Al hongo en toda su diversificada gloria dedica sus horas la artista Phyllis Ma, que ha convertido en musa a este “ser vivo heterótrofo, carente de clorofila, hojas y raíces, que se reproduce por esporas y vive parásito”, según dicta el diccionario de la Real Academia. Con absoluta dedicación, la muchacha con base operativa en Nueva York recolecta ejemplares que luego fotografía en composiciones con toque onírico, fantástico. “Bañado en luces tecnicolor, cada hongo evoca una personalidad clandestina que roza lo majestuoso y lo lúdico”, señala la autora de la serie en curso Mushrooms & Friends, que se ha vuelto habitué del cementerio victoriano Green-Wood, al que muchos consideran “un tesoro para los aficionados al fungi”. Es allí donde la fotógrafa logra dar con variedad de setas silvestres, “todas y cada una de temperamento distintivo, propio”, resalta quien naciera en Guangzhou, China, y se mudase a los Estados Unidos con apenas 8 años. Algunas especies son tímidas; otras, bastante descaradas, cuenta, y confiesa que -entre sus favoritas- está la Lapista Nuda, también conocida como “seta de pie azul”, que crece mayormente en otoño y presenta tonalidades que van del púrpura intenso hasta un suave lavanda.
Destacada su obra por un reciente artículo de la revista New Yorker, anotaba la publicación que “sus estudiados arreglos se parecen más a retratos que a naturalezas muertas. Sus hongos muestran un carácter que va más allá de lo que cabría esperar de la mera taxonomía”. Describe, de hecho, cómo un par de pequeñas y delicadas Hortiboletus rubellus “se unen en un abrazo de raíz, como si fueran amantes contemplando un atardecer dorado”; o bien, cómo las aterciopeladas terminaciones de una Pleurotus djamor (aka “ostra flamenco”) acaban por confundirse con algo más: “un coral, un laberinto de vísceras, la pulpa de un pomelo rosado”. Otras parecen estar en pleno canto efervescente o en una discusión acalorada; en fin, sobra tela de dónde cortar al momento de echar a rodar la imaginación.
Lo cierto es que en la variedad está el gusto de Ma por glorificar a sus inesperadas musas, a las que eterniza con una estética multicolor sumamente cuidada. “Siento que el hongo me dice qué hacer y cómo lograr que se vea bien”, revela la joven dama, a la par que comenta cierta meta ulterior de su proyecto Mushrooms & Friends (cuyas imágenes va publicando en zines, dicho sea de paso): “Mi intención es que cualquier persona pueda apreciar a estos organismos naturales, sin necesidad de ser micóloga; podemos aprender mucho simplemente observando cómo interactúan con árboles y plantas”.
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