El hartazgo, el cansancio, el hastío, vuelven a flotar en la atmósfera de nuestro continente. Si hace poco tiempo el clima de rebelión se encendió en Chile, en estos días brotó en Colombia. Una reforma presentada por Iván Duque que lleva como título “Ley de Solidaridad Sostenible”, nombre que nos tiene acostumbrados a esconder los mil y un engaños, precisamente trata de una reforma tributaria solapada: el aumento de impuestos a rentas personales, por un lado y al valor agregado de bienes de consumo básico, por el otro (sobre un impuesto que de por sí es alto, el 19%) ofrecen la radiografía de una reforma que pretende seguir extrayendo recursos de los sectores medios y de los sectores bajos, eximiendo al sector financiero.
Desde luego que esto, como suele decirse, no es más que la gota que rebalsó el vaso, no del derrame, sino de la rabia. Años de gobierno neoliberal descarnado, de políticas de hambre, de violaciones a los derechos humanos con el asesinato sistemático de militantes y referentes sociales y políticos, de un país atravesado por la violencia paraestatal, de unos efectos sociales de la pandemia que producen escalofríos, todo ello y más es el caldo que mueve las protestas de estos días. Las imágenes que nos llegan desde Colombia son aterradoras. Según lo registrado por Marcela Parada Gamboa, compañera docente colombiana, desde el día 28 de abril hasta el día de ayer 3 de mayo, la ONG Temblores (una de las pocas que documenta la violencia policial en el país) ha registrado 1181 casos de violencia policial, 142 víctimas de violencia física por parte de la policía, 26 víctimas de violencia homicida, 17 víctimas de lesiones personales en un ojo, 9 mujeres víctimas de violencia sexual y 56 denuncias de desaparición forzada.
El gobierno de Iván Duque ha desplegado en las calles de las principales ciudades del país al Ejército y la policía, amparado en la figura de la “Asistencia militar”que permite coordinar las acciones de ambas fuerzas para la vigilancia y la represión sobre la población civil. Si bien el Poder Ejecutivo ha solicitado al Congreso retirar la reforma tributaria que fue la chispa que encendió las protestas, la cacería no ha cesado. Iván Duque, el adlátere de Álvaro Uribe Vélez, ni siquiera obtuvo el respaldo del partido de aquél, Centro Democrático, aunque quizás por no ser una reforma lo suficientemente regresiva. Llegados a este punto del conflicto, les manifestantes ya no se conforman con el retiro de la reforma tributaria, también exigen hacer lo propio con la reforma de salud y, además, el desmantelamiento del Escuadrón Móvil Antidisturbios (Esmad) de la Policía Nacional, una de las fuerzas más ensañadas con les manifestantes y acusada de todo tipo de violaciones a los DDHH. La Minga Indígena y demás organizaciones de Cali y el Valle del Cauca anuncian que continúan con «paro cívico por tiempo indefinido» y bloqueos hasta que se frene el «Paquetazo» (reformas tributaria, laboral, de salud y pensional), y que renuncien Ivan Duque y su ministro de Hacienda, Alberto Carrasquilla.
Repudiamos enérgicamente la represión desatada por el gobierno de Colombia y nos solidarizamos con les manifestantes.¡Fuera Duque, viva el pueblo colombiano, arriba quienes luchan!
#alertarojacolombia #somoscolombia
*Programa de Estudios y Centro de Investigaciones en Gubernamentalidad y Estado de la Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales/ UNR.