Referentes de distintas comunidades del Pueblo Wichí de la jurisdicción de Los Blancos, en Rivadavia Banda Norte, continuaron ayer un corte de ruta iniciado el jueves último ante la falta de respuestas al pedido de tendido de alumbrado público a las comunidades.

El reclamo va dirigido a la empresa de origen chino High Luck Group Energy, al gobierno de la provincia y también a la Municipalidad de Coronel Juan Solá o Estación Morillo, y se basa en la explotación que hace el grupo empresario extranjero de un pozo petrolero en la zona. “Están extrayendo y canalizan (el recurso) a otro lado del mundo porque son empresas chinas y el petróleo es para otro lado y no cae ni una gota para nosotros. Mientras, la necesidad es inmensa”, cuestionó Néstor Montes, de la Organización Zonal Wichí de Los Blancos. 

El referente afirmó que las comunidades decidieron cortar la ruta nacional 81 ante la falta de respuestas a las notas que elevaron el pasado 16 de abril.

Montes contó a Salta/12 que por la empresa los recibió Sebastián Villafañe, quien les contestó que “ellos pagan las regalías y la provincia debería hacerse cargo del pedido” de los habitantes originarios.

Las comunidades hicieron entonces una presentación ante el gobierno provincial, que pidió 15 días hábiles para responder, plazo que se vence “el 18 de mayo”. Sin embargo, entendieron que el intendente de Morillo, Atta Gerala, debería haber respondido en 5 días hábiles y ya vencido el plazo, y sin respuesta alguna, decidieron cortar la ruta.

“Entendemos que a raíz de esta explotación del petróleo sale recurso y sabemos que tiene su valor muy alto el petróleo. Y sale de nuestro suelo y todo el mundo sabe que este suelo pertenece a los pueblos originarios”, añadió Montes. Si bien el pozo se explota dentro de la finca de la familia Robledo, Montes insistió: “Sabemos quiénes eran los dueños legítimos, caminábamos sobre este recurso ancestralmente y en la zona hay restos de nuestros ancestros”. En esa lógica, entendió que se deberían llevar a cabo las acciones políticas para que “al menos nos reditúe” la explotación del recurso, para una mejor calidad de vida.

Entre los ejemplos de la falta de una mirada sobre los pueblos originarios, señaló que incluso si bien se hicieron dos pozos de agua a un lado de la ruta 81, eso no implicó un beneficio para ellos. “Al otro lado (de la ruta) hay una escuela a la que asisten los chicos de la comunidad. Y pese a que los pozos están al frente, no tiene agua potable, porque eso fue directamente a Los Blancos, pasando por alto a las comunidades”, afirmó Montes.

Vivir con todas las necesidades

Una de las comunidades más afectadas es San Patricio. Está a 15 kilómetros del río Bermejo, y 50 kilómetros de Los Blancos. Para ir y volver al pueblo para proveerse de mercaderías, cuyo precio es más alto que en otros puntos de la provincia, deben pagar un flete que les cuesta 8 mil pesos en total. La posibilidad de ir a comprar solo se presenta si los caminos no están inundados. Pues cuando crece el Bermejo, las vías de comunicación entre San Patricio y Los Blancos se inundan y en algunos sectores el nivel del agua llega al pecho de quienes se atreven a llegar caminando al pueblo. A pie, el recorrido es de 12 horas.

Es lo que contó Félix Paz, quien también participó del corte de la ruta 81. Contó que si bien en su comunidad hay paneles solares en 60 de las 120 viviendas, no llegan a abastecerlos porque la batería se acaba en dos horas. “A las 8 (de la noche) acá oscurece, y hasta las 10 (22), nomás tenemos luz con 12 voltios”, describió. Indicó que cuentan con esa posibilidad siempre y cuando haya habido sol para cargar las baterías, dado que cuando está nublado esta posibilidad se anula.

El agua que toman es de un arroyo que surge del río Bermejo y no es potabilizada. “Eso nos enferma. Hay mujeres y niños con diarrea y vómito y con eso se produce la desnutrición”, dijo.

Si bien hay familias que cobran la Asignación Universal por Hijo (AUH), los altos precios que se pagan por la mercadería y el flete terminan por absorber el beneficio.

Tampoco hay gas. “Juntamos leña y hacemos hervir (agua) para cocinar sémola o tomar mate”, contó Paz. Está la Escuela de Misión San Patricio a la que asisten los chicos de nivel inicial, primario y secundario. Tiene agua pero a través de un pozo con una bomba “muy pequeña”, y también sufre de la falta de energía eléctrica porque el sistema de paneles solares tampoco alcanza. A veces en ese lugar “sí hay internet”. Los chicos tienen el servicio de comedor pero desde el momento en que se inició el aislamiento en 2020, en la escuela dan módulos en reemplazo del almuerzo de los chicos “que reciben medio kilo de grano por mes”, relató Paz.