“La demanda del público por vernos en vivo es lo que nos obliga a girar, así como nuestras ganas de seguir tocando. A partir de que sale un disco aparece el armado de los shows y de los tours, y eso se alarga hasta que llega un momento en el que estamos en la disyuntiva de seguir tocando, porque surgen ofertas constantemente, o de detenernos para ver qué tenemos ganas de hacer cada uno”, revela Joselo Rangel, guitarrista de Café Tacvba, sobre la metodología laboral del cuarteto insignia del rock mexicano. “Componemos de forma individual, por lo que mucho se da a partir de esa situación. Los cuatro llegamos y empezamos a trabajar. Me sorprende que The Police, The Clash o The Smiths, que son bandas que escuchaba de muy joven, publicaran un disco cada año. Pero luego me di cuenta de que esos grupos tuvieron ciclos de no menos de tres años. Entonces, al ver que un artista que tiene la misma edad de nosotros saca un disco cada cinco años, me parece que estamos bien”.
A cinco meses de su última visita a Buenos Aires, como parte de la troupe de artistas internacionales que participó en un tributo a Soda Stereo, la banda oriunda de Ciudad Satélite regresa para presentarse mañana a las 19 en Ciudad Cultural Konex (Sarmiento 3131). “Celebremos el futuro” es el nombre de este show sorpresivo, elucubrado partir de una invitación de la banda a un festival a Chile, que representa el primer desembarco del cuarteto en el predio del Abasto (aunque su frontman, Rubén Albarrán, ya actuó ahí con su proyecto paralelo, Hoppo!, en 2010). No obstante, si bien esta vuelta al país se produce a pocos días del lanzamiento de su álbum Jei Beibi –el 5 de mayo–, el grupo, amén de los singles que ya tiene en circulación, se dedicará a repasar sus grandes clásicos. El nuevo repertorio seguirá siendo, más que una cuenta pendiente, todo un misterio.
–En septiembre de 2016 lanzaron el primer corte de Jei Beibi, “Un par de lugares”, al que le siguió el video, y lo mismo sucedió con el resto de los singles. Así se comportan los reguetoneros, para quienes el disco es ya obsoleto. ¿También para ustedes?
Joselo Rangel: –Muchos jóvenes rockeros se me acercan y me dicen que quieren hacer un disco. Y les respondo: ¿para qué quieres hacerlo, si tienes Internet, donde puedes seguir sacando las canciones que quieras? Si bien les llevo veinte años, ellos son los que deberían decirme que lo que hago está mal. Si lo hicimos así fue porque se dio la coyuntura. Una vez que tuvimos la primera canción, dijimos: “saquémosla”. A pesar de que se puede ver como un adelanto, fue nada más que un tema.
–Son de la generación de artistas que vivieron la transición de lo analógico a lo digital. Podrían resistirse, pero se adaptaron.
J.R.: –Lo vivimos de la misma forma que pasamos del vinilo y casete al CD. Y lo vivimos a full, porque no hubiéramos podido hacer Re, que cabe casi exacto en los 70 y tanto minutos del CD. Nos conocimos estudiando diseño industrial y gráfico, Meme estudió ingeniería electrónica, y de alguna manera tenemos una formación o deformación en la que sabemos cuáles son nuestras limitaciones. Así que usamos las herramientas que tenemos, más ahora que no tenemos disquera. Terminamos nuestro contrato y no renovamos.
–¿A qué se debió esa decisión?
Quique Rangel: –Una vez que supimos que iba a terminar nuestro contrato abrimos la posibilidad de negociación. Y mientras esperábamos un interés que nos pareciera genuino y valioso, apareció la canción y quisimos darle salida. Así que nos saltamos ese intermediario para presentarlo en las plataformas digitales y en el resto de los canales de Internet. Pero no fue una decisión contundente el convertirnos en artistas independientes: las circunstancias nos están llevando a esa forma de difundir nuestra música. Y si nos llega una oferta que nos haga cambiar de parecer, la valoraremos. Por ahora somos independientes. Pero las disqueras nunca supieron qué hacer con nosotros. El mejor ejemplo fue al promocionar Avalancha de éxitos. El director de marketing nos dijo: “No sabemos qué hacer con esto. ¿Ustedes qué opinan?”. Le dijimos que “Chilanga banda” debía ser el primer corte, y lo hicieron, más por ignorancia y querer comprometer su criterio a otra cosa, por lo que nunca estuvimos maniatados por las otras estructuras.
–¿Cómo se viene lo nuevo?
Q. R.: –Hace dos años estuvimos tres semanas montando algunas canciones. Interrumpimos para seguir tocando. En 2016 retomamos y se dio la oportunidad de grabar “Un par de lugares” con Mick Guzauski, un ingeniero de mezcla reconocido (trabajó con Daft Punk, Eric Clapton, Michael Jackson y Prince). Un estudio de la ciudad de Cuernavaca lo trajo para dar un seminario de música. Nos buscaron para ver si estábamos disponibles para ofrecer una canción o un proyecto que quisiéramos grabar, y nos brindaron el estudio y el ingeniero de forma gratuita. Gustavo Santaollala y Aníbal Kerpel, productores del álbum, vinieron a México esa semana. Estuvimos grabando y quisimos dar a conocer el tema, nos pareció una buena opción como advenimiento del disco. A su vez, eso nos puso en una expectativa de trabajo y una perspectiva de “vamos a seguir avanzando”.
–¿Y el sonido del álbum rompe con lo anterior?
Q. R.: –Es curioso, desde Re nos dimos cuenta de que hay una parte del público, de críticos y de gente que nos preguntan por qué cambiamos. Crecemos, tenemos otras necesidades y somos esto en este momento. Y cuando hicimos Avalancha..., nos preguntaban por qué no habíamos hecho un tema como “La ingrata”. Una de las condicionantes de un artista es encontrar su voz y su estilo, y explotarlos comercialmente.
–A pesar de que son una banda que siempre apuntó hacia adelante, en su último recital aquí se los notó nostálgicos. ¿Qué sucedió?
J. R.: –Nos sentimos una banda viva y vigente, pero el asunto es que tuvimos nuestras nuevas canciones guardadas. Esos temas los oigo muy actuales y eso me entusiasma mucho. Por eso seguimos juntos. Para mí, lo bueno y lo interesante de Café Tacvuba es que podemos convivir en distintas realidades. Alguien me dijo recientemente que le sorprendía que fuéramos contestatarios y críticos, pese a que también cantáramos temas de amor. Y eso puede convivir sin problema, y lo mismo sucede con la nostalgia. Muchas de las influencias de nuestros dos primeros discos venían de nuestros padres, de lo que oíamos de chicos y del folklore. Todo eso lo tenemos y lo utilizamos. Claro, lo pasamos a través de cajas de ritmo y secuenciadores, y encontramos la manera de expresar lo que está en el momento.
Q. R.: –Que la gente crea que seguimos viviendo en el pasado es desconcertante. Hay una mejor forma de canalizar esa exigencia de nostalgia del público, y fue cuando recreamos Re, en su vigésimo aniversario, o más recientemente Avalancha de éxitos, que nunca lo tocamos entero.
–A propósito de Avalancha..., fue un disco bisagra, más allá del guiño al tributo, porque entendió el cover como un arma funcional al artista. ¿Cómo surgió la idea?
J. R.: –Desde el día uno de la banda, nos propusimos hacer un cover acústico de “Tainted Love”, de Soft Cell, por lo que desde ese momento entendimos las posibilidades del formato, al tiempo que otros artistas tocaban versiones casi exactamente como las originales. También hicimos de Raphael, de Bee Gees y de Agustín Lara. Mientras más extraño, más impactante. Avalancha... nos liberó a la hora de tomar una canción de un compositor que no estuviera en la sala de ensayo, lo que nos daba la oportunidad de destruirla o reconstruirla.
–¿Quedaron canciones fuera?
J. R.: –Algunas. Hicimos un primer grupo de canciones donde estaba “Planet Earth”, de Duran Duran, cantada en inglés. También “Estás perdida”, de un grupo mexicano llamado Dangerous Rhythm, y “La última carcajada de la cumbancha”, de Agustín Lara, que tocábamos para cerrar shows en nuestra primera parte. Santaolalla escuchó ese demo y nos dijo que estaba desbalanceado. Salvo por “Chilanga”, no le parecía genial ni le sorprendía. Y regresamos a trabajar en las otras canciones. Nos dimos cuenta de que teníamos que liberarnos de cierto pudor y respeto, y fue lo que luego surgió.
–¿Pensaron hacer algo con ese disco a razón del aniversario?
J. R.: –Estuvimos a nada de hacer una gira de Avalancha, pensando en sacar bonus tracks, un libro y un Avalancha 2. Pero en ese momento nos preguntamos: “¿nos quedamos en la nostalgia y repetimos lo de Re, o hacemos un disco nuevo?” Y preferimos apostar por lo nuevo.
–Pero si Re significó su amplificación y reconocimiento, Avalancha de éxitos sello su consagración. ¿Están de acuerdo?
J. R.: –Fui a Cuba a cubrir a Rolling Stones para un libro. Llegaron unos mexicanos, me pidieron unas fotos, y vino un cubano y me pidió también una foto. Le pregunté si sabe quién era, y me dijo: “La verdad que no, pero esas chicas que están ahí me dijeron que Café Tacvba es como los Stones de Latinoamérica”. A lo que le respondí: “Si fuera así, no estaría aquí entre el público, sino brindando con Richards”. Cuando alguien dice eso o que somos importantes, hay ciertas cosas que no las vivo como tal. Yo me veo igual. Cuando era chico, siempre dije que las bandas tenían que cantar en español. Encontramos unas revistas en casa de nuestros papás en las que en una encuesta a sus suscriptores les preguntaban qué debía tener para mejorar. Y escribí que debía haber más entrevistas con grupos que canten en español.
–Es increíble que en casi toda América latina se empezó a cantar rock en español en los ‘80...
J. R.: –Es ridículo. A diferencia de otros lugares en los que no vieron la necesidad de cantar en ningún idioma, en América latina surgió otra cosa. Esa es la mayor influencia que nos dejó Soda Stereo. Sonaban argentinos. Tenían la sofisticación y la elegancia de un argentino. Nosotros no podíamos sonar de esa forma porque no somos así. Somos otra cosa. ¿Qué ? Eso es lo que intentamos descubrir. Y fue lo que terminó pasando.
–Cumplen 28 años como banda y están pisando los 50. ¿cómo los encuentra Jei Beibi a nivel grupal?
J. R.: –La gente siempre dice que una banda es un matrimonio, pero no estoy de acuerdo: es como una gran hermandad. Por más que nos peleemos, nosotros somos familia. Sabemos que hacemos esto bien juntos, y que se genera algo interesante y con energía. Y eso hay que cuidarlo. Junto con Quique, tenemos dos hermanas. Murió mi mamá hace unos meses, murió mi papá hace algunos años, quedamos nosotros. ¿Qué tipo de familia somos? La estamos renovando.