Golpe certero al corazón. A los corazones. Días pasados le dio un ACV irreversible. Muerte cerebral, le diagnosticaron. Este martes murió. Se fue con él una sonrisa, pero no de esas bien anchas, caretas, que se impostan para quedar bien, sino de las naturales. De las que, cristalinas, miran de frente a los ojos. Se fue también un tipo que se caía de bueno. Un tipazo, de los más queridos en el amplio y ancho mundo de la música popular argentina. Siempre un vino amigo. Siempre la empatía. Siempre un compromiso. Una charla. Siempre eso de que la patria es el otro, pero en los lugares a los que él podía llegar, sin alharacas ni veleidades. Se puede estar seguro que la humanidad perdió, ante todo, una persona que hizo de la buena leche una causa de vida. Un acto de amor. Porque eso fue Rodolfo García, ante todo. Eso y, con eso sobre las espaldas, todo lo demás: baterista, gestor cultural, historiador intuitivo y –muy- memorioso, funcionario público, catalizador, compañero. Todo.

Todo, y durante años. Unos 55, si se toma como punto de partida a Los Larkins, la bandita de barrio que armó durante el segundo lustro de los '60, mientras merodeaba los veinte años, cursaba el industrial y trabajaba en un taller mecánico. Hasta ahí hay que llegarse para saber por qué se acaba de ir un grande de verdad. Porque no tuvo mejor idea que convocar a quien sería el primus inter pares del rock argentino: Luis Alberto Spinetta. Fue Rodo el que le tendió la primera gran mano a Luis. El que vio su ángel, y el que lo cuidó como tal para formar –un par de años después- Almendra, junto a Los Sbirros Edelmiro Molinari y Emilio del Guercio. Batería, dos guitarras, bajo y un cuarteto de voces que para muchos implicó una sinonimia -atendible pero no redonda- con The Beatles. Aquellos fueron aquellos, y Almendra, el hermoso reflejo sonoro de un país que supuraba cambios. Que amaba al tango, pero se tentaba con el rock and roll. Que era todo eso a la vez, músicas de raíz incluidas.

Fueron esos simples inolvidables, y dos discos los que marcaron agenda al rock argento de ahí en más. Sentado tras esa batería austera, variable, Rodo fraguó en toques sutiles temas que forman parte del ADN argentino; “Mestizo”, “Ana no duerme”, “Color humano”, “Rutas argentinas”, “Parvas”, “En las cúpulas”, la lista puede seguir. “Era algo muy presente eso de las orquestas que tocaban en las radios, por eso es que el rock argentino se compone de una conjunción de la información a medias que recibíamos de bandas internacionales que nos gustaban mucho, con las vivencias que traíamos de nuestra infancia. Por eso el tango en Almendra o el folklore en Arco Iris”, dijo Rodo sobre las épocas del cuarteto fundacional, en su última entrevista en Página/12, en marzo de este año.

Disuelto Almendra en 1970, a García le llegó la hora del jazz. Litto Nebbia, a quien el batero admiraba un montón por Los Gatos, confió en él para su tercer proyecto solista: la Nebbia's Band. El quinteto, que completaban Cacho Lafalce en bajo, Fats Fernández y Gustavo Bergali en trompeta, y Carlos Goldberg en saxo, duró menos de un año, suficiente para publicar el disco epónimo, tocarlo en Rosario y Tucumán, y generar en ese pelilargo de 24 años la versatilidad suficiente para encarar una de las tres bandas hijas de Almendra: Aquelarre. Sofisticado y alucinante cuarteto aquel que compartieron, entre 1971 y 1977, la sólida base García-Del Guercio, con Héctor “bola de ruido” Starc en guitarra, y Hugo González Neira –fallecido en julio de 2016- que se plegó al trío primigenio durante un concierto de “rock experimental”, en el Xirgu.

Fueron cuatro discos, todos grabados entre 1972 y 1975, entre los que descollaron Candiles –“Miren a este imbécil”, “Cruzando la calle”, “Patos trastornados”- y su sucesor, el más lírico Brumas, que aportó dos maravillosas canciones al acervo del rock criollo: “Parte del día” y “Aves rapaces”. De aquella experiencia trascendental también quedó para la historia el armado de la Agrupación de Músicos Argentinos de Rock (A.M.A.R), colectivo de gestión independiente dedicado a organizar y difundir recitales, que tuvo en García a su principal militante y fogonero.

Tras una intensa estadía en España, donde junto a Moris los Aquelarre motivaron en los rockers ibéricos la necesidad de “cantar en castellano”, la banda se separó tras un contundente show en el Luna Park, en diciembre de 1977, con Carlos Cutaia en lugar de Neira. Tras ello, el dúo García-Starc se llevó el único tema nacido en España al grupo que ambos armaron en 1978: Tantor. Se habla de Mágico y natural, publicado en Europa, en un compilado de nombre bizarro: Ni lo uno ni lo otro, sino todo lo contrario. La banda que metió al elefante en el B.A.Rock nació como trío a fines del año del mundial. A García y Starc se les plegó Carlos “Machi” Rufino, proveniente de Invisible, y sacaron un primer disco casi todo instrumental. A ninguno, según se deduce de un testimonio del guitarrista a la Expreso Imaginario, le interesaba mucho escribir letras.

Tantor tuvo dos etapas y dos discos. La segunda fue mediando 1981, cuando el “gallego” ya se había dado el gusto de volver a jugar y crear con todos sus compañeros de adolescencia y juventud. De hecho, los conciertos de Almendra en Obras registrados en un disco doble, la gira del grupo por lugares recónditos de la patria, y la fina confección de El valle interior configuran tres momentos altos en la historia del rock argentino. Tras semejante hito, García retomó entonces Tantor, pero esta vez con un joven Marcelo Torres al bajo, y Babú Cerviño en teclados. Con esta formación fue que grabó Mágico y natural donde García refrendó el andar sólido y firme de sus tones, redoblantes y hi hats, en plena era de jazz-rock.

Durante el segundo lustro de la década del ochenta –disuelto Tantor-- Rodo alternó recitales junto a Victor Heredia, Pedro y Pablo, y tuvo su etapa más emparentada con las músicas de raíz al ser convocado por dos capitanes de la chacarera -Peteco Carabajal y Jacinto Piedra- para tocar batería, percusión y accesorios en el grupo Santiagueños, con el que grabó otro disco emblema de la música popular argentina: Transmisión Huaucke (1987). Tras tales experiencias “con o para” otros, el gran Rodolfo pudo volver a conformar grupo propio. Juntó al bajista Miguel Bassi y a dos violeros Marcelo Muir, y Pedro Conde –que también cantaba-y fundó con ellos La Barraca.

El cuarteto publicó su único disco –Caballo rojo- en 1990, llegó a compartir escena con los incipientes Bersuit Vergarabat en Babilonia, y se diluyó en 1993, no sin antes conllevar actuaciones con otro grupo también caro al devenir de Rodo: Xeito Novo. Tras ello, tuvo lugar uno de los momentos más importantes en la vida del músico. Luis Alberto Spinetta lo convocó a tocar su primer instrumento –el acordeón- en el MTV Unplugged que el flaco grabó en Miami. La conmovedora juntada fue a buscar una hermosa e inédita canción a los orígenes de Almendra: “La miel en tu ventana”. “Mi primer instrumento fue el acordeón a piano, pero cuando apareció el rock aquel instrumento me entró a parecer un espanto. Me negué totalmente a él, y me fui inclinando hacia la batería… lo retomé recién cuando el Flaco me llevó a tocar el unplugged… me costó horrores”, recordó Rodo entre risas, en otra nota con este medio, en julio de 2017.

Entrado el siglo XXI, ya con una inmensa experiencia a sus espaldas, García incursionó en varios grupos musicales, pero adicionó a ello su actividad como gestor cultural y funcionario público. Impulsó, con una voluntad a prueba de balas, decenas de proyectos que le hicieron la vida menos complicada a infinidad de colegas, sea como Director Nacional de Artes –cargo al que accedió en 2014, durante el último tramo del gobierno de Cristina-, en su apoyo tenaz al ECuNHi o como artífice del retorno de La Perla de Once, actividad que encaró en 2010, y dio trabajo a muchísimos músicos históricos a quienes se negaban espacios para tocar. En simultáneo, la insistencia en armar bandas con amigos, como queriendo volver en trance de eterno retorno al embrión de Almendra. El primero, nacido con el milenio, fue con Dhani Ferrón al bajo y Alejandro del Prado en guitarra. Se llamó PosPorteño, y así lo definió el hombre ante Página/12, en noviembre de 2002. “(Hacemos) una música arriesgada, porque sigue existiendo en los rockeros cierta resistencia hacia lo nuestro, cosa que también sucede con los tangueros pero al revés. Nosotros carecemos de esos prejuicios. Estamos buscando tocar y sentirnos bien. Sabemos que lo nuestro va a provocar adhesiones y algún rechazo. En suma, proseguimos la temática que Alejandro desarrolla desde hace años, pero con el aporte de una base menos folk”

La otra gran patriada musical de Rodolfo en el siglo XXI fue Jaguar. Siempre con Ferrón al lado, pero esta vez junto a Lito Epumer y Julián Gancberg, armó un cuarteto cuyo testimonio sonoro se llamó Detrás del río. Conmovedor también fue verlo cantar “Muchacha ojos de papel”, junto a Almendra en el show de Las Bandas Eternas de diciembre de 2009 en Vélez, secuencia que repitió –ya sin Luis- en infinidad de homenajes al amigo. Nada de azar entonces en Los Amigo, ese disco póstumo de Luis, que tuvo en Rodolfo –una vez más- a un respetuoso protagonista.

 

Gracias, Rodo, por haber pensado en eso de que la patria es el otro, y haber actuado en consecuencia. Y en serio.  

Almendra en Las Bandas Eternas, diciembre de 2009 en Vélez. (Imagen: Gonzalo Martínez)

 

Otras voces

Javier Malosetti: “Compartíamos dos o tres grupos de wasap, pero cuando de ideología se trataba el meme compañero me lo mandaba privé. Ese honor se me viene a alinear con los otros que son el haber compartido con Rodolfo la música, la mesa, las risas, la emoción, las botellas. Hasta siempre y gracias mi héroe amigo”.

 

Lito Vitale: “Rodolfo García es y será un referente, no sólo como gran músico y baterista sibarita, con un estilo tan personal y sutil que quedará como algo muy especial en la historia de los bateristas; su trabajo tenía un alto nivel y mucha sutileza. Además, quedará en la historia toda su tarea social, musical y política, porque fue uno de los pocos funcionarios que no metieron la mano en la lata de ninguna manera y que en sus distintas gestiones siempre ha pateado para el lado de los músicos, las personas talentosas, con mucho respeto y amplitud. Es una pérdida enorme. La verdad es que todos los músicos lo lamentamos y también lo debe lamentar el pueblo argentino porque Rodolfo García es un referente de nuestra cultura, sin lugar a dudas, y está en nuestro corazón por siempre”.

Dhani Ferrón: "Rodolfo es mi hermano, en cuanto a lo musical, la amistad y la forma de pensar con respecto a la música misma. Además, hemos cumplido un montón de proyectos con él. Desde el año 2001 tocamos juntos ininterrumpidamente hasta el día de hoy. Están los discos, que así lo demuestran, pero más que nada está toda su alma dentro mío y eso es lo más importante. Un gran maestro para mí."

Mavi Díaz: "Rodo, quiero pensar en vos como la última vez que nos vimos: tocando e irradiando esa luz que lo iluminaba todo. Quiero recordarte como el amigo siempre dispuesto a ayudar, como el tipo bueno y franco, preocupado por hacer de este mundo un lugar mejor con acciones concretas y silenciosas, con esa humildad que sólo tienen los verdaderamente grandes. Puedo decir orgullosa que tuve el honor de compartir luchas, risas y proyectos con vos. Y que además del artista al que admiré desde niña, pude conocer al mejor ser humano del mundo. Buen viaje amigo, dejás un vacío enorme".