Frente a las denuncias de maniobras de triangulación en las exportaciones de carnes, la primera que reacciona frente a estas decisiones gubernamentales para combatir la evasión fiscal y el comercio ilegal de la carne fue la Mesa de Enlace, devenida en colateral agraria de Juntos por el Cambio. Carente de cualquier prurito ético, no trepidó en defender las ilegales prácticas de contrabando y a empresarios mafiosos con tal de atacar al gobierno. Primero fue Vicentin y ahora lo repite con los exportadores truchos.
Comienza su declaración tergiversando y manipulando las resoluciones oficiales, manifestando “su más absoluto rechazo a la reinstalación del registro de exportaciones”. Y afirma su “convencimiento de que imponer límites o cuotas a la exportación de carne, los impactos serian desastrosos para la Nación”.
Sin embargo, ni remotamente las resoluciones se refieren a poner retenciones, cuotas o cupos de exportación. Sólo se oponen por razones políticas.
Sigue la declaración de la Mesa, adjudicándole al gobierno “Una visión según la cual la suba generalizada de precio responde a la tensión en el mercado de alimentos entre el mercado interno y de exportación”. Esto es como querer tapar el sol con la mano. Ya hemos vistos y certificado por organismos internacionales, como la FAO, que la suba de precios de los alimentos es una realidad en el mundo entero. El precio de la carne está en el segundo punto más alto desde la década del 60. La imparable demanda china y el bajo consumo interno --hoy estamos en 49,20Kg per cápita al año, el más bajo desde 1920-- explican por sí solos este fenómeno, que únicamente la irracionalidad de los “enlazados” con el capital concentrado puede negar.
Los aumentos al consumidor casi duplican la inflación. Durante todo el 2020 la carne aumento un 75% y la inflación fue de un 36,1%. La Mesa de Enlace concluye con una receta harto conocida y probada: ”es el exceso de emisión monetaria como consecuencia de un gasto publico galopante y de baja calidad, producto de un estado sobredimensionado e ineficaz” lo que explicaría, según su vetusto criterio, la inflación.
Todo el manual de neoliberalismo extremo resumido en este párrafo. En plena pandemia no hay gobierno en el mundo que no haya recurrido a la emisión monetaria y al aumento del gasto público para evitar el colapso social y la quiebra masiva de empresas. Solo un grupo de neoliberales extremos como ellos, que se piensan que el mundo es solo para ellos, puede plantear semejantes desatinos económicos.
La pandemia revalorizó el ya de por sí imprescindible rol del estado. Lo que Argentina necesita es más estado y más contención a sus trabajadores formales e informales y a sus empresas. No menos estado como plantea la Mesa de enlace. La inflación reconoce otras causas: es esencialmente puja distributiva. Y los monopolios agroalimentarios son los principales responsables.
El control del gasto público en plena pandemia es como reanimar un ahogado ofreciéndole agua. Un verdadero disparate, desde todo punto de vista, tanto el conceptual como el humano, ¿acaso pretenden que no haya IFE, ATP, AUH, o ayuda excepcional a los afectados por la pandemia? Sería bueno que expliquen cual es ese modelo de país que quieren. Porque ese país sin controles, regulaciones ni estado, sólo existe en su imaginación.
Salud y cosechas