Tiempo atrás, el cronista leía las novelas de la saga James Bond. Las cita de memoria porque son reliquias y las parafrasea como fábula. En una o acaso en dos, el villano que enfrentaba a 007 aspiraba a gobernar al mundo, contaba con recursos y logística para lograrlo. Era malísimo y recontra poderoso. Vivía como un maharajá. Entre otros vicios, hacía trampa jugando a las cartas, al bridge por ejemplo. La semblanza buscaba comprobar la maldad integral del sujeto, compatible con el sesgo ideológico del autor, Ian Fleming. Un facho que escribió durante la Guerra Fría. Facho stricto sensu que no es igual a fascista. Racista, nostálgico del Imperio británico, homofóbico con frecuencia. Umberto Eco diseccionó bien su obra.
El cronista evocó ese criterio maniqueo cuando recorre la (usualmente mala) prosa de la derecha autóctona sobre el peronismo-populismo. Según dicha Vulgata, “populismo” no es un sustantivo que designa una realidad sino un sustadjetivo descalificador que señala lo feo, lo sucio y lo malo, de modo integral. “Populismo”, explica el intelectual Ernesto Semán, funciona como lo que en inglés suele llamarse un “weaponized concept”, un concepto usado como arma más que como categoría de análisis.
El presidente Alberto Fernández es populista. Malo por naturaleza o por esencia. Lo que hace no importa, lo que dice menos. Siempre lleva un cuchillo bajo el poncho. Por ejemplo, sanatea cuando afirma que le preocupa la segunda ola, que adopta medidas porque quiere bajar la curva de contagios y la escalada de muertes. Estudia datos, se hace asesorar, resuelve, dicta Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU), ahora anuncia un proyecto de ley. Todas cortinas de humo, simulacros. En realidad, narran los sabios de la tribu, busca:
a) Implantar una infectadura.
b) Que la Argentina sea Venezuela.
c) Indultar a Cristina.
d) Meses ha, ampliar la Corte Suprema, bolazo prescripto hoy en día que fue tapa de diarios durante meses.
e) En ese pasado, envenenar a la población con la Sputnik V tal como hace el presidente ruso Vladimir Putin con sus opositores.
f) Arrasar la autonomía porteña por capricho o furia tiránica.
g) Impedir que los chicos vayan a la escuela durante su mandato.
h) Discriminar al laboratorio Pfizer (una empresa filantrópica, en realidad) por turbias razones ideológicas.
Quizás, proponemos, no sea así. Podría ocurrir que la pandemia preocupe al Presidente tanto como a casi todos los gobernadores y a mucha gente común.
Reconocerle ese afán no obstaculiza la discusión democrática sobre políticas públicas. Eso sí, la ubica en el plano de “reconocerle” al presidente (y a la coalición gobernante en general) entidad como protagonistas no sujetos solo al desprecio moral y a la persecución en Tribunales. Hipótesis desechada por la vanguardia halcón de Juntos por el Cambio (JxC). Una bandada que creció desde marzo del año pasado, en detrimento del ala dialoguista, con perdón de la palabra.
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Intenciones y resultados: Max Weber escribió que los políticos son responsables de las consecuencias de sus actos, aún de las no previstas o no queridas, máxima aplicable a Fernández como a cualquiera de sus colegas. También predicó: “frecuentemente, o mejor generalmente, el resultado final de una acción política guarda una relación absolutamente inadecuada y frecuentemente incluso paradójica con su sentido originario. Eso no permite, sin embargo, prescindir de ese sentido”.
Las intenciones cuentan, a los gobernantes se los juzga en las urnas por los resultados. Fernández prioriza la vacunación, evitar que colapse el sistema de salud. Polemizar sobre la cantidad y el origen de las vacunas es válido y necesario. Recorrer hechos, un ejercicio exótico para el discurso hegemónico… empero imprescindible.
Los rusos y los chinos son otros malos de la película, predican los gurúes. Fernández le dio la espalda al Occidente cristia… perdón eso no se dice más. A Occidente. Hete aquí, no obstante, que la primera movida fuerte del Gobierno fue el acuerdo con AstraZeneca para producir, parte en Argentina parte en México, la vacuna Oxford que por algo se llama así. El Gobierno fundó altas esperanzas e incurrió en la torpeza de anunciar fechas de llegada de las dosis, cantidades. “Compró” promesas de otros, las hizo suyas, se equivocó. Tomó nota del traspié, por eso ahora las remesas de Sputnik V solo se anuncian con datos cuando el avión está cargado en Moscú. En consonancia, se celebran pero se sofrenan entusiasmos con los anuncios del laboratorio Richmond sobre la producción de V.I.V.A., la Sputnik V cuyo principio activo se traerá desde la URSS (¿o es Rusia, a pesar de todo?) que se elaborará y envasará en Argentina.
Al día de ayer en Argentina se habían vacunado el 15,32 por ciento de la población. Están pendientes de aplicación alrededor de dos millones de dosis, una cantidad que alcanza para mantener el ritmo durante mayo.
Una obsesión oficial es sostener y acrecentar el flujo. Con esa idea, retomó las tratativas con Pfizer e hizo públicos reclamos y exigencias de explicaciones a AstraZeneca. Dialoga con el gobierno de Estados Unidos para sorpresa de la derecha y rechazo de la izquierda insumisa.
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La diplomacia con jeringa: Conforme se comentó en columnas precedentes, Alberto Fernández conversó semanas atrás con su par estadounidense Joe Biden. El Canciller Felipe Solá platicó con el titular del Departamento de Estado, Antony Blinken, hace justó un mes. El enviado Juan González almorzó virtual con AF y presencial con Solá, luego merendó con éste en Cancillería. La agenda fue vasta, racionales los coloquios. En Washington no estremece la salida argentina del Grupo de Lima aunque sí se mantiene la furia anti venezolana. Biden y su elenco tienen entre ojos al gobierno de Luis Arce en Bolivia: los incordia sobremanera que esté presa la expresidenta de facto Jeanine Añez. Blinken lo transmitió a Solá quien le endosó el mensaje a Fernández. Alberto mantiene trato asiduo con Arce. Según los funcionarios argentinos, la Casa Blanca lo considera algo así como un interlocutor válido al efecto.
La relación con China, otro trending topic de la Casa Blanca que ayuda a comprender las líneas que siguen.
Biden cumplió cien días de mandato, pronunció un discurso interesante, progresista para su país. Le costará cumplirlo, comentan baqueanos gauchos, porque cuenta con mayoría apretadísima en el Senado. No termina de formar su equipo de gestión para el que necesita (a diferencia de lo que ocurre acá) acuerdo senatorial para cargos importantes.
Biden sobre cumplió una promesa de campaña: 100 millones de vacunados en los primeros cien días. Dobló la cantidad, aprovechando recursos que (no le cuenten a nadie) había amarrocado Donald Trump. Biden confía en tener inoculada a toda la población que lo requiera para celebrar el 4 de julio.
El Gobierno argentino pone fichas a la incipiente “diplomacia de las vacunas” de Biden. Hasta hoy, Rusia y China suministraron la mayor cantidad de vacunas aplicadas. El Presidente sigue conforme con el cumplimiento parcial de Vladimir Putin, lo lee como esforzándose para sostenerlo. En todo caso, el soft power chino o ruso funcionó mejor acá y en América del Sur que el olímpico aislamiento de Trump.
Biden cuenta con una gruesa reserva de vacunas de AstraZeneca, onda 60 millones de dosis. Distribuyó hace pocos días 3,6 millones entre México y Canadá, un primer gesto hacia los fronterizos.
Esas vacunas no se utilizarán en Estados Unidos: le sobran otras. Ni siquiera cuentan con la aprobación de la FDA, el equivalente a la ANMAT argentina (más allá de las diferencias de tamaño, que importan). Pero pueden habilitarse con un control de calidad a realizarse directamente en los laboratorios y que tomaría pocos días.
Fernández mantiene contacto asiduo con el embajador Jorge Argüello esperando que Biden habilite pronto 10 millones para destinar al “vecindario” (neighborhood), América latina. Nuestro país recibiría una cuota. La voluntad de Biden está pero debe pulsear con la intratable oposición republicana. También sondear a la opinión pública de su país. Millones de Homeros Simpsons votaron a Trump, muchos más observan con recelo que se vuelquen recursos al Sur del Río Bravo.
Las normas yanquis prohíben revender esas vacunas, tanto como donarlas. El mecanismo para transferirlas se designa como “loan” cuya traducción viene a ser préstamo.
En ese cuadro, el gobierno confía en la primera remesa cercana y otras más nutridas semanas o un mes después. Las cantidades, estimaciones de fechas y otras tratativas se silencian, pensando en los traspiés comentados líneas arriba.
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La CABA y la Corte roban cámara: Fernández firmó un DNU y prometió un proyecto de ley para todo el país, sus 24 distritos. La atención mediática se centra en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) y EL AMBA, subestimando 22 provincias. La politóloga María Esperanza Casullo escribe desde la Patagonia en Cenital. Recusa que cuando se dice “la Ciudad” se hable seguro de la CABA y cuando se nombra a “la Provincia” a secas, se aluda indefectiblemente a Buenos Aires. Tiene razón y desarrolla finamente su punto. Se le puede añadir que las referencias a “la Embajada” también remiten a una en particular, la de la Mother Patria.
El Jefe de Gobierno porteño Horacio Rodríguez Larreta porfía en mantenerse como abanderado de las “clases presenciales”. Ve un filón electoral ahí y tal vez no se equivoque: los gobernadores son reacios a anunciar su cese, suele parecerles piantavotos.
La realidad, más propensa a los grises que las encuestas, indica que en contados lugares hay masivamente clases presenciales diarias, para todo el piberío. Una semana sí otra no, no es una tendencia expandida. En la propia Capital el mapa se diversifica entre las burbujas que estallan, las decisiones de algunos padres, directoras que se enferman y dejan a la escuelas a cargo de maestras sin potestades para conducir, los paros de docentes ... la casuística es multicolor.
Los medios dominantes aúpan a Larreta. Se espera que la Corte Suprema dicte sentencia. Este cronista opina que debería resolver porque las circunstancias de hecho se mantienen aunque venció la vigencia de los DNU originarios.
El procurador general, Eduardo Casal, emitió dictamen con la camiseta macrista puesta. Ocupa el cargo interinamente desde hace años, milagros de Kafkalandia. El dictamen no vinculante contiene un dato llamativo: no se funda en violación de la autonomía de la CABA sino en falta de fundamentación científica del DNU presidencial. El Procurador intrusa en materia sanitaria de la que sabe tanto como de derecho. O sea…
La lógica indica que el presidente del Tribunal, Carlos Rosenkrantz, resolverá lo que le convenga a Larreta. Para eso lo designaron; el exabogado de Clarín es un soldado o un general ad-hoc. El problema es saber qué le conviene a Larreta. Reconocimiento genérico de la autonomía, desde luego. Pero podría ayudarlo que se reconociera validez al DNU para dejarlo con su bandera y aliviarlo de responsabilidad futura respecto de los terribles indicadores sobre colapso sanitario, contagios y fallecimientos. O tal vez prefiera ganar y arriesgarse… Quizá puedan comunicarse de algún modo que no sea jugando al paddle. Para eso están Pepín Rodríguez Simón y otros operadores judiciales macristas.
El destino del proyecto de ley es incierto, cuesta arriba. La oposición pide diálogo, luego empioja los debates, judicializa cuando pierde en el recinto. En el contexto quizá el gobierno consiga apoyos de terceros bloques o de diputados vinculados a gobernadores radicales, más interesados en la gobernabilidad que en ser conducidos por la ex ministra Patricia Bullrich, el karma de Larreta. Los cazadores de Chirolitas tendrían que pegarle un vistazo a esa relación. “Pato” pugnó con bríos por el premio a la empleada de la semana de Pfizer. Le ganó el periodista Joaquín Morales Solá en una nota desopilante desmenuzada en Página/12.
Volvamos al eje. De cualquier manera, suena imposible que haya ley aprobada en menos de tres semanas.
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Restricciones, derechos, deberes: La prolongación de las restricciones, lamentable e inexorablemente, tenderá a reproducirse en la mayoría de las provincias. Los gobernadores no aclaman tanto al presidente Alberto como en el pasado. Es lógico porque pasó el tiempo, los cambiemitas lamieron heridas tras la paliza de 2019 y se vienen las elecciones. De nuevo, la oposición denuncia que Fernández quiere suspenderlas. No hay motivos para las sospechas. El peronismo gobernante jamás proscribió ni incumplió las reglas electorales, a diferencia del radicalismo aliado a la derecha entre 1955 y 1966.
Pasó con más encierro que festejo el Día de los Trabajadores y las Trabajadoras. Quedaron atrás clásicos debates sobre la conformación de la clase. En el siglo XXI se sabe que trabajadores son (somos) todos: quienes tienen trabajo registrado, los informales, los desocupados, los autoempleados, las amas de casa. La clase se resignifica pero existe. Salute a todas y todos.
Vale la pena nombrar a las clases sociales cuando los argentinos multi millonarios gambetean ostentosamente el pago de impuestos, con los miembros de la Corte Suprema y Héctor Magnetto a la cabeza. En el peor momento de la pandemia, subrayamos por si hiciera falta.