Imposible no haberla querido a Nelly Prince. Por su simpatía y su encanto natural. Y por la pasión que ponía al relatar los devenires de su vida. Dos años atrás en un estreno, me tocó ser vecina de butaca de ella y de su hija, Cristina Banegas. Y luego de escucharle contar un par de anécdotas teatrales le ofrecí a Nelly mi ayuda por si algún día quería escribir sus memorias. Así entonces, durante buena parte del 2020 hablamos horas y horas por teléfono. Y cuando se pudo, aún con la distancia protocolar, los encuentros se volvieron un ritual amable y esperado que nos ayudó a transitar lo que quedaba del año. Conversadora incansable, nunca había que recordarle dónde habíamos frenado la charla la última vez. El repaso de sus 95 años de vida puede dar cuenta de la historia de la radiofonía argentina, al menos desde 1931, cuando a los 6 años entró por las suyas a Radio Belgrano diciendo “quiero ser artista”. Y del nacimiento de la televisión, porque fue una de sus primeras estrellas. Frente a las primeras cámaras del viejo Canal 7, la locutora y actriz se volvió especialista en improvisar avisos en vivo, para luego devenir intérprete de teleteatro, presentadora de shows, artista de circo, comediante y conductora de actualidad. De sus días de radio, solía contar cómo Eva Duarte la había defendido de un despido injusto, situación que terminó revertida y con aumento de sueldo. Una vez que se decidió a confesar que había cumplido 90, Nelly se sorprendió de todas las propuestas de trabajo que le llegaron. Así fue cómo tantos años después de haber hecho comedia musical y clásicos en teatro, debutó en el circuito independiente e intervino en cinco proyectos, entre televisión y cine. El canto fue otra de sus pasiones: no solamente hizo dupla con su hija en aquel espectáculo que llamaron Aire familiar sino que grabó pocos años atrás un cd enteramente dedicado al tango, un género que cantaba con afinación y sentimiento. El de la aventurera, tal vez ése sea uno de los perfiles menos conocido de Nelly. Ya se percibía así cuando en 1934 el Graf Zeppelin sobrevoló la terraza de su casa, en Caballito. Años después se enorgullecería de haber dado cuatro veces la vuelta al mundo. Comenzó a viajar en forma programática en una época en la que llamaba la atención que alguien quisiera visitar la Gran Muralla o países como Vietnam, Nepal o Afganistán. “Siempre tuve alma de valija” admitía sonriendo. Y había que creerle; su relato saltaba de un destino a otro, de pronto estaba con patas de rana en una playa de Australia, montada en un avestruz, en Sudáfrica, navegando el Ganges o paseando en camello, en Israel. En fin, con Nelly Prince se va una actriz talentosa en todos los frentes, una trabajadora incansable y fundamentalmente, una mujer dueña de sí misma.
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