Una campaña de prensa en diversos medios opositores advirtió sobre la “silenciosa montaña de deuda” que acumula el Banco Central. La operación de prensa venía acompañada por la opinión de una serie de economistas ligadas a consultores ultraliberales.
La esencia de las publicaciones era la misma: alertar que el Banco Central está acumulando elevados niveles de Leliqs y pases; indicar que esos niveles de deuda son inflación a futuro; mostrar que esos niveles de pasivos del central son similares a la “montaña de Lebacs” que acumulaba Federico Sturzenegger antes que estallara la corrida de 2018 y que se debe implementar un fuerte ajuste fiscal si no se quiere terminar igual.
No casualmente las notas fueron publicadas la misma semana en que estalló la interna del Frente de Todos respecto a la política tarifaria, detrás de la cuál se debate el objetivo de déficit fiscal de la política económica.
La idea de que los pasivos del Central son inflación a futuro contenida se basa en una doble equivocación. Por un lado, que los pasivos del Central van a terminar en una mayor emisión a futuro cuando se van pagando los intereses y el capital. Sin embargo, si las tasas de interés son similares o menores a la inflación, esas deudas no crecen en términos reales. A su vez, el capital puede irse renovando sin que nunca se genere la emisión de moneda.
En segundo lugar, la emisión monetaria aún de producirse, no necesariamente implica mayor inflación, ya que puede ser absorbida por una mayor demanda de circulante en una economía que crece y, más probablemente, por cierta suba del dólar paralelo cuyo impacto en el nivel de precios es menor. Téngase en cuenta que la corrida cambiaria en tiempos de Macri se dió con un mercado de cambios desregulado que hoy no existe.
Aún así, el nivel de pasivos del Central hoy, si bien puede ser similar cuantitativamente al que existía en tiempos de Cambiemos, es diferente en términos cualitativos. En tiempos de Sturzenegger las tenencias de Lebacs estaban mayormente en manos de fondos especulativos internacionales que habían ingresado a hacer la bicicleta financiera (carry trade), inversores locales sofisticados y bancos.
De esa manera, cada martes en que se renovaban multimillonarios vencimientos se corría el riesgo de millonarias pérdidas de reservas, como sucedió finalmente cuando un par de fondos grandes fugaron y se perdieron 1000 millones de dólares en una sola jornada.
Hoy los pasivos del Central están en manos de bancos que, por regulaciones, no pueden comprar con ellos divisas. Los ahorristas, incentivados por las restricciones cambiarias, ahorran en plazos fijos y los bancos, a falta de grandes oportunidades de créditos, los depositan en el Central a cambio de Leliqs y pases.
Los pasivos del Central son el respaldo indirecto de los plazos fijos de los ahorristas, un tipo de inversión relativamente estable que no permite pensar en grandes sobresaltos, más allá de alguna coyuntural presión sobre el dólar blue.
@AndresAsiain