“Vida en libertad / dentro de pantallas / Sueño y realidad es lo mismo hoy”, canta Gastón Massenzio en “Un año en casa”, una especie de blues suave y melancólico. Hay desolación e incertidumbre en el sexto disco de Gastón Massenzio (Los Años Luz, 2021). Es que el disco, que lleva su nombre, fue compuesto y escrito el año pasado en pleno aislamiento social, en tiempos de pandemia, un escenario distópico que aún hoy acompaña nuestros días. El cantante, compositor, pianista y guitarrista canalizó en este conjunto de canciones un clima de absoluta introspección y una serie de preguntas existenciales. Una búsqueda por su identidad musical y humana a través del piano y el decir de su voz, como elementos centrales. “Este contexto se metió inevitablemente en el proceso de composición y sentía que lo que estaba diciendo y cantando era urgente y a la vez atemporal. Fue en parte inevitable y necesario”, resalta Massenzio.
“Venimos ingresando lentamente en una distopía que hoy se vuelve realidad. Las ciudades vacías, el fin de algún tipo de mundo y una señal de ajuste, como quizás la superposición de todas las imágenes que dan como resultado la nada, o la sumatoria de todos los ruidos resultando en un ruido blanco; son esas sensaciones que tengo y que muchos tenemos de que algo se terminó y que otra época tiene que empezar. Ahora estamos en el ojo del huracán”, describe el músico, que pudo expresar y traducir el caos en materiales creativos. No es poca cosa. El resultado es un disco notable que dialoga con la tradición de la cancionística argentina: desde la vanguardia de Charly García hasta la canción popular de Fito Páez o la intimidad poética de Spinetta.
Estos tiempos raros se filtran de modo directo en canciones preciosas como “Ella” (“Ella camina por una ciudad vacía”), a dúo con la vocalista Karen Kuhn; la oscura y rockera “Señal de ajuste” o la perfectamente triste “Canción del fin del mundo”, con una extensa intro de piano que marca el pulso del disco, que culmina con “Pasos perdidos”. Para Massenzio, este trabajo le permitió amigarse con sus ángeles y demonios; encontrar una luz entre tanta oscuridad. O al menos intentarlo. Para ello, tuvo que indagar en los rincones más internos y silenciosos. Quizás en el silencio se esconde la verdad.
“El amor, la soledad, la vida, el paso del tiempo y la muerte condensados en emociones que se materializaron en esta obra, que siento como un nuevo punto de partida”, sostiene el músico, que se reencontró aquí con su primer instrumento: el piano. “Sentí la necesidad natural de dejar de detenerme en la contemplación de la naturaleza, el espacio y lo global para conectar con todo lo más primario y necesario para mi vida. El amor, el desamor, la familia, el miedo, la existencia, la amistad, el tiempo, los que ya no están y la pérdida, los recuerdos, Dios, el deseo, la frustración y la materialización de los sueños”, amplía.
En este proceso, fue clave el trabajo con el productor Claudio Lafalce, quien ya lo había acompañado en su disco anterior, Ocho sueños (2019). “Con Claudio teníamos la premisa de darle a las canciones lo que ellas le pidieran, sin otro miramiento”, resalta Massenzio. “Tenemos una relación de amistad y de creación desde hace muchos años. Nos conocimos haciendo los seminarios de Guitar Craft de Robert Fripp y compartimos conciertos con The Orchestra of Crafty Guitarists. Luego se sumó a mi banda y finalmente produjo mi anterior disco y este. Él lleva mi música a otro lugar y realza todos los elementos con una entrega y dedicación únicas. Siento que compartimos una visión filosófica en lo que respecta a la motivación real y existencial de hacer música, en lo que realmente queremos dar y dejar en este mundo con ello”.
El disco, además, cuenta con un destacado elenco de invitades. Por caso, la multiinstrumentista Lucy Patané aporta baterías en “Absolutamente” y “Un año en casa”, y Fernando Samalea, otro peso pesado, hace lo propio en varias canciones, como “Para cuando salga el sol” y “Ella”. “Uno de los días en los que me encontraba grabando los pianos en el Estudio Kimono, pasó Sama de visita y escuchó los temas. Nosotros no teníamos nada definido y él nos ofreció grabar las baterías porque le habían gustado mucho las canciones. La verdad es que fue una alegría inmensa”, se alegra Massenzio. “Luego hubo dos canciones donde sentíamos que Lucy podría poner su impronta, ella es una gran amiga y productora de varios de mis discos”. También grabaron baterías Sebastián Briganti, violines Sami Abadi, y Federico Linari se ocupó de la armónica, entre otres. Martín Misenta, además, fue el ingeniero de mezcla y Mariano López hizo el master. “Todo el equipo fue un lujo”, dice.
-¿De qué manera incidió el aislamiento social del año pasado en estas canciones? ¿De ahí la profundidad que se escucha?
-El aislamiento social y esta suerte de "reflexión forzosa", dadas las circunstancias, me encontraron muy conectado con mis discos fundamentales y con la música que más me había movilizado en mi vida; entonces, al componer las canciones todo tenía un sentido mucho más intenso, más urgente, de necesidad vital. Tuve la sensación y la certeza de estar en sintonía con mis verdades más profundas y con mi necesidad de hacerlas ver la luz. Creo que este nuevo disco es para mí una revelación interna, como una epifanía, un antes y un después, y un nuevo punto de partida en mi búsqueda y mi identidad artística.
-¿En qué sentido es una revelación interna, una "epifanía"? ¿Qué es lo que descubriste artísticamente con este disco?
-Este disco es el resultado de un montón de respuestas que obtuve sobre qué es lo que quería decir de ahora en más, de qué manera, y la motivación real por la que hago canciones en mi vida. Descubrí una voz mucho más profunda y directa desde dónde hablar. Todo se volvió muy claro y mi música cambió rotundamente en el proceso. Redescubrí las influencias más importantes de mi historia, el rock argentino principalmente, y todas aquellas que me marcaron y me hicieron quien soy. Siento que ahí está el eje de mi identidad renovada.
-¿Por qué te interesó poner en primer plano el diálogo entre el piano y tu voz?
-El piano fue mi primer instrumento y me encontré tocándolo hasta altas horas de la madrugada desde marzo del año pasado, quizás como una necesidad de aferrarme a él por tanta angustia, incertidumbre y emociones entremezcladas. Las armonías y melodías comenzaron a aparecer sin buscar el objetivo de hacer un disco, pero a medida que pasaban los meses esos bocetos de armonías, letras y melodías se iban corporizando y transformando en canciones. Al ver los resultados de lo que sucedía sentí que este primer plano y diálogo se estaba presentado de manera espontánea, y que tenía que materializarlo cobrando vida propia de manera urgente.
-¿Por qué titulaste el disco con tu nombre? ¿Necesitabas reforzar tu identidad musical?
-Cuando me encontraba en el proceso de grabación del disco empecé a pensar que gran parte de mis influencias estaban condensadas a lo largo de él, pero ante todo, lo que estaba expuesto era mi propia identidad. Empecé a sentir que esta obra me representaba íntegramente y que era yo mismo al ciento por ciento mostrándome por momentos casi desnudo. Pero me reservé la idea hasta que Claudio Lafalce, productor del disco, sintió lo mismo y me lo manifestó. Al notar que ambos pensábamos lo mismo me sentí absolutamente convencido de ponerle mi nombre al disco.
-Tu disco anterior, 8 sueños, estaba centrado en la guitarra y en sus posibilidades armónicas, rítmicas y tímbricas. Pero ahora el protagonista es el piano, ¿Qué posibilidades de composición y creación te permite el piano a diferencia de la guitarra?
-Siento que hay motivos muy diferentes por los que uno se acerca a un instrumento y luego a otro. La aproximación a cada uno de ellos fue en circunstancias totalmente diferentes, de mi niñez y luego adolescencia. Yo aprendí solo a tocar el piano, sin pasar casi por ninguna educación formal, y me acerqué a él desde músicas muy ricas en lo armónico y melódico, teniendo presente a referentes como Charly García, Fito Páez, Luis Alberto Spinetta, luego Queen, The Beatles y muchos otros, que son mis influencias más importantes. Las cosas son muy claras y visuales en el piano, todo se presenta de una manera muy cristalina y me permite desarrollar mi música desde lugares muy distintos de los que suelo partir con la guitarra, donde quizás, por otras influencias y experimentaciones personales, juego con la rítmica, tímbrica y me voy para lugares muy diferentes.
-¿Y de qué manera funcionan las influencias o referencias en tu música? Se nota que el disco continúa una tradición cancionística muy clara…
-Siento que mis influencias me atraviesan muy fuerte; en determinado momento no logro despegarme de ellas porque las hago propias y mi música respira y se genera a través de ellas. Estas influencias de los grandes: Fito Páez, Charly García, Spinetta, Queen -por mi historia de escucha familiar y de mi infancia- y hasta Elliott Smith más recientemente en mi vida, conforman gran parte de mi historia. La tradición de la canción que dejaron es un faro, una antorcha incandescente a la que me aferro y a su vez me entrego enteramente para crear. Siento que el mundo lírico y sonoro de la canción y del rock argentino me interpela para mi propia creación.
-Tu canción no es simplista o estándar, sino que precisa un oído atento. ¿Qué lugar le das a la recepción de tu música? ¿Pensás en eso?
-Hoy por hoy le doy un lugar fundamental a la recepción de mi música. Siento que mi canción tiene que ser simple y compleja a la vez. Condensar ambos mundos. Lograr que quien la escuche entre cómodamente a ella y dentro de la misma poder mostrarle diversos momentos de complejidad, reflexión, sorpresa o revelación.
-¿Cómo te imaginas la presentación de este disco? ¿Te genera ansiedad o extrañeza volver a tocar?
-Imagino un futuro ideal, postpandémico, para hacer la presentación de este disco como creo que corresponde. En un teatro grande y bello con mucha gente asistiendo. Me genera algo de extrañeza volver a tocar. Me da muchas ganas la idea de saber que en un futuro, cuando pase esto, comenzaremos los ensayos en el estudio con esta banda maravillosa de músicos y músicas amigas tan increíbles con los que hicimos que esto viera la luz. Es la esperanza en un futuro mejor lo que nos sostiene en este contexto. Casi que sueño con ello.