en Uruguay.
El directivo paraguayo se salía de la vaina por hacer el anuncio. Escribió en Twitter que la movida “beneficiará a miles de familias en los diez países y representará una valiosa cooperación con las campañas de inmunización impulsadas por los gobiernos”. Quedaba claro. Colocaba a la Conmebol casi a la altura de los Estados de la región.
En la Argentina la vacuna Sinovac no fue autorizada por la ANMAT. Los 3.800 jugadores y jugadoras que tiene registrados Futbolistas Agremiados (FAA) no podrían aplicársela. “Juegan en 144 clubes, sin contar a los chicos de divisiones inferiores”, según Sergio Marchi, secretario general del sindicato que le dijo a Página/12 no tener todavía demasiada información sobre el tema. En otros países hay escasas campañas de vacunación para futbolistas. “Por conversaciones con jugadores de la MLS me enteré que en Estados Unidos los vacunaron antes de empezar el campeonato”, comentó el dirigente. En Turquía los jugadores de la liga local y la selección nacional fueron incluidos en el grupo prioritario para ser vacunados contra la covid-19. Pero estos casos son minoritarios si se toma el universo del fútbol.
Domínguez se mostró muy complacido con la llegada de las 50 mil vacunas a Montevideo: “El fútbol sudamericano está eternamente agradecido con este gesto y sabremos valorarlo en su justa medida. Siempre lo vamos a llevar en el recuerdo como un hecho histórico, como un hito del fútbol sudamericano”. La Conmebol anunció que una comisión ad hoc con representantes de todas las asociaciones que la componen, tendrá la responsabilidad de instrumentar los aspectos jurídicos, administrativos, técnicos y médicos del proceso de vacunación.
Marcos Velázquez, periodista del ABC Color de Asunción que investiga hace años a la Conmebol le dijo a este diario que “no está mal que se preocupen por los jugadores, pero todo debería ser dentro de los protocolos de cada país. En este caso pareciera que hay un ente supranacional que decide lo que conviene hacer en nuestro continente. Especialmente en Paraguay donde no se ha vacunado ni al 5 por ciento de la población”.
Domínguez aclaró: “no veo viable que se obligue a alguien a recibir la vacuna”. Parece una perogrullada, pero ¿quién entre los futbolistas podría negarse a recibir la vacuna si ésa fuera la condición para disputar la Copa América? El torneo se jugará en Colombia y Argentina entre el 13 de junio y el 10 de julio. La Conmebol con el anuncio de la campaña de vacunación aspira a aventar cualquier sospecha de suspensión del torneo por el avance de la pandemia. Según Gonzalo Belloso, director de Desarrollo de la Confederación, “estamos trabajando con Matías Lammens, el ministro de Deportes y Turismo, para que los jugadores se puedan vacunar en Argentina”.
Quedan dos caminos si la vacuna de Sinovac no fuera aprobada en el país. Que se tramite una excepción en la ANMAT mediante un trámite del Régimen de Acceso de Excepción a Medicamentos no registrados (lo que antes se llamaba Uso Compasivo) o que los jugadores viajen a Uruguay a aplicarse la dosis que donó Sinovac, el antígeno al que acudió masivamente el gobierno uruguayo. Compró 1,75 millones de esa vacuna (además de otra cantidad algo mayor de la Pfizer). La misma con la que Conmebol busca inmunizar a su rebaño. Bajo protocolo anunció que cada dosis llevará “nombre y apellido”. No quiere que se desvíen o que se apliquen a personas ajenas al fútbol. La burbuja no es para cualquiera.