El juicio por el crimen de Jimena Salas tuvo ayer la declaración de siete testigos, una de las cuales se refirió a la persona que iba por los domicilios mostrando un perro que se habría perdido en el barrio y que sospechan estuvo con la víctima, ya que le encontraron fotos del animal en su celular, por lo que los investigadores no descartan que haya sido el ardid utilizado por los asesinos para franquear el ingreso a la casa.
En la causa se encuentran en el banquillo de los acusados Sergio Horacio Vargas, como partícipe secundario de homicidio triplemente calificado por ser cometido con alevosía y ensañamiento y por precio o promesa remuneratoria; y Nicolás Federico Cajal Gauffín, viudo de la víctima, acusado por encubrimiento agravado.
En esta oportunidad, una mujer narró que el 23 de enero de 2017, cuatro días antes del asesinato, se encontraba en Vaqueros cuidando la casa de una amiga que había salido de vacaciones. Dijo que ese día, pasadas las 9, llegó a la vivienda un sujeto con un caniche gris, preguntando si conocían al propietario de la mascota. La testigo lo describió como un hombre joven, de entre 25 y 27 años, delgado, alto y de tez blanca. Dijo que vestía ropa oscura, informal y precisó que llevaba una mochila.
Lo sospechoso de esta persona es que habría mentido con sus datos ya que a la mujer le dijo que era vecino de la zona, que había encontrado al animalito y que estaba tratando de ubicar al dueño porque él se tenía que ir a trabajar. Ella le explicó que no era la dueña de casa, que no conocía a los vecinos y se ofreció a sacarle unas fotos al animal para compartirlas en la red vecinal de Vaqueros, a lo que el hombre accedió.
En ese momento la mujer dijo que no había nada para sospechar, más allá de alguna ansiedad y apuro del hombre que lo atribuyó al hecho de que debía irse a trabajar. La ocasional cuidadora de la vivienda manifestó que incluso lo hizo pasar a la parte delantera de la casa para tomarle las fotos a la mascota. Hizo tres tomas y se las mostró. No recordaba si el sujeto alcanzó a ver dos o tres de las imágenes.
También refirió que llegó a ofrecerle quedarse con la perrita para que él pudiera irse a trabajar. Dijo que el sujeto dudó pero finalmente se llevó al animalito. Después de tomar las fotos, le solicitó que le dejara su nombre y su teléfono, para poner sus datos en la publicación. El hombre le dijo que se llamaba Matías y le dictó un número. Luego se fue.
La testigo le envió dos fotos de la perrita a su amiga, dueña de casa, y le comentó la situación que acababa de vivir. Ella le respondió que no conocía a ningún vecino llamado Matías y que su teléfono no figuraba en el grupo de los residentes del barrio.
Por la noche, la mujer envió un SMS al número que le había dejado el sujeto, pero nunca le respondieron, por lo que señaló que nunca supo si el mensaje llegó, porque ella le había tenido que agregar el número 15 para poder despacharlo. No sabía si correspondía a un teléfono fijo o si era un número falso.
Sin cámaras
Otro de los testigos fue un oficial de la Unidad de Investigaciones Especiales del CIF que intervino en la causa a partir de julio de 2017. Se le encomendó la tarea de localizar un vehículo negro que había sido visto en inmediaciones de la casa de Jimena Salas el día del crimen.
Tras el infructuoso análisis de cámaras de seguridad públicas (Sistema de Emergencia 911) y privadas, se dio con que no existían registros del vehículo debido a que las mismas no funcionaban.
Solo logró ubicar la presencia del auto en una grabación obtenida del domo de una patrulla que circulaba por barrio San Nicolás la mañana del 27 de enero. En la imagen de mala calidad se observa al vehículo avanzando por calle Las Virginias, a la altura de la casa de la víctima, a las 10.32.
Luego de someter el video a una serie de procedimientos, se logró mejorar la imagen, pero sin que se llegara a ver la patente. Sí se pudo precisar que se trataba de un Renault Sandero color azul crepúsculo (no era negro), con vidrios polarizados. El perito dijo que en su interior se advertía la presencia de dos siluetas.
El mismo vehículo fue captado por el domo de una patrulla a las 11.44, saliendo de la calle Wierna.
Ese mismo testigo tuvo también a su cargo la tarea de investigar el círculo íntimo de Jimena Salas, por una hipótesis que vinculaba el homicidio a una relación extramatrimonial de la víctima, pero señaló que esa línea finalmente fue descartada.
Pero además volvió a apuntar contra uno de los enjuiciados, que sigue sumando testimonios en contra, ya que el testigo hizo referencia a una visita que realizó en el marco de la investigación al domicilio del imputado Vargas, en barrio San Benito. Señaló que en el lugar se entrevistó con la suegra del acusado, quien le manifestó que Vargas no era vendedor ambulante y que no hacía nada. Dijo que se dedicaba a tomar bebidas alcohólicas y a cuidar un lote donde se habían asentado, en barrio San Calixto.
Pero un dato clave que aportó la mujer es que las sandalias para niñas que el imputado andaba ofreciendo para la venta, las había comprado ella en Jujuy para las nietas y no para venderlas.
Además compareció un contador que hizo una investigación sobre los movimientos económicos y financieros de Cajal Gauffín, la amantes de este, y la madre de Jimena Salas. En los tres casos el informe llegó a la conclusión que no registraron incrementos injustificados en sus patrimonios.
La audiencia de debate está a cargo de los jueces de la Sala VII del Tribunal de Juicio: Francisco Mascarello (presidente), Federico Diez y Federico Armiñana Dohorman (interino).
Cajal Gauffin y Vargas fueron imputados por el hecho sucedido el 27 de enero de 2017, cuando se encontró el cuerpo apuñalado y sin vida de Jimena Salas en el piso de la cocina comedor de su vivienda, ubicada en la localidad de Vaqueros.