Aaron Sorkin es director y guionista cinematográfico y televisivo. Hace muy poco se estrenó en Argentina su penúltima película El Juicio de los Siete de Chicago. Todavía no llegó a los 60 años (los cumple en junio) pero la calidad de sus obras es verdaderamente singular. Es obvio que yo no soy un crítico especializado en ninguna de las ramas que aborda Sorkin, pero su posición es tan progresista -especialmente para el mercado norteamericano- que verdaderamente sorprende… (al menos a mí me sorprende).
¿Por qué habría de escribir sobre él hoy y acá? Una de las series de televisión de mayor éxito se llamó The Newsroom (“Mesa de Noticias”, en traducción libre mía). Como se desprende del título la serie se basa en lo que sucede en la génesis de un noticiero de televisión, decisiones a tomar, la elección de la agenda, su sesgo político, las censuras, las auto-censuras, el perfil de los conductores, el abordaje de cada tema, etc, etc. La serie tuvo nada más que 25 capítulos en tres temporadas desde el 24 de junio del 2012 hasta el 14 de diciembre del 2014. El papel protagónico lo lleva quien es el conductor del noticiero, Jeff Daniels, uno de los mejores actores que ofrece la actualidad cinematográfica y teatral. Cuando vi el primer capítulo pensé inmediatamente que yo quería compartir una breve parte del texto inicial que Sorkin pone en boca de Daniels. Parece una declaración de principios. Me permito pedirle (si es que va a seguir leyendo el artículo) que compare el texto con la actualidad que vive nuestro país. Acá voy. El programa empieza con un discurso pronunciado ante el Congreso norteamericano por Richard Clarke, exjefe de operaciones anti-terroristas de Estados Unidos y que justamente ocupó ese puesto durante la presidencia de George W Bush en el momento del ataque a las Torres Gemelas. El discurso es un pedido de disculpas por no haber protegido adecuadamente a la población.
Al terminar, la cámara ‘corta’ a un primer plano de Daniels, quien luego de hacer una breve introducción dice [1]:“Quiero disculparme por lo que hicimos e hice en este programa desde el momento en el que me convertí en el conductor de este noticiero, porque no supe informarles correctamente ni ayudar a educar al electorado norteamericano como corresponde. Permítanme decir que no me estoy disculpando en nombre de todos los periodistas, ni siquiera creo que todos estos periodistas deban algún tipo de disculpa. Yo hablo por mí. 'Soy cómplice de haber conducido un tren que chocaría inexorablemente, y lo conduje en forma lenta y repetida como si no lo hubiera sabido, y fue lo que nos condujo hasta acá. Yo soy el líder de una industria que se equivocó en las elecciones, que exageró los miedos a supuestos ataques terroristas, desató controversias y no informó sobre los cambios tectónicos que se estaban y están produciendo en nuestro país. Desde el colapso del sistema financiero hasta las verdades acerca de cuán fuertes somos ante los peligros que enfrentamos.Yo soy uno de los líderes de una industria que lo hizo mirar a usted en la dirección equivocada con la destreza de Houdini, mientras enviábamos a la guerra a cientos de miles de nuestros jóvenes, hombres y mujeres, sin siquiera tener los datos mínimos que pudieran justificarlo. Pero la razón por la que fallamos no es un misterio. Lo hicimos POR EL RATING. Cuando esta era de comunicación ‘a las masas’ recién empezaba, los Columbus y Magellan del periodismo televisivo (Willliam Paley y David Sarnoff) fueron a Washington e hicieron un pacto con el Congreso. El Congreso permitiría a todos los canales de aire el uso gratuito de estas ondas de aire (que pertenecen a los contribuyentes) a cambio de un servicio público. Este servicio público sería ¡una hora de aire por noche que las cadenas utilizarían para propalar las noticias en lo que hoy llamamos Las Noticias de la Noche! El Congreso fue incapaz de anticipar la capacidad ENORME que la televisión tendría, al entregarles los consumidores… ¡a los anunciantes! Y el Congreso, se equivocó al no incluir en el pacto una cláusula, un requerimiento que hubiera cambiado enormemente (para mejor) nuestro discurso nacional. El Congreso se olvidó de añadir la cláusula de que bajo ninguna circunstancia podrían haber avisos o publicidad durante esa hora ‘reservada a la información’. Se olvidaron de incluir que los dueños de esas ondas (ustedes, el público, el pueblo) les darían esas ondas gratuitamente durante las otras 23 horas, en donde ustedes podrían sacar provecho y beneficios económicos, pero durante esta hora… ¡ustedes trabajan para nosotros! Y ahora, esas cadenas de televisión, tuvieron y tienen algunos periodistas de lujo, honestos (como Murrow, Reasoner, Huntley, Brinkley, Buckley, Cronkite, Rather y Russert) pero todos ellos tienen que competir con gente como yo, un conductor de un noticiero en un canal de cable a quien le importa más un reality show o algo equivalente. Sin embargo, aunque esos negocios fueron buenos para nosotros, este programa ¡abandona lo que hicimos hasta acá! Puede que sea una sorpresa para ustedes pero algunos de los más grandes periodistas norteamericanos de la historia, aquellos que tienen algunas de las mentes más brillantes, con años y años de experiencia y una devoción inquebrantable para comunicar las noticias, si bien trabajan hoy, sus voces son una pequeñísima minoría y no tienen la menor chance cuando compiten contra el circo, este circo monumental que se ha formado y que cuando llegan al pueblo, son virtualmente invencibles. Los periodistas están abrumados por la disparidad de fuerzas. Quiero anunciar hoy que renuncio al circo y me cambio de equipo. Me paso al equipo de aquellos que están recibiendo la paliza. Me conmueve pensar que ellos siguen pensando que tienen chances de ganar y espero que me puedan enseñar a mi también. A partir de este momento, yo voy a decidir qué es lo que sale al aire y cómo lo vamos a presentar basado en una verdad muy simple: que nada es más importante para la democracia que un electorado bien informado. Nos vamos a esforzar en poner la información en un contexto más amplio porque sabemos que muy pocas noticias nacen en el momento en el que nos llegan a nosotros. Ser los campeones de hechos y enemigos mortales de los chismes y rumores, especulaciones, hipérboles y estupideces. No seremos más los mozos de un restaurant que les servirán las historias tal como ustedes las pidieron ni como les gusta que estén preparadas. Tampoco somos computadoras que solamente reportaremos los hechos, porque las noticias son útiles solamente dentro de un contexto humano.Tampoco voy a hacer ningún esfuerzo para callar mis opiniones personales, pero sí voy a hacer todo lo posible para exponerlas y confrontarlas con otras opiniones informadas, que son diferentes de las mías. Naturalmente, ustedes tienen derecho a preguntarse… ¿quiénes somos nosotros? (acá se explaya sobre las personas que trabajan en el noticiero. Finalmente, termina diciendo…) Yo, mientras tanto, soy el editor en jefe de esta sección de noticias y voy a tomar la decisión final sobre todo lo que se verá y se escuchará en este programa. Ahora sí, después de este monólogo, empiezan las noticias."
Hasta acá el texto de Sorkin ¿Le suena conocido esto? ¿Le hace ‘ruido’ en alguna parte? ¿Se podrá relacionar con la Ley de Medios que la derecha vernácula en la Argentina insiste en oponerse sistemáticamente?
[1] La declaración de Daniels es más larga, pero yo extraje los fragmentos que me parecieron más relevantes. Eso sí: yo no edité lo que dice, sino que seleccioné los párrafos que me parece tienen más interés para nosotros.