Intima y acústica, como le gusta presentarse hoy, Inés Estévez acaba de adelantar el reloj para que sus interpretaciones –ahora acompañadas por el pianista Mariano Agustoni— sean a las cinco de la tarde. La pandemia obliga y a ella le parece acertado. No está mal, después de todo, asistir a esos standards de jazz, hoy matizados con un puñado de “otras yerbas”, mientras cae el sol, y las fuerzas del eros redentor asoman por el oeste. Pues así será este sábado 22 de mayo a las cinco de la tarde en la terraza de Aldo´s (Arévalo 2032), un lugar para apreciar ambas cosas: la puesta del sol, y la voz de Inés. “La idea es experimentar cantando en español, por eso la lista de temas del dúo recorre jazz y blues, pero también se nutre de otra diversidad”, paladea la también experimentada actriz, mientras ensalza la labor de Agustoni “sosteniendo estructuras y ordenando rumbos” desde el piano. “Me da mucha libertad cantar solo con piano porque decido lo que voy a brindar ese mismo día según el humor, el estado de la voz, y un clima que va mutando durante el concierto, según la dinámica del público. Eso es encantador”. La decisión de llamar “Intimo” al espectáculo pues precisamente radica en ello, en el clima que se crea entre dos amigos en medio de una reunión familiar “mirándose y decidiendo virar un standard al swing por primera vez, o blusear un samba, o sentir que las personas apreciarían algo más suave o más festivo”.
--¿Hacés intervenir al público?
--Suelo pedirle al público que elija el tipo de ritmo que prefiere, o que decida entre dos temas. Lo importante es que el sonido sea suave, no invasivo. Que acaricie y abrace a las personas mientras toman una copa. La verdad es que en mis shows se genera una intimidad, porque todos los elementos se confabulan para propiciar esa proximidad.
--Bossa nova, bolero, otras yerbas, pero el jazz siempre como punta de lanza, Inés. ¿Qué factores históricos, familiares, culturales te ligan al género?
--El jazz era la música que mi padre cultivaba, tocaba, cantaba y bailaba. Pero en mi casa se escuchaba todo tipo de música, todo el tiempo. Mi madre es amante de la ópera y de la chanson francesa; mis hermanos iban de Beatles a Queen, Pink Floyd y el rock argentino, y aprendieron a tocar guitarra a través del folclore, y mi hermana sumó la música brasilera. En casa había un Winco que sonaba siempre y una bandeja doble de uno de mis hermanos que era DJ. Los vinilos sobraban... De ahí vengo yo.
--¿Cuál era tu rincón musical en medio de tal variedad?
--Bueno, además de todo eso, yo escuchaba Maria Elena Walsh y música clásica, porque estudiaba danzas clásicas desde los cuatro años. Me emocionaba especialmente esa vertiente.
La Estévez cantante también planea grabar su segundo disco, el heredero de Nude (registrado tres años atrás con el Estévez & Magic 3), en breve. “Estoy viendo cómo hacerlo en medio de esta situación tan hostil. La idea es no soltarle la mano al jazz -aún- pero sí salpicarlo de algunas licencias que rocen otros géneros. Si bien lo hice en el primer disco con una bossa y un bolero virado al mariachi, en este caso sorprendería con un par de géneros menos emparentados al jazz y probablemente al menos una o dos composiciones propias”, prevé.
Toda la vida tiene música para Inés, pues. Pero a la vez no. Imposible, por caso, soslayar sus días de cara a la actuación en cine, teatro y tv, que llevan ya decenios, y sus inclinaciones hacia el hacer literario que pueden rastrearse en libros como Señores de la Tierra o La Gracia. De las anteriores ramas, un buen raid sobre la Estévez actriz se puede empezar recorrer a través de films ya clásicos del cine argento (Lo que vendrá, Matar al abuelito, La nave de los locos, La vida según Muriel); de obras de teatro, caso El diluvio que viene o Cyrano, y de series televisivas como Zona de riesgo, Tiempo final o Mujeres asesinas, triple rol actoral que la hizo acreedora a varios premios. “La actuación es algo que siempre va a estar”, asegura. “Me resulta una expresión artística de fácil acceso. Me brota y fluye, solo que hace varios años, desde antes de dejar la profesión –porque me retiré en 2005 y retomé en 2013-- no siento el desafío de un personaje que me obligue a una búsqueda compleja. Sí, insisto, disfruto mucho de actuar”.
--¿Fueron La nave de los locos y Ay, Juancito las dos películas que mas disfrutaste hacer, ya que estamos en tema?
--Sos dos películas clave, sí. La Nave… fue mi primera película de texto puro, en la cual salí de la Lolita para encarnar a una mujer, y gané mi tercer premio en cine, y Ay, Juancito fue la última película antes de retirarme. Yo sumaría Matar al Abuelito, mi primer protagónico, mi primer premio Cóndor de Plata y mi primer premio internacional, el Biarritz. No quiero dejar pasar tampoco El misterio de la felicidad, con la que retorné a la actuación.
Por este carril, Estévez –57 años a la fecha—piensa transitar a través de una miniserie en la que participará en agosto, y de otra película llamada Miranda de viernes a lunes –la última fue Ni héroe ni traidor (2018)--, en septiembre. “Fue una experiencia hermosa la de Ni héroe…”, resalta ella. “Savignone es un director manso y con las cosas clarísimas. La verdad es que cuando vi la película me impactó, superó mis expectativas”. En teatro, en tanto, sigue vigente su aporte en Redes, de José María Muscari –por ahora solo en streaming--, mientras que en la pantalla chica la espera una miniserie para Netflix. “Esperemos poder retomar las actividades sin que eso represente un peligro y aprovecho para decirlo: es importantísimo destacar que el teatro es súper seguro y que los actores y personal nos hisopamos todas las semanas”.
--A propósito ¿Cómo atravesás tus días en medio de esta pandemia interminable?
--Es triste. No se puede trabajar casi. Acabo de estrenar Redes en el teatro y luego de dos funciones con el aforo agotado, hubo que parar. Es duro y difícil. También volvimos con la banda, pero ahora estamos viendo cómo hacer. Se está implementando tocar a las cinco de la tarde, o al mediodía, también.
--¿Ves bien qué sea así?
--No está mal, considerando que los shows son al aire libre y viene el frío. A su vez, no sé, es una locura todo… Hay que cuidarse y no perder la fe.