Uno de los juguetes más vendidos en México es un cigoto. Sí, la célula huevo que resulta de la fecundación convertida en muñeco. Se llama Ksi-merito, algo así como casi bebé. Las niñas --porque a ellas está dirigida exclusivamente todo el marketing-- deben alimentarlo a través de una sonda llamada cordón umbilical con el “Ksi-suerito” mientras permanecen en una incubadora. En una de sus publicidades, que tiene miles de reproducciones, seis niñas vestidas de mujeres de la década del ’50 cantan: “Tengo que cuidar a mi Ksi-merito, es tan frágil él porque es el más chiquito. No lo saques de la incubadora, porque sin tu amor no se mejora … Es el cigoto más chico de Neonatitlán”, mientras se las muestra en la cocina, la peluquería, un supermercado o un club tomando sol. Neonatitlán es el planeta imaginario del que provienen: los Ksi-meritos llegan a la Tierra para ser adoptados, esa es la idea que propone el juguete, una de las creaciones más exitosas de la marca mexicana Distroller. Se comercializa con gran popularidad también en España --donde tiene su propia versión, las Bellies--, Estados Unidos y otros países de Latinoamérica. En Argentina se pueden conseguir por Mercado Libre (originales y copias), pero la empresa no los distribuye. ¿Quién está detrás de este juguete que refuerza la idea de la vida desde la fecundación y es cuestionado por los estereotipos de género que promueve? ¿Es puro negocio o tiene intenciones de consolidar desde la niñez creencias contrarias a la despenalización del aborto?
En México se venden hace varios años. En algún momento se los criticó pero los cuestionamientos no pasaron a mayores. La madre de su creadora es una filántropa conocida por apoyar organizaciones del movimiento de mujeres, entre ellas una con larga trayectoria en la lucha por la despenalización del aborto.
¿Cómo son?
Los Ksi-meritos forman parte de una gama de muñecos llamados “Neonatos”. Tienen desde hace años su propia canción, muy pegadiza por cierto, que dice, entre otra cosas: “¿Y qué es un sigoto (sic)? … es casi un neonato, es como un pancito que se va medio a hornear … requiere cuidados y los cariñitos que tú les puedas dar … trátalo con ternura porque es un ser especial. Quiero ser mami de un sigoto lindo que pueda cuidar…”.
En la descripción oficial de la marca aseguran haber recreado “la experiencia de los Neonatos”, con el propósito de ofrecer entretenimiento y diversión, y de contribuir, además, “a la creación de hábitos y juegos que creen una conciencia de cuidado y responsabilidad en los niños”. Y se agrega, para que no queden dudas: “Queremos que desde pequeños aprendan a darle valor a un ser vivo, a cuidarlo, y a que disfruten de un juego sano”.
Es decir, los Ksi-meritos buscan crear conciencia en los niños --mejor dicho, en niñas-- de la importancia de cuidar al bebé desde mucho antes del nacimiento.
Casualmente ¿o no? aparecieron algunos años después de que se despenalizara el aborto en las primeras 12 semanas de gestación en la ciudad de México en 2007, y cuando a partir de ese cambio legal comenzaron a aprobarse reformas en las constituciones de casi una veintena de estados del país para incluir cláusulas anti-aborto y proteger la vida desde la concepción, y así impedir que se avanzara en la ampliación del derecho a una interrupción voluntaria de embarazo.
Una de los últimos lanzamientos de la gama de Neonatos son los “Aquameritos”, una nueva especie que nace de “gluevos” (sic): hay que ponerlos en agua “para obtener la maduración perfecta” y así puedan terminar su desarrollo y nacer.
¿Quién los inventó?
La dueña de Distroller, la empresa fabricante de estos simpáticos muñecos de colores pastel, es Amparín Serrano. Nacida en 1965, Amparín pertenece a una de las familias más ricas de México: es nieta por parte materna de Manuel Espinosa Yglesias fundador del imperio financiero Bancomer y por rama paterna, del ingeniero Julio Serrano Pie de Casas fundador de una poderosa cementera. “Se trata de una familia “antiderechos”, comenta a este diario una activista feminista mexicana.
Amparín es egresada de la carrera de diseño de la Universidad Anáhuac, de Los Legionarios de Cristo, congregación católica conocida por los abusos sexuales cometidos por su fundador Marcial Maciel, que ha contado con la protección y el perdón del Vaticano.
El primer gran éxito de la marca Distroller fue, en realidad, un diseño de la propia Amparin de la Virgen de Guadalupe, ícono religioso en México. La patentó como Virgencita plis, a la que curiosamente le ha blanqueado la piel para hacerla menos morena que lo que indica la tradición y que aunque en un primer momento fue rechazada por la Iglesia Católica porque la consideraba una burla de la imagen religiosa, recibió finalmente la bendición de la jerarquía eclesiástica mexicana. Distroller registró Virgencita plis en 2008 y desde entonces tiene los derechos para fabricar indumentaria, bolsos, joyas, cuadernos, y otros artículos con el sello de la marca y vende productos infantiles con la virgen mexicana.
Lo curioso en esta historia es que la madre de Amparín, Amparo Espinosa Rugarcía, es una reconocida filántropa que a lo largo de su vida ha apoyado la lucha por los derechos de las mujeres y ha sido una de las fundadoras de Católicas por el Derecho a Decidir, en México, organización que viene hace años militando por la legalización del aborto en ese país. Doña Amparo se convirtió con el tiempo en activa defensora de la muerte digna. Siempre apoyó a su hija. Por esa razón, hay feministas que prefieren no criticar públicamente a la marca y sus controvertidos muñecos.
¿Muñeco antiabortista?
Los Ksi-meritos son tan populares que tienen un canal de Youtube con videos con varios millones de vistas donde una enfermera llamada Tania da consejos a las niñas de cómo cuidar a sus “pimpollos”, en los cuales deja claro que aún no se ha desarrollado completamente y por ello requieren de cuidados especiales. Además, en la web se pueden encontrar videos de niñas --y adultas también--, con miles de vistas, que enseñan a jugar con los muñecos-cigoto. En las tiendas departamentales en México los “Neonatos” cuentan con islas o stand, que simulan ser hospitales donde atenderlos. Entre la cantidad de accesorios que se venden –al estilo de las muñecas Barbie-- traen un acta de nacimiento para inscribirlo.
Hay quienes catalogan a los Ksi-meritos como juguetes “anti abortistas”, pues al representar las etapas biológicas previas a ser embrión, plantean que enseñan a las niñas que hay vida incluso desde que se crea el cigoto. En definitiva, el muñeco remite a una célula-cigoto que es al mismo tiempo un bebé.
“Claramente, el proceso de formación del Ksi-merito podría simular un embarazo. Por un lado, hay un nonato que tú ayudas a desarrollarse, viene dentro de una pulsera que tienes que regar y cuando está a punto de explotar acudes al hospital de Ksi-meritos y nace a través de la máquina con viscosidad. Hay otro neonato prematuro que metes en una incubadora. En nuestra opinión, si no es antiabortista, sí que vincula el cuidado al embarazo previo y al nacimiento del Ksi-merito”, explicaban a la Cadena Ser, desde la Fundación Mujeres, de Madrid, en el equipo de educación formado por la educadora social Raquel Gallego, la psicóloga Sandra Gómez y la jurista Teresa García, cuando en 2018 el muñeco se convirtió en el juguete estrella de la Navidad española.
¿Sí o no?
Para Gabriela Larralde, escritora e investigadora argentina, especialista en género y literatura, además de reforzar estereotipos de género, la propuesta de juego de los Ksi-meritos trae aparejada la idea de que el cuidado de un bebé es área exclusiva de la mujer y que esta se desarrolla con devoción y en soledad. Un deber inapelable:
--´Tengo que cuidar a mi Ksi-merito´, se repite hasta quedar grabado en la mente de quien escucha la canción del spot publicitario. El tono eclesiástico puede leerse en las voces de los coros que entonan las niñas, los cuales al llegar al punto más agudo se funden con un cielo, algo así como diciendo la maternidad es un paraíso. No es un dato menor que su origen sea México. Un país que no imparte en su sistema educativo ningún tipo de educación sexual, en donde la religión y el concepto de familia determinan políticas de Estado --dice Larralde.
Para contextualizar de donde proviene el muñeco, cuenta que en 2019 fue invitada a México a presentar su libro Diversidad y género en la escuela (Paidós) por el Frente Nacional para la Paz y estuvo en escuelas secundarias y en universidades. En Ciudad de México había llevado dos presentaciones, una para secundarias y otra para universidades.
---En la primera charla universitaria había alrededor de cuatrocientos jóvenes, con mucho interés por el tema pero a medida que iba hablando me fui dando cuenta por sus caras que no me seguían. Cuando pregunté quién podía diferenciar género de orientación sexual sólo tres personas levantaron la mano. Cuando pregunté quién pensaba que podía explicárselo a otra persona, sólo una mano quedó levantada. Saqué la presentación universitaria, pensada para personas de 12 a 16 años que no supieran nada del tema. En el Estado de Hidalgo, donde estuve en varias ciudades, mi presencia fue vista como algo muy hostil. En una conferencia de prensa que se organizó por mi visita, me sorprendí al ver a tantos periodistas. La amplia mayoría de ellos estaba ahí para increparme, hablándome en nombre de la familia y de por qué yo quería corromper a los niños y niñas mexicanos. Suspendimos otras conferencias cuando tuvimos amenazas de grupos “provida”” -- contó Larralde. En su libro sugiere 150 libros y recursos de TIC para abordar la Educación Sexual Integral en las aulas.
A la periodista Tamara De Anda, creadora de uno de los blogs más leídos en México y conocida como Plaqueta, mirando el fenómeno de los Ksi-meritos en “ese contexto de blanqueamiento de la Virgen de Guadalupe” que llevó adelante la empresa Distroller con su Virgencita plis, “no le parece que sean solo unos “muñequitos cute y ya”.
--Mientras por un lado buscamos que los juguetes no tengan género y cuestionamos el pasillo rosa y el pasillo azul en las jugueterías, llega Amparín con adoctrinamiento no solo profeto, sino encumbrando la hiperfeminidad estrictamente blanca o blanqueada, como si estuviéramos en los ’50. No me parece inocente que estos muñecos ´humanicen´ a los conjuntos de células: como reforzar ya a un nivel emocional, porque los niñxs desarrollan un vínculo emocional con sus juguetes, el mito de que los cigotos son humanitos en miniatura, con personalidad, sentimientos. El feto ingeniero llevado al máximo --comenta, en alusión al cartel que se hizo famoso, en medio de las manifestaciones de 2018 en Buenos Aires contra la despenalización y legalización del aborto, y que derivó en una enorme cantidad de memes que inundaron Twitter, y trascendieron las fronteras virtuales argentinas.
Cuenta que los Ksi-meritos se volvieron tan aspiracionales en México y otros países de la región que ya hay versión pirata del muñequito.
Aunque Distroller no distribuye sus productos en Argentina, se pueden conseguir en versión original, a partir de los 13 mil pesos y las copias desde 3500.
Pero Plaqueta también advierte que se puede llegar a caer en una especie de pánico moral desde el feminismo, al demonizar a los muñecos-cigotos, cuando “la niñez en realidad tiene la capacidad de desmarcarse de las connotaciones originales de los juguetes y crear narrativas completamente nuevas”.
Andra Ivich o @andreinski, activista feminista mexicana que se enfoca en temas de liberación gorda, coincide con esta última perspectiva.
--El mensaje conservador es inefectivo. Lxs niñxs que juegan con Ksi-meritos no saben realmente el origen ni están pensando en ellos como fetos que hay que salvar. Solo como muñecxs divertidos con muchos accesorios y posibilidades. Por ejemplo se pueden mojar, se pueden intercambiar toda la ropa y accesorios, son neutrales en género. Creo que satanizar las cosas con las que juegan los niños no les dan un buen mensaje ni hace que aprendan. A mi generación le tocó el estigma anti-Furby y anti-Pokemon y eso no hizo que nos dejaran de gustar ni teníamos manera de entender si la aversión adulta era válida o no. Pienso que hay que dejar que les niñes jueguen con lo que juegan y uno tratar de guiarles en el jugar, no cancelar juguetes y ya. En todo caso, hay que apoyar a la piratería más que a la empresa. Nunca he comprado un Ksi-merito original, los que le regalé a mi sobrina y sobrino son piratas, no querría apoyar con mi dinero a la empresa que los vende. Por el mundo en el que vive mi sobrina --y muchas de nuestras sobrinas-- no la veo a los 18 años pensando "uy no, no voy a abortar porque de chica jugaba con Ksi-meritos" porque no es más poderoso el mensaje velado de la marca que lo que ella ve en Youtube, que los mensajes que le damos su mamá y su tía que la llevan a marchas feministas a exigir sus derechos.
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