A cuatro años del hecho que se juzga, Nicolás Cajal Gauffin prestó declaración y contestó preguntas, en el arranque del juicio al que llegó imputado por encubrimiento agravado en perjuicio de la administración de justicia en la causa que se sigue por el homicidio de quien fuera su esposa y madre de dos hijas en común, Jimena Salas.
El otro imputado, Sergio Vargas, acusado como partícipe secundario porque se le atribuye haber oficiado de campana haber colaborado con los asesinos, optó por no declarar pero dijo que lo haría en otro momento. Declararon además tres testigos, entre ellos la niñera de las hijas de la víctima, un agente de tránsito y un oficial de la división Homicidios de la Policía. Para la jornada de este martes se encuentran citados otros ocho testigos, entre ellos algunos vecinos.
La jornada de juicio empezó casi una hora y media más tarde de lo previsto. Pudieron ingresar dos familiares por cada imputado debido al protocolo por la pandemia de covid-19 y estaba previsto que también lo hicieran los de la víctima, pero llamó la atención la ausencia de su familia o amistades.
Mientras, afuera frente a la CiudadJudicial se manifestó la Federación de Organizaciones de Base (FOB) en reclamo de justicia. También protestaron familiares de Vargas. Su hermana, Verónica Vargas, afirmó que es un perejil y que está preso por pobre con una causa armada.
Cajal Gauffin declaró que el 27 de enero de 2017 luego de dejar a sus hijas en la casa con la niñera, salieron con Salas en auto y la dejó cerca de donde ella había comenzado a tomar clases de natación. Luego dejó el vehículo en el estacionamiento y se fue al trabajo.
Alrededor de las 11 salió a buscar un bolso en el Correo Argentino que había encargado Salas por internet y le había pedido que se lo retire. Dijo que dejó el bolso en el auto que estaba en el estacionamiento y que por esa hora intercambió mensajes con Salas, a quien le envío fotos del bolso y contó que ella en un momento le manifestaba que no podía entrar a la casa porque no tenía llaves y que la niñera no la escuchaba, aunque después finalmente le abrió.
Hubo una contradicción respecto a las llaves, y el tema propició reiteradas preguntas por parte de fiscales y jueces a Cajal Gauffin y la niñera. Cajal Gauffin aseguró que había solo dos manojos de llaves de las entradas principales de la casa, uno de él y otro de Salas, y una llave de un portón del fondo por donde ingresaban el auto, que usaba sobre todo él.
La niñera, Paola Torres, quien relató haber trabajado desde diciembre cuidando a las niñas manifestó que el día del crimen llegó a las 8.30 y que Salas le dijo que cerrara la puerta, quedando un manojo de llaves en la casa, y ella le habría dicho que tenía otras llaves que llevaba consigo. Cuando regresó Salas, Torres contó que estaba jugando con las nenas y no escuchó que le gritaba desde afuera en un principio pero después sí logró oirla y le abrió la puerta. Según relató, Salas le dijo que se había olvidado sus llaves en el auto de Cajal Gauffin.
Torres dijo que se fue de la casa alrededor de las 11.30, en su moto, presurosa porque debía ir a buscar a su hijo y mientras se retiraba manifestó que no vio a nadie en las inmediaciones, ni tampoco algún vehículo estacionado. Recordó que Salas se había dado un baño, quedó con un vestido negro y la despidió con un beso.
La describió como una mujer muy amable, quien la contrató ese mes en que ingresó a trabajar como empleada registrada y señaló que compartía tiempo con ella, pero no con Cajal Gauffin, a quien solo veía a la mañana cuando ella entraba a trabajar y él se iba. La mujer dijo que se enteró del homicidio a las 16 horas, que después Cajal Gauffin la llamó para que siguiera trabajando en la casa de la madre de Salas donde se encontraba con las hijas, pero fue unos días y luego no la llamaron más, aclaró que siempre estuvo disponible. El viudo, por el contrario, manifestó que la niñera no había querido seguir yendo a trabajar a la casa de la abuela materna de las nenas.
Siguiendo con lo manifestado por Cajal Gauffin respecto a lo sucedido ese día, el hombre sostuvo que cuando regresó a Vaqueros se detuvo a comprar verdura y luego se fue a su casa, que le llamó la atención que el candado estuviera colgando con las llaves de Salas en el portón. Manifestó que entró y no recuerda si la puerta de entrada a la vivienda estaba abierta o si usó las llaves para abrirla. Cuando ingresó vio a Salas tirada, le tocó el cuello y ya no tenía pulso. Dijo que buscó a sus hijas en la casa y que las encontró en el baño encerradas, una de ellas tenía la remera manchada con sangre. Llamó al 911 y llegó personal del Samec, los fiscales Pablo Paz y Rodrigo Miralpeix y la división Homicidios.
El oficial Pedro Añazgo recordó haber interrogado al viudo ese día fuera de la casa. Manifestó que le llamó la atención que Cajal Gauffin ese día le dijera "muy convencido" que Salas "fue atacada por un ladrón" y que "lo único que se llevaron fue el celular".
El policía sostuvo que una vecina dijo ese día que Salas había ido antes con un caniche color ceniza a preguntarle si era suyo porque casi lo habían atropellado y habría dado cuenta de que había un chico esperando en su casa. El oficial manifestó que según su percepción el crimen ocurrió entre las 12.20 y 12.50, e indicó que primero realizaron un relevamiento, entrevistando a las personas en el lugar del hecho, y observando la escena del crimen. Se le secuestró a Cajal Gauffin su teléfono laboral con línea de Buenos Aires, su ropa, y también se lo sometió luego a una revisación. Lo llevaron a declarar en la división de Homicidios, y detalló que siempre lo vio "tranquilo".
Otro de los datos aportados por el policía es que entrevistó a una vecina que aseguró que a las 12 o 12.15 salió a cargar botellas con agua y observó que un automóvil "muy parecido al de Nicolás Cajal se encontraba haciendo una maniobra de retroceso frente a su inmueble, que esto le llamó la atención y hasta el día de hoy sostiene que se trataba del señor Nicolás Cajal" pero no logró verle el rostro, "en principio lo conducía una persona que tenía una camisa de color claro arremangada, que tenía un reloj".
El esposo de esta mujer dijo "que a las 13.30 cuando volvía de su jornada laboral, vio al señor Cajal, refiere que estaba sentado en el asiento del conductor, que el pasó en su motocicleta, que lo saluda y que Cajal le respondió al saludo levantando la mano. Él bien ingresa a su domicilio escucha un grito, 'ah' y luego otro grito". El oficial dijo que por la distancia que hay entre las casas vecinas, entre 30 o 40 metros, es creíble que el vecino haya podido escuchar gritos.
El oficial detalló además que lograron determinar que Vargas había estado por el lugar, ofreciendo unas sandalias y que le llamaba la atención que se dirigiera desde donde vivía hasta Vaqueros solo para vender eso, algo que no le parecía redituable.
Detalló que hubo testigos que manifestaron que había un hombre vendiendo sandalias de niñas o alpargatas y preguntaba por una mujer con dos hijas y que a una vecina le habría preguntado por una mujer con el nombre de Jimena y sus hijas, y habría preguntado por otras personas cuyos nombres no recordaban.
El policía dijo que la ropa que describieron los testigos coincide con la que tenía Vargas. Varias vecinas habrían visto a un hombre con un perro caniche toy color ceniza. El agente indicó que coincide el tiempo en que ambos, Vargas y este hombre, anduvieron por la calle Las Virginias, al mediodía.
Añazgo además relató que en entrevista con ex parejas y la actual pareja de Vargas, no manifestaron que él fuera vendedor ambulante sino albañil, también le habrían expresado que era violento. Una de las mujeres con la que tuvo una relación de 6 años dijo que siempre llevaba un bolso, cuchillo y ropa para cambiarse.
"Su hijo (I.) manifiesta que cuando Vargas vivía en otra zona de la ciudad lo invitó a comer un asado, que él fue. El señor Vargas se encontraba ebrio, le manifestó que tenía un trabajo para empezar. I. le pregunta que tipo de trabajo, el señor Vargas le dijo 'vamos a robar' le mostró un bolso con plata, se calcula que era bastante plata. Él mencionó más de tres fajos de billetes y Vargas le dijo que lo que hacía es entrar a las casas, apretaba a las viejas y les sacaba la plata". El policía dijo que el joven les contó que en Villa Palacios ocurrió un hecho con esas características, sin embargo, indagaron y no encontraron pruebas de ello.
Cuando allanaron el domicilio de Vargas, el oficial indicó que tampoco se encontró que tuviera mercadería, que diera cuenta de que se dedicaba a la venta ambulante. Vargas fue tomado por las cámaras de un móvil que andaba en el barrio donde vivía Salas, se lo vio en inmediaciones a su domicilio y saliendo del Camping del barrio a las 13:01. Añazgo dijo que el encargado del camping contó que no lo conocía. Cajal Gauffin por su parte declaró que no conocía a Vargas al igual que los testigos que declararon.
El misterio del maletín
Por otro lado, el viudo aseguró que tenía una buena relación con su esposa aunque relató haberle sido infiel con otra mujer y a finales de 2017, volvió a armar una familia con otra mujer. Sin embargo, Añazgo, contó que entrevistó a un gerente de la empresa donde trabaja Cajal Gauffin como gerente regional. Este hombre le habría dicho que Cajal Gauffin no tenía una buena relación con Salas, que varias veces prefería no regresar a almozar a la casa y le decía que estaba "todo mal con la gorda". Además le relató que Cajal Gauffin tenía relaciones extramatrimoniales con otras mujeres, y le nombró a dos de ellas.
Respecto a las líneas de teléfono, debido a que lxs fiscales lo acusan de haber ocultado otros números con los que se comunicaba, Cajal Gauffin dijo que un año antes había dado de baja a una línea que tenía a su nombre, debido a que le otorgaron una en el trabajo, cuando le secuestraron el teléfono ante el crimen, detalló que fue su suegra quien le dio un celular con una línea prepaga, y que la usó hasta que recuperó su celular.
Sobre su estado anímico al momento de arribar el personal policial a su casa, Cajal Gauffin dijo que si él parecía estar “tranquilo” fue porque necesitaba mostrarse así delante de sus hijas, en particular porque una de ellas tiene autismo.
Respecto al maletín al que lxs fiscales señalan que tuvo dinero, divisas o estupefacientes, en base a una una prueba con canes en 2019, el viudo sostuvo que en algún momento usó ese bolso para viajes cortos de trabajo, y que cuando dejó de usarlo para eso, en algunas oportunidades colocó allí dinero que sacaba del banco por el plan Procrear para la construcción de su casa. Señaló que el bolso en algún momento tuvo dinero pero negó que se hayan colocado allí estupefacientes.
En la audiencia también declaró como testigo el vecino Aldo García, quien se desempeñaba como agente de tránsito en enero de 2017 y que cuando se dirigía en forma peatonal a cumplir sus tareas, observó a Salas en la puerta de su casa, conversando con un hombre, al que no pudo ver porque estaba de espaldas y aportó datos sobre un vehículo estacionado afuera de la vivienda que sería un Renault 19. Dijo que escuchó que reían y que mencionaron a la Red de Vecinos de Vaqueros de facebook.