En la tercera jornada del juicio por el crimen de Jimena Salas, asesinada en el barrio San Nicolás de la localidad de Vaqueros en enero de 2017, declararon una amiga de la víctima, vecinos de la víctima, un médico del centro de salud de esa zona, un empleado de SAETA y un policía. Además, la Fiscalía pidió incorporar un perito de control del Cuerpo de Investigaciones Fiscales (CIF) para la realización de las pericias psiquiátrica y psicológica al marido, Nicolás Cajal Gauffin, quien está acusado de encubrimiento.

La maestra jardinera Rina Mansilla Bustillos y el vecino Roque González aportaron más información sobre la presencia en el barrio, el día del hecho, del otro acusado en este proceso, Sergio Horacio Vargas, quien está siendo juzgado en calidad de partícipe secundario de homicidio triplemente calificado por alevosía y ensañamiento y por precio o promesa remuneratoria. La investigación no pudo dar todavía con el o los autores materiales del crimen. 

Mansilla Bustillos contó que el día del crimen un hombre fue a su casa a ofrecerle un par de sandalias de niña y que le preguntó por una tal Andrea López, diciendo que esa mujer le había encargado unas sandalias. La testigo dijo que este vendedor le llamó la atención recién cuando se enteró del asesinato de Salas. Sin embargo, no reconoció a Vargas como ese vendedor, a quien describió como no muy morocho, de mediana contextura y altura media. La vecina dijo que le causó extrañeza que alguien vendiera solo un par de sandalias. 

A su turno, González reconoció a Vargas como ese hombre que el 27 de enero de 2017, alrededor de las 12.30, estuvo en el barrio ofreciendo sandalias de niña. "Me preguntaba si conocía a Carolina Vargas, que tenía hijas", recordó el testigo. Recordó que el vendedor tenía una mochila, una bolsa bordó plástica y que las sandalias eran talle 32 o 35. 

También el oficial principal Jorge Aníbal Fernández, quien entrevistó a los vecinos el día del crimen, habló de Vargas, dijo que un móvil de la fuerza había captado en su cámara al vendedor en el barrio, y una vecina le dijo que un vendedor fue por su casa ofreciendo sandalias para niñxs. 

Por otro lado, recordó que esta misma vecina le relató que alrededor de las 12.30 un hombre delgado, de pantalón negro, cabello lacio, tez blanca, le preguntó si era de ella un caniche. Describió que vio un auto estacionado, tal vez marca Bora o Vento. Después volvió a ver a este hombre, ya sin el perro. Esta persona no ha sido aún identificada por los investigadores y su foto con el caniche se encontró en el teléfono de Salas.  El policía también aportó datos sobre las partes del celular de Salas que encontraron por la ruta 9 en un rastrillaje.

Entre los testigos también fue citado el albañil Samuel Ignacio Ontiveros, quien estuvo haciendo cordones cuneta en el barrio. Dijo que pasadas las 8 vio un auto rojo estacionado en un pasaje cerca de la vivienda de Salas; describió a este vehículo como viejo, tal vez modelo 80 u 90, aunque no supo especificar su marca. Añadió que cuando salió a almorzar al mediodía vio a un hombre cortando el pasto fuera de la casa de Salas, y que cuando pasó vio una sombra por la ventana, y escuchó un ruido pero no pudo distinguir si fue producido por una niña o era la televisión. 

La amiga testigo 

También declaró una amiga de Jimena Salas, Carina Rodríguez, que conocía a la víctima desde los 17 años. Contó que compartió tiempo con Salas y con Cajal Gauffin, a quien siempre vio como una persona amorosa con sus hijas y con la esposa. No recordó que Salas le hubiera manifestado que tuviera conflictos de pareja, solo que a veces se sentía sola con las niñas porque el marido trabajaba mucho fuera de la casa. Aseguró asimismo que Salas vivía abocada a la crianza de sus hijas que son mellizas, y que su maternidad había sido muy deseada. Añadió que Salas era parte de un grupo de escritores, que se reunía una vez por semana y ella siempre la buscaba cuando salía para ir a comer juntas y luego la dejaba en su casa. 

Rodríguez fue testigo en la recolección de pruebas en la casa de Salas. Ayer contó que un compañero de trabajo de Cajal Gauffin le informó del asesinato y la llevó a la casa de su amiga. Recordó que cuando vio a Cajal Gauffin éste le dijo: "mirá lo que le hicieron, pero lo vamos a encontrar a este hijo de puta". Acerca de lo que alcanzó a ver en el interior del domicilio durante el procedimiento policial, la mujer refirió que había sangre por todos lados. “Se veían manchas camino al baño y en los dormitorios. Había huellas en las paredes, en la puerta del baño...”, describió.

Como dato relevante, Rodríguez aportó que la misma semana del crimen Jimena Salas le había contado que había ido a comer con Cajal Gauffin y tuvieron que volver antes porque se les disparó la alarma. El abogado del viudo, Pedro Arancibia, aclaró que se trató de un desperfecto técnico. 

Rodríguez señaló que Salas era muy atenta con la seguridad, y dijo que le pareció extraña la versión de que salió a la casa de una vecina al frente para preguntarle si era suyo un caniche que un hombre casi había atropellado, sobre todo enfatizó que le parecía raro que fuera con una de las nenas y dejara a la otra en la vivienda sola. 

"Se agarraba la cabeza"

El médico Bruno Medina, del Centro de Salud de Vaqueros, fue de las primeras personas que llegaron a la escena del crimen, tras recibir un llamado de emergencia. Dijo que en la casa estaba todo desordenado y había mucha sangre. Eran alrededor de las 14, se encontró con Cajal Gauffin, quien se "agarraba la cabeza"

El médico indicó que fue él quien le pidió que sacaran las niñas de la casa, relató que una de ellas tenía la remera y la zapatilla manchada con sangre y la encontró debajo de la cama, después de que el padre las sacara del baño donde presuntamente los asesinos de la madre las habían encerrado. 

El el abogado Pedro Arancibia señaló que el padre y la madre de Salas fueron llamadxs a declarar por él en ejercicio de la defensa de Cajal Gauffin y que le parece extraño que no les haya convocado la Fiscalía, sobre todo porque la mamá fue de las primeras personas que llegó a la casa después del crimen. La madre y el padre no están asistiendo a las audiencias porque deben esperar a declarar como testigos. El letrado adelantó que este jueves se espera la declaración de peritos. 

Faltan pericias 

La Fiscalía pidió ayer incorporar un perito de control del Cuerpo de Investigaciones Fiscales (CIF) para la realización de las pericias psiquiátrica y psicológica al marido de la víctima, quien está acusado de encubrimiento y a dos años de la imputación, todavía no fue sometido a estas pruebas.

Arancibia aceptó que se hagan las pericias pero se opuso a que el Ministerio Público Fiscal incorpore un perito de control. El letrado explicó a Salta/12 que la oposición de debe a que la Fiscalía debió pedir antes la incorporación de un perito y haber diligenciado la realización de esas pericias. Aclaró que solo hay un informe psico social aunque no pudo precisar detalles puesto que se expondrá en el juicio cuando declaren lxs profesionales que estuvieron a cargo.

Consultado por Salta/12, el fiscal Gustavo Torres Rubelt aseguró que la Fiscalía había pedido que se hicieran las pericia psiquiátrica y psicológica en la primera parte de la investigación de este hecho en el período de producción de pruebas. “Evidentemente no se proveyó pero estamos a tiempo”, consideró. Recién hoy el Tribunal de Juicio informará si hace lugar al pedido que realizaron respecto a la incorporación de un perito del CIF.

El abogado Luciano Romano, defensor de Sergio Vargas, aclaró a Salta/12 que las pericias psicológica y psiquiátrica a Vargas sí se hicieron. Se espera que estas sean expuestas en las jornadas de juicio. El letrado aseguró que en esos informes “no habían indicadores de que pudiera ser una persona violenta o impulsiva”, que lo señalan como una persona “retraída, que no sabe expresar bien sus sentimientos”.