La escalada de provocaciones entre Corea del Norte y los Estados Unidos tuvo un nuevo capítulo. Mientras que con la excusa de festejar el 85º aniversario de la fundación de su Ejército Popular, el líder Kim Jong-un concretaba su mayor ensayo de artillería, Estados Unidos envió a la península un submarino nuclear. Pero hubo un giro de tensión mayor: el gobierno estadounidense, junto con los de Japón y Corea del Sur, anunciaron la “coordinación de acciones diplomáticas, militares y económicas” contra Pyongyang.

El envío del submarino a la península donde todo puede estallar fue la respuesta de Washington al anuncio que finalmente Kim Jong-un concretó. En el marco de sus festejos, disparó entre 300 y 400 piezas de artillería de largo alcance.

Tras semejante despliegue, su vecino Corea del Sur llamó a una reunión de emergencia de su Consejo de Seguridad Nacional para analizar el impacto de las prácticas militares. Lo que se sospecha es que los disparos podrían afectar las zonas fronterizas en las que viven alrededor de 20 millones de habitantes.

Luego de esto hubo una reunión en Tokio en la que representantes de los gobiernos de Japón, Estados Unidos y Corea del Sur exigieron al régimen de Kim Jong-un a abandonar su programa nuclear y misilístico, y acordaron instar a China a hacer valer su influencia sobre Pyongyang.

El presidente estadounidense, Donald Trump, amenazó varias veces con actuar de forma unilateral si China no aumenta su presión sobre el régimen de Pyongyang.

El encuentro de los tres jefes negociadores de las conversaciones con Corea del Norte coincidió con unas maniobras militares de tiro norcoreanas a gran escala en la costa este, la mayor entre las 20 pruebas que incluyeron el lanzamiento de misiles balísticos y dos de armas atómicas.

No fue la única muestra de poder de los aliados. El buque estadounidense USS Fitzgerald y el navío nipón Chokai hicieron ejercicios en el mar de Japón y confirmaron su disposición para responder a lanzamientos balísticos norcoreanos.

En tanto, el relator especial de la ONU sobre la situación de los derechos humanos en Corea del Norte, Tomás Ojea Quintana, hizo un llamamiento urgente para que se rebajen las tensiones políticas y militares en torno a las continuas pruebas de misiles por parte de Pyongyang.

Ojea sostuvo que en un momento en el que la comunidad internacional debe unirse para proteger los derechos de los norcoreanos, "estamos viendo un aumento en la incitación a la confrontación armada" por declaraciones que "alientan el odio y la polarización".